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lunes, 17 de noviembre de 2014

Regresará a patrullar, pese a golpiza y robo

Iguala.— A una semana de que su imagen se propagó por las redes sociales siendo víctima de una brutal golpiza a manos de encapuchados que intentaban tomar el aeropuerto de Acapulco; el policía estatal de Guerrero, Gabriel Benítez, está convencido que regresará a patrullar las calles en cuanto se recupere de las cinco heridas que le suturaron en cara y cabeza, y de los hematomas todavía visibles en sus párpados.

Por pura pasión a su trabajo es que este suboficial volverá a uniformarse. Su familia le suplica que renuncie, después de que medios de comunicación y hasta un diputado local lo dieron por muerto, debido a las violentas escenas en las que aparece ensangrentado del rostro e inmóvil como muñeco de trapo, pateado por encapuchados que formaban parte la manifestación de normalistas y miembros de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero, (CETEG), por la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa.

Las agresiones que sufrió Gabriel Benítez fueron más allá de las heridas físicas que lo dejaron inconsciente por casi una hora. Los encapuchados le robaron el celular de tres mil 400 pesos que había sacado a crédito en una tienda Coppel y todo su atuendo antimotín: escudo, chaleco antibalas, casco, camisola y hasta se tomaron el tiempo para despojarlo de sus botas.

“Cuando yo intenté recuperar mi celular me dieron una patada en la mano y mis compañeros me dijeron que los encapuchados lo estaban exhibiendo como trofeo”, contó a Excélsior.

El video en YouTube, titulado: Chocan policías y normalistas en punta Diamante, se viralizó después de la agresión contra Benítez. Ni siquiera pasó media hora del enfrentamiento, cuando su esposa Areli Arellano, ya lo estaba viendo, a través de sus contactos en Facebook.

Lo primero que Areli hizo, luego de cerrar su cuenta de Facebook, fue llamar varias veces al celular de Gabriel, para conocer su estado de salud. Luego de unos diez timbrazos, le contestaron los encapuchados.

“Me amenazaron y me dijeron: ‘¿sabes qué? ¡deja de estar chingando la madre! A tu marido dalo por muerto, porque lo vamos a matar, quieras o no’.”

Por un momento, Areli de verdad creyó que su marido estaba muerto. Esa suposición se alimentaba por las imágenes de Benítez inconsciente, las amenazas que recibió por teléfono de los encapuchados y su compañero policía, que daba nulas esperanzas de volver a verlo con vida.

“Me dijo su compañero: ‘señora disculpe que la moleste, pero su esposo está herido de gravedad, dicen que no hay posibilidad de vida para él.’”

Su esposa, medios de comunicación, políticos, encapuchados y sus compañeros lo dieron por muerto.

En el cuarto del hospital de Punta Diamante, a donde una ambulancia de Protección Civil lo trasladó, varios de sus compañeros lo vieron despertar una hora después de ser golpeado, pensaban que era un milagro; además de patadas, le arrojaron piedras grandes y le dieron de tubazos.

“Como veíamos cómo lo llevaban (inconsciente) pensábamos que no la iba a librar, oficial”, le confesaron.

Él ha dado play al video sobre su agresión al menos una docena de veces, porque le parece increíble lo que sucedió. Después de que recibió el segundo rocazo no recuerda nada hasta el hospital: el primero fue en la pierna izquierda, que lo tiró de rodillas y lo dejó vulnerable ante los encapuchados, y luego el de la nuca.

A partir de la segunda piedra en la nuca, que por el casco no pasó a mayores, perdió la noción del tiempo. El resto de la historia la ha ido reconstruyendo, a través de YouTube.

La mañana del 10 de noviembre Benítez pensó que su día laboral pasaría entre una manifestación pacífica; así se lo había asegurado el propio subsecretario de la Policía Estatal de Guerrero, Juan José Gatica Martínez; incluso entre los policías estaba Marbella, una agente embarazada.

Cada que el suboficial repite el video no hace más que dar gracias, porque a pesar del nivel de agresión que sufrieron, todos están bien: él, los otros 18 heridos y Marbella, la policía embarazada.

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