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viernes, 1 de diciembre de 2023

“No es mi culpa, son los jueces”; no, Ernestina, tú judicializas

A las víctimas de violencia familiar la Fiscalía de la CDMX les da la espalda, cuando su obligación es protegerlas.

 


Lourdes Mendoza

 

“Esta no es una fiscalía, es un negocio para el que quiera comprar la justicia o el que quiera corromper la justicia de manera segura”, me aseguró ‘Juana’, víctima de Ernestina.

¡Quihúboles! Trágico, por decir lo menos, lo que los capitalinos vivimos con y por esta fiscal, ¿o no?

Ernestina y su fiscalía no solamente le fallan a las víctimas de violencia vicaria y familiar, sino que las acusan de ser criminales y las someten al viacrucis que representa en México el acceso a la justicia, mientras hacen favores a los agresores para que sus agencias del Ministerio Público les destrocen la vida.

Historia de terror

Su agresor y padre de su hija, el abogado José Miguel Castillo Hernández, no sólo es un deudor alimentario, sino un hombre violento, que amenaza, capaz de usar el aparato de justicia para tejer una red de mentiras y falsos delitos que la llevaron a ser encarcelada sin ninguna prueba en julio de 2022 en Santa Martha Acatitla.

Café con piquete

José Miguel también es abogado de un feminicida, sí, de Juan Carlos García, exdirector de Amazon en México y autor intelectual del feminicidio de Abril Pérez.

Pero “ella (Ernestina) permite que un abogado corrupto les dé órdenes a siete ministerios públicos. Puede llegar un civil a orquestar un cártel de ministerios públicos a su servicio para manejar el aparato jurídico en contra de una persona y así eludirse de la acción de la justicia”, advirtió.

“¿Te crees muy autosuficiente? Te las ves sola”

Desde la etapa de embarazo, Castillo fue un padre ausente. Reapareció en los primeros tres meses de la niña para “convivir”, pero volvió a alejarse y desapareció cuando ella se negó a casarse: “Tú te crees una mujer muy autosuficiente, entonces tú te las ves sola, no te doy dinero y no la reconozco (a su hija)”. Así intentó manipularla una y otra vez.

Omiso para dar pensión, acudir a los cumpleaños o acompañarla al pediatra, simplemente prefirió renunciar a su hija, no sin antes advertirle que la metería a la cárcel, tal y como hizo con sus parejas anteriores.

“Estamos hablando de un sujeto de alta peligrosidad que además te amenaza con fabricarte delitos y te lo dice así, no soy yo la única”, comentó.

A Castillo Hernández nunca le importó su hija. Desapareció por tres años y cuando regresó lo hizo para someterla a un infierno, en complicidad con siete MP, incluida la Fiscalía de Delitos Financieros, que nada tenía que ver en este caso, pero se prestó para fabricar procesos sin pruebas e investigó a una niña. Así como lo están leyendo.

El terror psicológico y las amenazas estuvieron presentes una y otra vez. La gota que derramó el vaso fue cuando una noche de 2021, un supuesto agente de la Policía de Investigación (PDI) se presenta a su casa con la intención de llevarse a su hija, sin una orden, sin identificarse, en un vehículo negro que ni siquiera tenía placas ni logos.

Agárrense bien de la silla

“Esta no es una fiscalía, es un negocio para el que quiera comprar la justicia o el que quiera corromper la justicia de manera segura”.

Ministerios públicos al servicio de un agresor

Al interponer la denuncia por violencias familiares, su agresor se enteró, y cuando la justicia debía protegerla, le dio la espalda. Durante meses, y pese a ser la denunciante, le negaron el acceso a la carpeta de investigación, mientras que él ya había comparecido con mentiras.

Inhale y exhale

“La MP Haydee Vargas Santander, muy grosera me dice que ya me deje de denuncias, que dé gracias de que la niña no es una bastardita, ya mejor váyase, póngase a trabajar, deje al señor en paz”.

A ‘Juana’ la acusaron por falsedad de testimonio al decir que Castillo no daba pensión

¡Imagínense! No sólo hay denuncias, sino carpetas de investigación que documentan con hasta cinco tomos de pruebas lo dicho. Bueno, hasta hubo un juicio en el que ‘Juana’ logró demostrar que no estaba interesado en su hija y por lo cual le negaron la convivencia con la menor.

Fuera de broma, agárrense

En la fiscalía de Ernestina es muy fácil meter a alguien a la cárcel y José Miguel Castillo tuvo todo a su favor: una jueza doblegada, un delito fabricado de un supuesto fraude por una demanda de alimentos, ninguna prueba, justificaciones absurdas que se usaron para vincularla a proceso y después dictarle prisión preventiva justificada.

“En menos de 12 días judicializaron y pidieron audiencia inicial para formular mi imputación sin pruebas”.

“El MP declaraba que hay riesgo de fuga, sin investigar, sin nada. Así me la armaron. ¿De qué habla la fiscal diciendo que no pueden actuar, que si nos meten a la cárcel? No es su culpa, es de los jueces, pero si tú no armas una carpeta falsa y no judicializas, no hay juez, o sea, tú eres la que nos pones en charola para que el Poder Judicial, con otro juez corrupto, encarcele a gente inocente”, reprochó.

Te despedazan la vida

En aquella audiencia donde se le dictó prisión preventiva había 20 policías bancarios esperándola para ingresarla al reclusorio.

No importó nada, la querían encarcelar y lo hicieron.

“Estar en un lugar así (el reclusorio), pasar un túnel, es impactante y más siendo inocente. ¿Por qué tenía que estar yo en ese lugar?, ¿por qué se le ocurrió a una fiscalía corrupta hacerle el favor a un agresor cuando el investigado debería ser él?”, cuestionó.

En Santa Martha le bloqueaban el acceso y su derecho a una defensa, intentaron extorsionar a su familia con su libertad, pretendían que desistiera de sus denuncias ya que sólo así permitirían que saliera del reclusorio o, de lo contrario, la dejarían siete años presa.

Siete días le tomó a su abogado conseguir la suspensión provisional del proceso que le permitió salir.

No estaba sola, madres de los colectivos de víctimas de violencia vicaria también se manifestaron para exigir su liberación.

“Una niña que era tranquila y estable se me despierta en las noches con pesadillas llorando: ‘mamá, mamá, es que no quiero que te maten’. ¿Por qué una niña de siete años tiene que tener ese tipo de pesadillas?”.

Como otras víctimas, ha estado presente en las interminables mesas de trabajo de la fiscalía donde se presenta Ernestina. ¿De qué sirve que las escuche si no va a resolver nada, si los casos siguen pendientes, si pasa más de un año y no pueden judicializar una carpeta de investigación?

“Ernestina, deje de escuchar a las víctimas, resuélvanos”.

 

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