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lunes, 3 de octubre de 2022

Pachita, la chamana que realizaba trasplantes de de forma milagrosa





Pachita aseguraba que era poseída por el espíritu del tlatoani Cuauhtémoc, lo que le permitía hacer milagros. Esta es la historia de "la chamana más poderosa de México".

Debido a su fuerte carga cultural indígena, que se aleja del excesivo racionalismo occidental, México es destino atractivo para aquellos que gustan explorar las sendas esotéricas y del misticismo. A lo largo de su historia, en nuestro país han aparecido personajes que rayan en lo paranormal, desde presidentes como Francisco I. Madero o Plutarco Elías Calles, hasta santos apócrifos como el Niño Fidencio o Maria Sabina. Sin duda, uno de estos seres humanos que ha marcado la vida espiritual del país es Pachita, una chamana que fue objeto de estudio del científico Jacobo Grinberg, y cuya vida estuvo sumergida en el misterio.

De acuerdo con Grinberg, Bárbara Guerrero alias “Pachita”, nació en 1900 en Parral, Chihuahua. Abandonada por sus padres, Pachita fue criada por un afrodescendiente de nombre Charles, quien le enseñó a observar las estrellas y a sanar. Posteriormente, Pachita se unió a las filas del revolucionario Francisco Villa, donde luchó. Sumida en la pobreza, Pachita también fue cabaretera, vendedora de billetes de lotería y cantante en transportes público.Sin una mirada moralista, Grinberg apunta a que todas estas experiencias forjaron un carácter sabio en Pachita, pues se había enfrentado con la realidad cruda, trascendiendo el mundo de las ilusiones. Debido a esta profundidad espiritual, Pachita habría desarrollado la capacidad de obrar portentos, lo que la convertiría en “la chamana más poderosa de la historia de México”.

Pachita, la cirujana mística

La fama de Pachita se extendió en la década de 1970, cuando a su consultorio en la enigmática Casa de las Brujas de la colonia Roma asistían personajes de todas las clases sociales. Ahí, Pachita realizaba cirugías milagrosas que consistían en abrir al paciente con un cuchillo viejo, extraer órganos dañados y colocar uno nuevo materializado a través de un portento. Al final, Pachita cerraba la herida simplemente colocando sus manos, tras lo cual no quedaba evidencia del proceso quirúrgico.

“Durante las operaciones que realizaba ella era capaz de materializar y desmaterializar objetos, órganos y tejidos. El manejo de las estructuras orgánicas, Ie permitían realizar trasplantes de órganos a voluntad, curaciones de todo tipo y diagnósticos a distancia con un poder y exactitud colosales.”

Menciona Grinberg en su libro Pachita.

Pese a que la gente la buscaba a ella, Pachita no se atribuía los dones curativos a sí misma, pues aseguraba que su cuerpo era poseído por el espíritu de Cuauhtémoc, a quien llamaba “Hermanito “. De acuerdo con Pachita, el tlatoani habría sido el último poseedor de la facultad de obrar portentos, de ello que requiriera de un cuerpo para poder seguir ayudando a la gente.

“Ella se introducía en un trance transformando su personalidad y efectuando las operaciones a las que he hecho mención[…] Era el cumpleaños de Cuauhtémoc y eI recinto de las operaciones fue vestido de flores y saturado de incienso. Pachita se sentó en el centro del cuarto, respiro profundamente y unos minutos más tarde, eI saludo de Cuauhtémoc nos introdujo a un mundo mágico. En un mensaje magnífico, eI Hermano nos comunicó sus deseos y su amor.”

Relató Grinberg.

¿Cómo operaba Bárbara Guerrero?

El fenómeno de Pachita atrajo a investigadores de distintas disciplinas, entre ellos el escritor y director de cine, Alejandro Jodorowsky, y al ex jesuita Salvador Freixedo, quien se especializaba en estudios de lo paranormal. De ambos personajes existen testimonios, sin embargo, Jodorowsky fue más allá, colocándose en manos de Pachita para ser operado del hígado. En su libro La danza de la realidad: psicomagia y psicochamanismo, Jodorowsky relata:

“Yo padecí, aparte del olor a sangre y de la horrorosa visión de la víscera granate, el dolor más grande que había sentido en mi vida. Chillé sin pudor. Dio el último tirón. Me mostró un pedazo de materia que parecía moverse como un sapo, lo hizo envolver en papel negro, me colocó el hígado en su sitio, me pasó las manos por el vientre cerrando la herida y al momento desapareció el dolor. Si fue prestidigitación, la ilusión era perfecta”.

“Yo estaba mirando la mano en alto de Pachita, totalmente ignorante de lo que iba a suceder. Repentinamente, vi aparecer entre sus dedos un pedazo de carne rojiza. Ella ni lo miro, sencillamente lo tiró en el gran hueco que había abierto en el enfermo en la parte inferior de la espalda. No se tomó ni la molestia de colocarlo.”

