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domingo, 24 de enero de 2021

En 1938, médicos fumaron marihuana frente al Jefe de Salubridad Pública para desmitificarla

 

“¡Pobre, calumniado y hermoso arbusto de la mariguana”, dijo el Dr. Salazar Viniegra, pionero en el estudio de esta planta, durante la presentación de su estudio “El Mito de la Mariguana”

   






El 12 de enero fue publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el reglamento de la Ley General de Salud para la producción, investigación y uso medicinal de la marihuana y sus derivados, el cual debió haber sido actualizado hace tres años.

Ahora, oficialmente, estas acciones son reguladas:  la producción primaria para abastecer, generar materia prima para realizar las investigaciones, producir semilla, investigación farmacológica, fabricación de derivados farmacológicos y medicamentos y la formación de médicos para la realización de diagnósticos, preventivos, terapéuticos, de rehabilitación y cuidados paliativos. 

Pero para llegar a este punto se recorrió un largo camino a través de la historia. En esta entrega de Hemeroteca EL UNIVERSAL hablaremos sobre la presentación que hizo el Dr. Salazar Viniegra para presentar su estudio “El Mito de la Mariguana”, evento en el cual se fumaron muchos cigarros de marihuana. 

Leopoldo Salazar Viniegra fue un médico que en la década los 30 se especializó en estudios de los efectos de la marihuana, fue un visionario que hace 80 años propuso muchas de las políticas de drogas. 

 

"Él en sus estudios señalaba que a los adictos a esta droga debería de tratarlos como enfermos y no como criminales. Era un fiero defensor de que el problema de la adicción de la marihuana fuera atendido como un problema de salud y no penal", dijo Luis Astorga, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Nada tiene de dañosa la yerba que engrifa

22 de octubre de 1938

Esto es lo que dice el Dr. Salazar Viniegra en un estudio que presentó a la corporación

Varios de los médicos asistentes, fumaron cigarrillos de la “crema” que les fueron repartidos

Por Jacobo Dalevuelta

“¡Pobre, calumniado y hermoso arbusto de la mariguana”, clamó ante la seriedad indiscutible de la Academia, el médico Leopoldo Salazar Viniegra, como conclusión de un erudito trabajo —treinta y cuatro cuartillas a renglón cerrado— en el cual se convirtió en el apologista más sincero de la brava y maloliente ‘'Juanita”.

El doctor Salazar Viniegra, al afirmar radiante, que “la pobre grifa” es tan inocua como una gota de agua destilada, tenía como escenario a un grupo de “engrifados”, auténticamente “quemados” por la yerba.

Yo sonreía, francamente incrédulo, cuando el informante me contó del triunfo de Salazar Viniegra, quien un poco al estilo drástico del inmortal Pasteur, llevaba hasta sala de los doctos las pruebas absolutorias de la romántica "rosamaría”, convirtiendo a sus propios colegas en unidades biológicas de experimentación; infringiendo el Código Sanitario, hasta convertirse en propagandista de la mala yerba y en presencia nada menos que del propio Jefe de la Salubridad Pública.

¡La Academia de Medicina se las “había tostado”! Ni más ni menos. ¡Y en plena sesión general!

Y es que, el doctor Salazar Viniegra, académico de número, llevó hasta sus colegas, como trabajo en turno, uno titulado “El Mito de la Mariguana”. Y para que al concluir, a pesar de todos los pareceres contrarios de algunos siquiatras (sic.) se demostrase prácticamente sus conclusiones, invitó cigarrillos, al parecer de tabaco; pero con el “alma verde de los sueños blancos”, a varios de sus colegas de los cuales fumaron deliciosamente, según la expresión de nuestro informante, los señores académicos Cosio Villegas, Castro, etc., etc.

Nosotros recordábamos nuestros paseos por los “campos de los grifos”, y las crónicas amables de aquellas horas retrospectivas, crónicas dejadas en un libro viejo “Estampas de México”. Eran escenarios bien distintos: en San Camilito, en el inquieto y querido “Tepitongo”, en la calle de Tenochtitlán, etc., etc., Los grifos de barrio, “haciendo rueda”, “tronándoselas” como Dios manda con el grueso cigarro colectivo, técnicamente salibado para que no “tronara”; en cuclillas; frente al cajón repleto de piloncillo para el “refine” delicioso, “dándose las tres”.

“Por aquí pasó
por aquí pasaba
la mariguanita
y se las aventaba.”

Bella y emotiva canción de los “grifos”.
 

Fantasías…

Pero a juzgar por las afirmaciones científicias del doctor Salazar Viniegra ante la responsabilidad de la Academia, todo aquello que se cuenta de los amables “grifos”, es fantasía; es la ensoñadora maya; es un cocktail de ilusión.

“La instrucción, la cultura, la orientación de nuestro pueblo, permitirá que el calumniado y hermoso arbusto no sea en lo futuro más que lo que debe ser: una rica fuente de abastecimientos en fibras textiles”, así fué (sic.) la conclusión “mariguanicida” del doctor Salazar Viniegra.

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Mujer fumando marihuana en 1930. Foto: Colección Archivo Casasola/ Mediateca INAH

Absortos, desconcertados; tal vez un poco fatigados, por la lectura de treinta y cuatro cuartillas a renglón cerrado, los académicos nada dijeron. Pero el reivindicador de la calumniada “cannabis indica”, rubricó su frase diciendo:

- Aquí mismo, algunos de mis colegas, se la “han tronado” y todavía no se levanta ninguno a cantar “Farolito” o “Vende caro tu amor, aventurera”; y ninguno se ha sentido aún el “Negrito poeta” o el insigne descubridor de la “Bala Mágica”, conocido en nuestro mundo con el nombre Erlich! (sic.)

El mito de la “Juanita”

Ahora bien, el doctor Salazar Viniegra y un inteligente pasante, Jorge Segura, estudian hace tiempo la mariguana. Este con el propósito de presentar la tesis recepcional. La finalidad de los investigadores -quienes han ido de los libros a la experimentación propia y ajena- es la de que se quiten del Código Penal y del Código Sanitario los renglones condenatorios -decomiso y cremación por pena- contra la inocente, según ellos, mariguana. Nosotros hemos visto a Segura fumarse tres cigarrillo de marihuana “al hilo”, y dejarse observar por los médicos psicoanalistas del Instituto correspondiente. Y excepto algunos trastornos en las conjuntivas y resequedad en la boca, el estudioso Segura no ha resentido nada. Hasta niños de nueve años han fumado mariguana, de manera casual, dice el doctor Salazar Viniegra en su interesante estudio, y sólo han tenido náuseas. Últimamente, unos célebres laboratorios alemanes enviaron a los señores Salazar Viniegra y Segura, productos químicos elaborados con la mariguana, y han sido bebidos e inyectados en perros, en espera de grandes acontecimientos, sin ningún resultado. Estos productos han sido ingeridos ya por hombres… y ¡nada!

 

 

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