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lunes, 11 de enero de 2021

Seguridad social y algo más: teletrabajo en pandemia

 

El Teletrabajo como se le conocerá legalmente, se define como la actividad desempeñada en más del 40% del tiempo en lugares distintos al establecimiento del patrón






La pandemia provocada por el covid-19 llegó para quedarse y con ello los cambios en el mundo del trabajo y la seguridad social, particularmente en lo que a “home office” se refiere, por lo que el Congreso ha iniciado reformas a la Ley Federal del Trabajo, a fin de reconocer y regular de manera adecuada las relaciones de trabajo bajo la figura de “TELETRABAJO”, lo cual fue aprobado y está pendiente su publicación.

Actualmente, es común que patrones y trabajadores recurran al famoso “quédate en casa”, ya sea por imposición de las autoridades que utilizando un semáforo aplican restricciones a diestra y siniestra, reduciendo horarios o capacidades, aplicando cuarentenas en determinadas fechas, cerrando ciertas zonas de una ciudad o incluso disolviendo reuniones, aunque no todas, porque si se trata de la boda de la presidenta municipal de Naucalpan, solo hay que buscar un estado de la República que tenga un semáforo distinto.

Es así como con las ocurrencias de los que están de florero y de los que no, nos enfrentamos a una época difícil, la cual nos tenemos bien merecida y no me refiero a la pandemia, porque no soy de los que piensan que nos cayó como anillo al dedo, sino a la época de la cuarta transformación, la cual coincido en que es necesaria, pero como un proceso de transformarse para crecer.

 El Teletrabajo como se le conocerá legalmente, se define como la actividad desempeñada en más del 40% del tiempo en lugares distintos al establecimiento del patrón, por lo que no se requiere la presencia física del trabajador en el centro de trabajo, utilizando tecnologías de información y comunicación, pero no se considera teletrabajo aquel que se realiza de forma ocasional o esporádica.

En principio, podría surgir la pregunta de si estamos en presencia de teletrabajo en situaciones de cuarentena como la que se ha impuesto y si esto solo aplica en la Ciudad de México y Estado de México, cómo es que los patrones determinarán la aplicación o no de estas disposiciones, a pesar de que la citada reforma señala que la modalidad de teletrabajo es voluntaria, salvo casos de fuerza mayor debidamente acreditada.

Asimismo, los patrones tendrán obligaciones tales como: proporcionar, instalar y encargarse del mantenimiento de los equipos necesarios para el teletrabajo, ya sea computadoras, sillas ergonómicas e impresoras, además de tener que asumir los costos de servicios de telecomunicación, parte proporcional de electricidad y respetar el derecho a la desconexión de sus trabajadores. 

Destaca la obligación de inscribir a los trabajadores al IMSS e INFONAVIT, y con ello la importancia de comprender que es un accidente o enfermedad de trabajo, lo cual actualmente está descrito en las leyes como toda lesión orgánica o estado patológico que ocurre a los trabajadores, sea de manera repentina o por la exposición continuada de una causa que tenga su origen en ejercicio o con motivo del trabajo o en el lugar en el que éste se vea obligado a prestar sus servicios.

La reforma no logra resolver qué sucederá con los riesgos de trabajo “en casa”, por lo que el Congreso tuvo la ocurrencia de señalar que será el presidente quien defina en un plazo de 18 meses mediante una Norma Oficial Mexicana, las obligaciones en materia de seguridad y salud en el teletrabajo.

Se deja una vez más en manos del Poder Ejecutivo una tarea que debió ser del Poder Legislativo, siendo que lo correcto era definir en el texto de ley los límites y consideraciones a los posibles riesgos que se susciten “en casa”, ya que hay una diversidad de acontecimientos que pueden ocurrir en los domicilios, los cuales no deben ser considerados riesgos de trabajo con afectación del patrón en el pago de sus cuotas al IMSS.

Claramente México enfrenta un gran reto, donde los odios de unos y otros, así como las ocurrencias de senadores que se sienten estrellas de las redes sociales, no nos benefician, aún y cuando crean qué hay personas felices con un sueldito de cincuenta mil pesos, siendo que deberían de legislar de manera ética y responsable.

Es momento de dejar atrás las diferencias de pensamiento y construir juntos el futuro, con la aplicación de estas y otras leyes que permitan a México ser un país con un verdadero estado de derecho, donde a pesar de no haber coincidencia de pensamiento, haya armonía como nación.

 

 

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