Pachita y la teoría sintérgica: Todo es uno

Aunque fueron varios los investigadores y curiosos que visitaron a Pachita, sin duda Jacobo Grinberg fue el que buscó con mayor ahínco una respuesta a los portentos. Para lo anterior, Grinberg echó mano de su teoría sintérgica, la cual proponía que “no hay objetos separados unos de los otros, sino que es un campo informacional de una complejidad extraordinaria y que nuestro cerebro interactúa con este campo”. Sin obsesiones conceptuales, Grinberg mencionaba que dicho campo es el mismo que algunos físicos nombran “campo preespacial” y que cuando el cerebro interactúa con el campo se genera la percepción espacio-temporal que conocemos (objetos con forma y figura).

De acuerdo con la teoría, lo que percibimos es el resultado final de una interacción entre la matriz de información y nuestro cerebro, pero no tenemos acceso a saber cómo se creó esta percepción, por lo cual llegamos a pensar que la realidad es independiente de nosotros.

La laticce, la posibilidad de recrear la realidad

Sobre los portentos de los chamanes, Jacobo Grinberg pensaba que cuando la realidad se crea como resultado del proceso cerebral, ésta tiene realidad, pero como conciencia y no material. Debido a que Pachita estaba en un lugar de conciencia plena, podía actuar desde las leyes de ese nivel, en el que la persona rompe la ilusión de su individualidad y se da cuenta de que en realidad todo es conciencia.

Según la hipótesis de Grinberg, estos seres humanos excepcionales altamente facultados tendrían acceso a la laticce, una estructura fundamental que plantea que el espacio es una red o matriz energética hipercompleja de absoluta coherencia y total simetría. Al tener acceso directo al campo de información a través de un complejo trabajo neurológico, los chamanes serían capaces de modificar la realidad sensible.

“Pachita poseía un control único sobre su campo neuronal transformándolo y modificando con el a la estructura de la lattice. Aunque sus efectos parecían ser milagrosos se basaban, de acuerdo con esta hipótesis, en el mismo mecanismo que todos utilizamos para crear nuestras imágenes o nuestros pensamientos.”

Asimismo, Grinberg afirmaba que el campo neuronal de Pachita alcanzaba un estado conciencia pleno sobre la unidad de la existencia, por lo que su ego se disolvía y volvía a su origen. Una vez fusionada con la realidad plena, era capaz de obrar como “un rey de la creación”, pues estaba indiferenciada en la laticce. De esta misma forma, Grinberg explicaba la capacidad de Bárbara Guerrero para leer los pensamientos de las otras personas, pues su campo neuronal le permitía visitar distintos lugares de la matriz informacional.

¿Cómo se relacionaban Pachita y el hermanito Cuauhtémoc?

Pese a su propio convencimiento, Grinberg se mantenía escéptico sobre la relación entre Pachita y el espíritu del tlatoani Cuauhtémoc, ya que pensaba que, si existía una unidad de la existencia, los seres humanos debían de disolverse plenamente tras la muerte, borrando todo rastro de individualidad, como lo es la personalidad. Sin embargo, tras la muerte de Pachita, Grinberg se instruyó en el pensamiento islámico sufí, descubriendo que la individualidad en sí misma ya es una manifestación de la Unidad del Ser.

La idea de Unidad del Ser suele ser representada con arte geométrico en la cultura islámica.

“Conocí a Pachita cuando debía conocerla. Con ella aprendí que la individualidad se conserva aún después de la muerte corporal, que la sensación de ser un yo mismo, independiente y completo es sana y debe expandirse hasta acceder al Todo, que la unidad no se alcanza destruyendo el ego sino transformándolo después de aceptarlo. Su regalo más grande fue el entender que se es siempre y que, por lo tanto, es necesario respetar la vivencia de la existencia y no invalidarla.”

Explica el científico judeomexicano en la introducción de su libro Pachita.

Un gran final

Los portentos de Pachita fueron ampliamente documentados en los libros de Jacobo Grinberg. De acuerdo con los testimonios recopilados en el documetal El secreto del doctor Grinberg, Pachita y el científico se separaron para evitar que se hiciera pública la relación de la chamana y la familia del presidente Luis Echeverría. Bárbara Guerrero falleció en la Ciudad de México, el 29 de abril de 1979.

“Un maestro sufí hablaba con Dios:
Dios, Ie decía, muéstrame tu presencia
sin el velo de tus atributos.
Dios Ie contestaba con una negativa
¡No!
El sufí Ie rogaba:
¡Te lo suplico!
Dios Ie decía:
¡No!, porque no podrás resistir
la soledad de mi divina unidad.
El sufí emocionado replicaba:
¡Pero si eso es precisamente
lo que deseo, llegar a la
Unidad!
Pues bien, Dios accedía,
sabe entonces que tú eres aquello…”

 








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