En Ciudad de México hay muchos sitios emblemáticos, vestigios de la cultura antigua, palacios con siglos de historia y monumentos de distintas épocas, pero pocos espacios han protagonizado tantos y tan importantes acontecimientos como el Castillo de Chapultepec.
El edificio se encuentra en la cima de una montaña (un
volcán extinto) que en el mundo prehispánico fue un lugar sagrado. En la época
de Nueva España, fue un sitio ocupado por una docena de virreyes.
Superó el ataque de las tropas estadounidenses invasoras. Y
fue la morada de emperadores y presidentes mexicanos durante muchos años.
Su arquitectura, ornamentación y ubicación lo han convertido
en uno de los recintos más fascinantes de México.
"Chapultepec ha sido el corazón del poder político
mexicano, cuando menos desde el siglo XVI hasta ahora", le dice a BBC
Mundo el historiador Salvador Rueda Smithers.
"Hace 100 años, en 1922, el poeta Rubén Campos decía
que Chapultepec era la joya más preciada de la corona de la República. Y creo
que es verdad. Sigue siendo el lugar donde se tomaron las decisiones más
importantes que marcaron a los mexicanos", señala el también director del
Museo Nacional de Historia, ubicado en ese mismo recinto.
Para los habitantes de la capital mexicana, también es un
motivo de orgullo.
"Siempre la gente dice 'mira, ahí está el castillo,
¡qué bonito se ve!'. Es algo entrañable de la Ciudad de México para los
capitalinos, muy valorado", explica el cronista urbano Enrique Ortiz
García.
En BBC Mundo te invitamos a dar un recorrido por la historia
y arquitectura del majestuoso palacio, que es único en su estilo en el
continente americano.
El Castillo de Chapultepec se encuentra en la cima del Cerro
del Chapulín, como se le llama a los saltamontes en México.
Los mexicas, el pueblo descendiente de los aztecas que fundó
la ciudad de Tenochtitlan, crearon la urbe que hoy es Ciudad de México por el
año 1325 luego de haber pasado un tiempo en Chapultepec.
Aquellos fundadores de la nación mexica pronto se dieron cuenta
de la importancia de la montaña llamada en su lengua "cerro del
chapulín", que es como se conoce en México a los saltamontes.
Fue considerada una montaña sagrada, además de que por su
altura era un excelente observatorio astronómico que en buena medida definió el
trazado de la gran Tenochtitlan, así como un sitio donde emanaba el agua dulce
que alimentaba a la urbe prehispánica.
Nezahualcóyotl, uno de los más importantes gobernantes de la
época, fue quien ordenó la primera construcción de un "teocalli", la
base de las pirámides que se ve en muchos sitios arqueológicos prehispánicos. Y
edificó un importante acueducto.
"Él fue el primer constructor con nombre y apellido de
la historia mexicana. Hizo unos canales para llevar agua limpia a la ciudad de
Tenochtitlan y eso fue una de las bases para que esta ciudad se volviera
hegemónica y el corazón del imperio", explica Rueda.
Desde tiempos ancestrales, Chapultepec fue un sitio de
nacimiento de agua dulce.
El historiador recuerda que una leyenda preshipánica dice
que ahí hay una entrada al Tlalocan, que es un sitio mitológico mexica.
"Hay una cueva que es la entrada a un inframundo paradisiaco y
acuático", señala.
Con la llegada de los españoles, en 1519, se dio un momento
único, según los relatos de los cronistas.
"Se dice que cuando el rey Moctezuma supo que venían
los conquistadores, quiso huir. Y al meterse en el Tlalocan de Chapultepec, lo
encaró uno de los sacerdotes de Huitzilopochtli [el principal dios mexica] que
le echó en cara que era un cobarde y que tenía que hacer frente a su
destino", cuenta Rueda.
Una de las claves de la toma de Tenochtitlan fue el corte
del agua dulce que ordenó el conquistador Hernán Cortés en 1521, lo cual selló
la instauración de un nuevo mundo virreinal.
El primer palacio virreinal
El virrey Luis de Velasco (1590-1595) fue el primero que
mandó construir un palacio, el cual fue ampliado por otro gobernante, Rodrigo
Pacheco y Osorio (1624-1635), quien decidió que este lugar se utilizara como
sitio de fiestas y entretenimiento.
El primer palacio de Chapultepec -ubicado en una de las
laderas de la montaña- albergó durante más de dos siglos numerosas
celebraciones de virreyes y visitantes distinguidos, explica Ortiz.
"Este palacio era sede de grandes festejos para los
virreyes. Ahí se recibieron a 15 virreyes de la Nueva España. En este lugar se
hacen grandes fiestas para recibir a los virreyes que se iban a establecer como
gobernantes de la Nueva España".
