El desempeño de la economía mexicana entre 2020 y 2022 será uno de los peores entre las principales naciones del mundo, de acuerdo con el FMI.
El mundo terminará este año con una economía 7 por ciento
superior al nivel previo a la pandemia… pero México seguirá por debajo de
2019.
El desempeño de la economía mexicana entre 2020 y 2022
será uno de los peores entre las principales economías del mundo, de
acuerdo con las proyecciones que dio a conocer ayer el Fondo Monetario
Internacional (FMI).
El FMI estableció un pronóstico de 2.8 por ciento para el
crecimiento de México en este año. Apenas en octubre pasado había calculado una
tasa de 4 por ciento.
Considerando los tres años desde el arranque de la pandemia,
México sería, junto con España, el único país de tamaño importante en el cual
el nivel del PIB terminaría este año por abajo del que tenía en 2019.
La economía mundial en su conjunto habrá
crecido 7.1 por ciento respecto al nivel de 2019 y en particular en
los naciones emergentes lo habrá hecho a un ritmo de 9.4 por
ciento en promedio para este lapso.
Entre las naciones avanzadas destaca Estados Unidos con
una tasa 6 por ciento por arriba de su nivel previo a la pandemia.
Pero incluso Europa, que tuvo un muy mal 2020, se
encontrará 3.4 por ciento por arriba del nivel de 2019.
En México estaremos 0.7 por ciento por abajo.
Solamente España estará más atrás: –1.1 por ciento.
Incluso Brasil tendrá un mejor desempeño, pues habrá crecido
5.1 por ciento respecto al nivel de 2019.
En América Latina en su conjunto, el saldo será de un
crecimiento de 1.9 por ciento.
Lo peor del caso es que el resultado hubiera sido aún más
negativo si no hubiésemos tenido el impulso de la economía de Estados Unidos.
Con todo y el fuerte empuje que se ha dado a nuestras
exportaciones, así como con los más de 50 mil millones de dólares de remesas
que llegaron el año pasado, el resultado habrá sido negativo.
A mi parecer son dos las explicaciones de este gran
fracaso.
Por un lado, el gobierno mexicano prácticamente no
destinó recursos a apoyar a la economía en el año 2020, cuando el desplome
fue superior a 8 por ciento.
Pero también se encuentra el hecho de que, desde el primer
año de esta administración, hubo una erosión de la confianza que
propició un desplome de la inversión.
De acuerdo con los últimos datos oficiales, el nivel
actual de inversión está 9.3 por ciento por abajo que el del cierre de
2018.
Aun si en este 2022 hubiera un crecimiento de 6 por ciento
en la inversión, nos encontraríamos 3.9 por abajo del nivel de 2018.
Sin embargo, como el gobierno no acepta este diagnóstico y
piensa que sí hay muchos empresarios que están apostando a las estrategias
propuestas por la autoridad, no toma ninguna medida para revivir la inversión.
Se ha dicho hasta el cansancio: los inversionistas
necesitan certidumbre.
Pero, comenzando con la decisión de cancelar el aeropuerto
de Texcoco, hasta el intento de cancelar los contratos vigentes en el sector
eléctrico con la reforma propuesta, todo en aras de –supuestamente– combatir la
corrupción, se ha generado un ambiente que inhibe las inversiones.
Cuando se haga un análisis histórico de este periodo, no
solo veremos cómo propiciamos una fase de retroceso y estancamiento, sino
que desaprovechamos una oportunidad irrepetible para atraer empresas
a México, en vista de la crisis de las cadenas de suministro que la pandemia y
luego la rápida recuperación trajo consigo.
Como le he comentado en diversas ocasiones, el único
consuelo que resta es tratar de llegar al fin de sexenio sin una crisis
financiera.
Por cierto, algunos lectores me han pedido explicar en dónde
percibo el mayor riesgo de esa crisis.
Ese será tema de un próximo comentario.
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