* Mientras el nuevo titular de la Unidad de
Inteligencia Financiera (UIF), amaga con sanciones a los ciudadanos que no
votaron en la Revocación de Mandato, nada dice de cómo piensa minar al poder
financiero de los matarifes que se han adueñado del país no solo con el tráfico
de drogas sino otros delitos como el cobro de piso, el secuestro y la trata de
personas, que a mitad de sexenios reportan más de 50 mil desapariciones y 110
mil homicidios
Por Amado Uslar Arrué
Especial para Expediente Ultra
Ante los ríos de sangre que ahogan el país, el nuevo titular
de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), Pablo Gómez Álvarez salió con la
ocurrencia de amenazar con una sanción a 76 millones de mexicanos que no
acudieron a votar en la Revocación de Mandato, mientras los cárteles del país
siguen empleando millonarios recursos para imponer su ley en todos los rincones
del país, arrojando a los ojos de un irresponsable poder político cifras de
verdadera “tragedia humana”, como califica la ONU a las más de 50 mil desapariciones
registradas en el actual sexenio, ligadas de manera directa a los más de 110
mil homicidios y tres mil 100 feminicidios.
Ante tal disparate fuera de toda lógica y contexto a su
cargo ¿es Pablo Gómez es el hombre idóneo para un cargo de tal magnitud e
importancia en el combate al punto neurálgico del crimen organizado?
Su antecesor, Santiago Nieto, que echó abortó las
expectativas para torpedear con su capacidad y, ahora dudosa honorabilidad, el
multimillonario lavado de dinero y poder financiero de los capos, delineó al
asumir el cargo, el tamaño de la bolsa del crimen organizado en el país y que
de acuerdo a informes del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, le
produjo ganancias en el periodo del 2016 al 2010, por 40 mil millones de euros,
equivales al 40 por ciento del PIB; unos tres billones de pesos, un promedio de
casi 700 mil millones de pesos anuales, en palabras llanas lo que se paga cada
año por los intereses de la deuda externa. Tal suma habla de la inconmensurable
fuerza económica de los matarifes adueñados del país.
¿Por qué el extraviado Pablo Gómez no habla de este problema
y se enfrasca en asuntos ajenos al cargo encomendado por el Ejecutivo?
Gómez Álvarez se ha vendido por décadas como un
sobreviviente de movimiento estudiantil del 1968 y hombre de izquierda, pero
ahora debe comenzar por explicar a los millones de mexicanos pobres el por qué
en su mesa es cada vez más difícil, casi imposible, llevar alimentos básicos
como los limones cuyo precio ronda los 70 pesos el kilo y ya ni qué decir de
otros, verdaderos artículos de lujo, como el aguacate que no baja de los 80
pesos en kilo.
Producto del cobro de piso que priva en todo el país—lo
mismo a productores, empresarios que hasta los dueños de pequeños comercios
como la tiendita de la esquina o tortillerías–, esta doble e ilegal tributación
se ha fortalecido porque los sistemas encargados de combatir el lavado de
dinero en el país han fracasado, impactando de manera directa en el
encarecimiento de productos de la canasta básica.
Resulta aterrador como ciudadanos enterarnos que quién tiene
en sus manos precisamente combatir los centros financieros del crimen
organizado, esté más preocupado en sancionar a los ciudadanos que, por decisión
propia, deciden no ir a votar, que en combatir el dinero mal habido y
arrebatado con la fuerza del terror y la impunidad a los mexicanos que luchan
por salir adelante con el esfuerzo honesto de su trabajo. Esos que abandonados
por las autoridades, sobre todo federales, no tienen más alternativa que pagar
a los maleantes para no poner en riesgo sus vidas.
Si los cárteles y grupos criminales se han fortalecido de
forma inconmensurable es porque gozan de un millonario poder económico con el
cual pueden comprar autoridades, adquirir armas y pagar todo un ejército de
sicarios, halcones y toda suerte de operadores. Durante el gobierno de Peña
Nieto se calculaba que los poderosos maleantes contaban con un ejército de casi
medio millón de gente a su servicio. Tal es la magnitud de su poder.
Es hora de que el extraviado y decrépito Pablo Gómez
explique al país qué va a hacer para que desde su cargo estratégico evite que
las extorsiones y secuestros vayan al alza en 21 estados del país, de acuerdo a
la Coparmex; al igual que la cifra de 50 mil desaparecidos y 110 mil homicidios
cometidos a mitad del sexenio y que apuntan a rebasar los 102 mil de Calderón y
los 123 mil de Peña Nieto, en tanto el poder económico de los cárteles,
acrecentado por delitos como el cobro de piso, la trata de personas y hasta la
explotación en redes de la cultura del narco, se siga fortaleciendo.
No hay un solo día en que este país no amanezca con noticias
sobre masacres y desapariciones de personas, sobre todo mujeres. Y así seguirá
aumentando la cifra negra en tanto desde el gobierno federal no se combata al
poder financiero del crimen organizado al que hasta el momento no se le
infringido ni un rasguño.
Santiago Nieto resultó un frívolo e inoperante titular de la
UIF y ahora Pablo Gómez aparece como una burda caricatura de la que seguramente
los capos se ríen a mandíbula batiente por sus ocurrencias de empeñarse en
investigar a fideicomisos del INE y lanzar amenazas contra los mexicanos que no
votaron por la revocación, pero no hacer nada en contra de su poder financiero.
Si los ríos de sangre y la doble e ilegal tributación siguen
abonado muerte e impunidad en el país, buena parte de culpa la deberá asumir
Pablo Gómez Álvarez. Hombre de supuesta izquierda y demagogo al que, como se
aprecia, le faltan congruencia y elementos abajo del cinturón para ejercer a
cabalidad el cargo de titular de la UIF.