Trágicamente, el edificio quedó arrasado a mediados del
siglo XVIII, cuando explotó una fábrica de pólvora cercana: "Estalla en
noviembre de 1784 y vuela el palacio virreinal y también muere mucha
gente".
En 1784, el virrey Matías de Gálvez emprendió la edificación
-que continuó su hijo, el virrey Bernardo de Gálvez- de un nuevo palacio, pero
ahora ubicado en la cima del cerro, es decir, la base del recinto que existe
hasta la actualidad y el cual vivió muchas transformaciones en los siguientes
dos siglos.
La primera estructura del edificio actual se creó en el
siglo XVIII.
"Pero desde Madrid se suspende la construcción y el
edificio queda a medio terminar desde 1785 hasta finales de los años 20 del
siglo XIX. Y en 1819 un temblor tira algunas de las paredes que ya estaban muy
lastimadas", señala Rueda.
Llegó la Guerra de Independencia de 1810, la cual concluyó
en 1821.
"En la última noche del Virreinato de la Nueva España y
el amanecer de México independiente, el Ejército Trigarante duerme en
Chapultepec y de aquí sale un desfile hacia el centro de la Ciudad de
México", uno de los hechos históricos más importantes de México, explica
Rueda.
Entonces vino una nueva época para el palacio.
La guarida militar
Poco después de la independencia, el gobierno mexicano
determinó que el palacio se convertiría en sede del Colegio Militar, que abrió
sus puertas a los cadetes a inicios de la década de 1840.
Hubo una ampliación importante para crear el pabellón de
oficiales, las habitaciones de mayordomos, el refectorio de oficiales, el
refectorio de alumnos, el armero, la biblioteca y los dormitorios para los
cadetes.
Y el exterior adquirió una estructura más militar, incluido
el levantamiento de un torreón -una torre que destaca en una fortificación-
llamado el "Caballero Alto", así como la instalación de armas en su
perímetro.
El torreón del castillo es llamado Caballero Alto.
Es por eso que el recinto comenzó a ser llamado como se le
conoce en la actualidad: "El nombre de Castillo de Chapultepec viene desde
1840, cuando le ponen cañones al edificio y se establece el Colegio Militar.
Entonces deja de ser solamente un palacio".
Entonces vino otro de los momentos clave de la historia de
México.
Los muros y la posición estratégica del castillo fueron
puestos a prueba el 12 y 13 de septiembre de 1847, cuando el ejército de
Estados Unidos emprendió una embestida para tomar Ciudad de México durante la
invasión del país de ese año.
Fue en el segundo día de batallas cuando se dio el
enfrentamiento que dio pie a la mítica acción de los Niños Héroes de
Chapultepec.
El relato dice que seis jóvenes cadetes del Colegio Militar
dieron su vida -uno salvando la bandera mexicana al envolverse en ella y saltar
al vacío- para defender al Castillo y al país (diversos historiadores afirman
que esto fue una narrativa nacionalista instaurada tiempo después por los
gobiernos mexicanos).
Cadetes del Colegio Militar defendieron el Castillo de
Chapultepec frente al embate de las tropas estadounidenses que eran superiores
en número.
"Recordemos que ellos no tenían por qué combatir porque
el Colegio Militar es una institución educativa, no una institución de guerra.
Pero ellos se quedan ahí y matan a seis", explica Ortiz.
Se dice que uno de los cadetes, Juan Escutia, en un momento
tomó la bandera y se arrojó al precipicio con ella para evitar que los
estadounidenses la tomaran.
"Claro, evidentemente que esto es un mito. No sobre
Juan Escutia, pues él sí existió. Pero no hay evidencia de que él se haya
arrojado con la bandera", dice Ortiz.
México al final fue vencido en esta guerra de invasión que
al país le costó la pérdida de medio territorio.
El castillo cerró ese capítulo trágico con algunos daños,
pero luego vino su época de mayor ampliación y esplendor.
El fastuoso palacio imperial
La instauración de un imperio por parte de un grupo de
conservadores llevó al archiduque austriaco Maximiliano de Habsburgo y su
esposa Carlota a ser coronados como emperadores y establecer su residencia en
el Castillo de Chapultepec en 1863.
Los nuevos moradores lo llamaron Palacio Imperial de
Chapultepec y Miravalle, esto último como una referencia a su vieja residencia
en Italia, el Castillo de Miramar.
El arquitecto Ramón Rodríguez Arangoity y el ingeniero
Eleuterio Méndez fueron quienes recibieron la encomienda de rehacer un espacio
que "no solo albergara obras de arte sino, además, se convirtiera en una
de ellas", según establecieron.
Maximiliano I y su esposa Carlota ordenaron uno de los
mayores embellecimientos del palacio.
