Xavier Tello es uno de los críticos más vocales de las
políticas sanitarias del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
A Xavier Benjamín Tello, un contratista de Altos Hornos que
recién había hecho pareja, lo enviaron a vivir a Monclova, Coahuila. Por eso
nació ahí su primogénito y el segundo de sus hijos. Pisaron la Ciudad de México
cuando el mayor tenía ocho años.
Xavier Tello iba con su vecino, el hijo de la doctora Carmen
Moreno, y con la neurocirujana, a la Cruz Roja a ponerse a prueba. “A ver si de
veras quieren ser médicos”, los retaba, y los introducía al quirófano a
observar sus operaciones.
En la preparatoria de La Salle, Tello tomó un curso de
primeros auxilios y a los 15 años ya era socorrista y después paramédico. Entre
viajes en ambulancia, monitores y desfibriladores, fue definiéndose hacia las
emergencias médicas. “Yo quería curar balaceados y acuchillados, no dar
consulta”.
Adicto a la adrenalina de los percances, Xavier Tello
estudiaba medicina en la UNAM. Estaba fascinado con el aprendizaje, pero la
experiencia lo enfrentó con su primera gran frustración: “El ambiente de la
medicina de emergencias en la Ciudad de México no es el de Discovery Channel.
Podías llevar 14 horas operando a un paciente, que se moría en terapia
intensiva porque no había sangre”.
También lo asaltó el miedo y la falta de luz sobre su
futuro. Los espacios para desempeñarse profesionalmente eran muy reducidos:
“Ese tipo de medicina sólo se hace en los hospitales públicos, y los hospitales
del gobierno tienen este tipo de carencias. Conforme me di cuenta de las
limitaciones que tenía la medicina en México, me decidí por la industria
farmacéutica. Cambié de carrera, completamente”.
Xavier Tello, mercadólogo médico. (Ismael Ángeles)
Tello se especializó en el área de mercadotecnia médica.
Trabajó para Janssen, para Sanofi, el gigante farmacéutico francés, y para
MERC. Experto en farmacología clínica, en Janssen desarrolló un sistema de
informática a distancia, por computadora, antes del acceso y el uso común de
internet. Llevaba hasta los consultorios información bibliográfica para la
actualización de los médicos.
También laboró en las áreas de ventas de las farmacéuticas.
En Sanofi fue director comercial para el terreno de lo cardiovascular. Más
adelante se formó en alta dirección de empresas y entró como director comercial
en la compañía global Allergan, que fabrica Botox, uno de sus productos
emblema.
En 2006 se incorporó con un par de socios en una agencia
especializada en comunicación y mercadotecnia médica. “En las redes sociales me
atacan llamándome cabildero de las farmacéuticas. No soy cabildero; tengo dos
socios que sí lo son. Para ser cabildero tienes que haber trabajado en el
gobierno, y yo no lo hice, ni me gusta ni lo entiendo. Hago comunicación
dirigida a los médicos, hago campañas de publicidad para laboratorios y
empresas de salud. Llevo 15 años de trabajo independiente”, se defiende.
La agencia de Tello ha hecho campañas como la de detección
de cáncer de próstata para el gobierno de la Ciudad de México, en los tiempos
del doctor Ahued, secretario de Salud con Miguel Mancera, y otras de educación
médica continua en otras entidades, como el Estado de México y Chihuahua.
“Yo empecé escribiendo cartas a los periódicos. Yo era el
lector que escribe y se sorprende cuando encuentra sus textos publicados. Noté
que me gustaba expresarme y abrí un blog y entré a Twitter, donde opinaba sobre
la pandemia de 2009”.
Tello es uno de los críticos más vocales de las políticas
sanitarias del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. “Aparecí en los medios
a mediados de la administración de Peña, cuando empezamos a tener problemas con
el presupuesto y veíamos cómo fueron desfondando el sistema de salud. Desde
entonces estuve friegue y friegue con los planes de combate a la obesidad, que
no eran ni son lo que deberían. Seguimos por el camino equivocado, buscando
culpables y poniendo octágonos”.
“Yo sabía que íbamos a tener un problema de desabasto y
anticipé que iban a desaparecer el Seguro Popular. Lo vi venir antes de la toma
de posesión. Y no es que sea mago, pero López Obrador decía que el Seguro
Popular no era ni seguro ni popular y era conocido que su equipo de trabajo,
sus asesores, como Asa Cristina Laurell (exsubsecretaria de integración y
desarrollo de la Secretaría de Salud), que desde los años 80 han escrito sobre
medicina social y publicaron análisis universitarios sobre el neoliberalismo
médico y la medicina neoliberal. Eliminar el Seguro Popular era una cuestión
ideológica. Soy muy crítico porque soy médico, sé qué es trabajar en el sistema
de salud en todos los niveles y sé de qué hablo”.
Además de su sociedad en la agencia, Tello asesora empresas
en lo personal. Orienta a quienes buscan hacer negocios por los vericuetos de
nuestro complejo sistema de salud.
El error del Seguro Popular, afirma, fue darle el control de
la salud a los estados de la República. La consecuencia fue el surgimiento de
sistemas estatales robustos, como “debo decirlo, el del Estado de México”, y
otros impresentables como el de Veracruz, destrozado por Duarte.
Detrás de sus antejos, Tello clava la vista en el presente,
que lo aflige. “Es cierto que siempre ha habido desabasto, pero se transformó.
Lo que no se había visto y debe quedar muy claro, es que falten tantos
medicamentos e insumos al mismo tiempo y durante periodos tan prolongados. Es
decir, pasamos de tener un sistema malo e ineficiente, a no tener un sistema”.
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