Los trabajadores encontraron en diciembre 23 cajas de plomo con imágenes de santos que estaban resguardadas en los muros. Los objetos serán colocados nuevamente en su sitio
Trabajadores durante las labores de restauración de la Catedral Metropolitana de Ciudad de México.
Trabajadores durante las labores de restauración de la Catedral Metropolitana de Ciudad de México.
SECRETARÍA DE CULTURA
Un día de finales de diciembre, pasadas las 10 de la mañana, una baldosa de barro de la cúpula principal de la Catedral Metropolitana de México se desprendió y dejó al descubierto el primer hallazgo: una caja de plomo que cabía en la palma de la mano del restaurador y tenía una inscripción en latín. En el interior, se encontraba una pintura que representaba un pasaje de la Biblia y estaba pintada en colores sobre pergamino. Los trabajadores continuaron quitando baldosas durante ocho horas y así aparecieron otras 22 cajas de metal opaco envejecidas y con manchas blancas similares a la primera. El descubrimiento ocurrió durante la restauración de la Catedral, que sufrió daños “moderados” en el sismo de 2017 y necesita constantes labores de conservación. Al terminar, los trabajadores supieron que tenían objetos valiosos entre manos.
Arturo Balandros, director de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural de la Secretaría de Cultura de México, ha intervenido este viernes en la conferencia mañanera del Gobierno para comunicar los descubrimientos. “Es muy emocionante”, ha celebrado Balandros. El funcionario ha asegurado que este tipo de hallazgos ocurre “comúnmente” cuanto se intervienen monumentos “de esta antigüedad y de esta historia”. Desde el sismo de 2017, 1.579 templos han sido restaurados, según Balandros. “En la hipótesis de los investigadores y de los teólogos de Catedral, estas cajas contienen imágenes de los santos protectores que tienden un manto al conjunto catedralicio de nuestra ciudad”, ha dicho.
Las cajas aparecieron en pequeños nichos rectangulares y poco profundos que se encuentran en la linternilla de la Catedral, es decir, el espacio tubular que remata la cúpula central del edificio religioso y permite la entrada de luz y aire. Maricarmen Castro, coordinadora de restauración del Instituto Nacional de Antropología e Historia, cuenta a EL PAÍS que durante 10 días trabajaron “a marchas forzadas” para analizar los objetos. “Fue una oportunidad única”, dice la restauradora. Aunque los expertos no pueden determinar con certeza quién las puso allí y cuándo, estiman que pudo haber sido en el siglo XVII o XVIII para proteger el edificio. Es por eso que cuando las cajas se retiraron de los nichos para su estudio, el deán ordenó colocar, en el lugar de cada una, una cruz y una estampa religiosa para “continuar con la protección”.
Algunas de las 23 cajas tienen inscripciones en latín que hacen alusión a santos o seres divinos. Por ejemplo, en una de ellas hay escrita una plegaria a Jesús de Nazaret para pedir protección y piedad: Jesus Nazarenus rex judaeorum. Titulus triumphalis defende nos ab ómnibus malis. Sancte deu, sancte fortis, sancte inmmortalis miserere nobis. Otras, en cambio, no tienen ningún tipo de referencia que permita saber qué hay en su interior. Al abrirlas, los especialistas se encontraron con pinturas, cruces de madera y palma, o fragmentos que conformaban “probablemente” medallones de barro y cera. Algunos tenían un buen estado de conservación, pero otras, como se ve en las imágenes difundidas por la Secretaría de Cultura, estaban dañadas por la humedad o incompletas o rotas. Una de las cajas había sido saqueada y no tenía nada dentro.
Balandros ha señalado que estos descubrimientos “hablan de la época final de la construcción de la Catedral”. La Catedral Metropolitana de México, que se encuentra en uno de los lados del Zócalo capitalino, fue construida a lo largo de 240 años, entre 1573 a 1813. Era, en realidad, la segunda Catedral que se alzaba. El arquitecto que la inició fue Claudio de Arciniega, quien reprodujo la planta de la Catedral de Salamanca, en España. Cuando fue concluida, el arquitecto a cargo de las obras era ya Manuel Tolsá. Este terminó la fachada, las torres y la cúpula. Uno de los pintores que intervino la Catedral en esa época “y que posiblemente era parte del equipo del arquitecto Tolsá” ya había encontrado una de las cajas, la dedicada a San Juan Bautista.
El equipo que descubrió las cajas en diciembre pudo saberlo porque en el interior de una de ellas apareció un papel fechado en 1810 con la siguiente inscripción: “Severo Arceo y Nicolás Serrano, pintores, y José Félix, José Sicilio y Juan García, albañiles, y Juan Flores, sobre estante, cuando se pintó esta cúpula, año de 1810, encontraron estas reliquias de su santidad Juan Bautista. Y rogar a Dios por sus almas por amor de Dios. Era virrey el señor arzobispo don Francisco Xavier de Lizana y Beaumont, gobernaba en España Fernando VII y en Francia Napoleón Bonaparte”. Los restauradores creen que esta caja “fue la única hallada y abierta ese año”.
Una nota de 1810 encontrada en una de las cajas.
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Tras el hallazgo y el análisis de los expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, las autoridades prevén que las cajas regresen “a su posición original” en la linternilla de la cúpula central a finales de enero. Serán devueltas con un embalaje protector que favorezca su conservación. Cuando se reintegren en los nichos, las obras en la Catedral, que iniciaron en 2019, estarán a punto de terminar. Desde entonces, se ha dado atención a los pilotes para mantener la estabilidad del edificio, alzado sobre un terreno que se hunde constantemente; se ha retirado flora que crecía en juntas de las piedras; se ha rehabilitado el sistema eléctrico y también el sistema de pararrayos.
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