Fueron levantados arcos neoclásicos, jardines al estilo
europeo, las Bacantes (unas pinturas de musas griegas) y adornos por todas las
habitaciones con el estilo del viejo continente que querían los emperadores.
También en ese periodo, este recinto se convirtió en el
punto de partida del Paseo de la Emperatriz que ordenó construir Carlota. Hoy
es el actual Paseo de la Reforma, la emblemática avenida de Ciudad de México.
"Todos los rasgos que le dan características palaciegas
europeas, en gran medida viene del periodo Maximiliano y Carlota, quienes
invirtieron demasiado dinero en embellecerlo", explica Ortiz.
Pero buena parte de eso fue reformado cuando el castillo
pasó a otras etapas y no se requerían más de habitaciones suntuosas.
Una de las mejores vistas del castillo es la del Paseo de la
Reforma que mandaron construir los emperadores.
La reinstauración de la república en 1867 puso fin al México
imperial, pero el Castillo de Chapultepec siguió siendo testigo de las
decisiones del poder al convertirse en la residencia de los presidentes
mexicanos.
El símbolo del progreso
Siendo morada de presidentes de México, el castillo vivió
más años de embellecimiento y remozamiento, principalmente durante le periodo
del gobierno autócrata del general Porfirio Díaz (1876-1911).
En el emblemático torreón se estableció en 1878 -por un
breve periodo- el Observatorio Astronómico Nacional.
Díaz pretendía que el edificio fuera un escaparate del
progreso artístico y tecnológico de México, pues era el sitio de visita de
personajes extranjeros. Así que ordenó diversas mejoras, incluidos inventos
innovadores de su tiempo como elevadores y hasta la primera proyección de cine
que hubo en México en 1896.
"Hay un gran vitral que se compra en Francia 1898 y se
monta en el castillo en 1905. Son las diosas y las musas grecorromanas",
explica Rueda.
Díaz añadió múltiples elementos decorativos, como el gran
vitral con las diosas y musas grecorromanas,
"Acá se nota el gusto de Porfirio Díaz o del encargado
de hacer la decoración interior. Está muy claramente dirigida a pensar que
estás en medio de un bosque. Hay muchos elementos vegetales adosados a la
arquitectura", añade.
Díaz era un gran admirador del estilo arquitectónico y la
cultura francesa, lo que se vio reflejado en el castillo y en muchos edificios
de Ciudad de México.
"Durante el porfiriato, la gran influencia nacional fue
todo lo francés", dice Ortiz.
El castillo moderno
Otro gran suceso de la historia mexicana se dio en febrero
de 1913, cuando el presidente Francisco I. Madero encabezó la Marcha de la
Lealtad.
Los cadetes del Colegio Militar acompañaron al presidente en
una caminata hacia el Palacio Nacional mientras ocurría un golpe de Estado que
días después terminó con el asesinato del mandatario.
"Desde entonces se celebra una suerte de pacto político
entre el Ejército y el Poder Ejecutivo nacional cada 9 de febrero",
explica Rueda.
Uno de los espacios culturales más importantes de Ciudad de
México es el alcázar del Castillo de Chapultepec.
En las siguientes décadas, el castillo se siguió arreglando,
creándose pérgolas, un espejo de agua y el Monumento a "La Patria
agradecida a sus hijos caídos",
Por iniciativa del presidente Lázaro Cárdenas el castillo
fue declarado sede del Museo Nacional de Historia y se inauguró como tal el 27
de septiembre de 1944.
"Tiene 106.000 piezas registradas, 12 salas de
exposiciones permanentes de historia y 22 salas de museo de sitio. Aquí han
vivido entonces un emperador y 14 presidentes", destaca Rueda.
Además de la belleza del recinto, el castillo tiene una amplia vista de Ciudad de México.
Para los visitantes extranjeros, el castillo de la montaña
de Chapultepec es una "sorpresa".
"No se imaginan que es lo que van a encontrar acá
arriba. Entonces de repente ven los murales de Jorge Gonzalez Camarena, de
David Alfaro Siqueiros y de José Clemente Orozco y se quedan pasmados. Cuando
pasan por el de Juan O'Gorman preguntan qué quiere decir. Suben a los jardines
del Alcázar y siempre se quedan sorprendidos", cuenta el director del museo.
Ortiz añade: "Es un espacio de mucha importancia por el
gran acervo que posee el Museo Nacional de Historia. con obras de arte
invaluable".
El comedor del periodo de Porfirio Díaz se mantiene hasta la actualidad.
Pero para los mexicanos, es aún más especial.
"Cuando vienes aquí, incluso como paseo, incluso para
repetir historias románticas, leyendas, etcétera, tienes un viaje hacia el
pasado y a la memoria, a lo que has querido ser, a lo que has creído que eres,
a lo que te hubiera gustado que pasara", dice Rueda.
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