Directorio

Directorio

martes, 6 de octubre de 2020

El corazón de la sierra de Guadalupe primer Temazcal y la Visual arqueoastronómica desde la entrada de la cueva de los Tecotines.

 

María de la Asunción García Samper.

Doctor en Arqueología. Víctor Arribalzaga Tobón.

Centro de Estudios Mesoamericanos. A. C.

 















De acuerdo al ordenamiento de un sistema de visualización e integración del paisaje para la realización de cálculos calendáricos de índole agrícola, cívico o ritual basado en la observación de los astros, en esta ocasión se observa el fenómeno de la salida solar vista desde la entrada de la llamada Cueva de los Tecotines, ubicada en la parte nororiente del Cerro Ehécatl, en el municipio de Ecatepec, Estado de México. (Fig. 1) (Garcia Samper, Maria de la Asunción, Víctor Arribalzaga Tobón, Juan Aguilar, Arturo Piñón, Arqueología de la Sierra de Guadalupe, Centro de Estudios Mesoamericanos. A. C. 2020).

 

     Por la posición de la entrada de la citada cueva, tendríamos una observación importante para la salida del sol en el solsticio de verano, 21 de junio, la cual, en el horizonte actual, no se alcanzan a distinguir sitios importantes en relación con el mundo prehispánico por la contaminación atmosférica.

 

De esta manera, observamos en el horizonte una salida del sol para el solsticio de verano, máximo corrimiento al norte, la línea que se observa desde la entrada de la cueva de los Tecotines tiene un azimuth de 64.31°, la cual al prolongar la línea nos señala el punto de referencia que los antiguos habitantes de Ecatepec tenían como un indicador en el paisaje para señalar una fecha de importancia relativa a las prácticas agrícolas: inicio de un nuevo ciclo agrícola para el altiplano mexicano. (Fig. 2) (Garcia Samper, Maria de la Asunción, Víctor Arribalzaga Tobón, Juan Aguilar, Arturo Piñón, Arqueología de la Sierra de Guadalupe, Centro de Estudios Mesoamericanos. A. C. 2020).

 

     Con las nuevas herramientas tecnológicas a nuestro alcance, podemos realizar el análisis de esa proyección que en la época prehispánica cobraba tal relevancia para el sostenimiento de la civilización, como son, el dominio de los calendarios agrícolas.

 

     Aquí mismo se comparten las imágenes resultantes del análisis de ese evento de importancia para las sociedades prehispánicas del altiplano.

 

Mencionábamos que la línea correspondiente al azimuth de la salida del sol para esa fecha al prolongarla, nos enfoca a un sitio de gran importancia para el Periodo Clásico (del 100 a.e.c. al 650 d.e.c.), [1] (a.e.c., antes de la era común; d.e.c., después de la era común. que es Teotihuacan). (Garcia Samper, Maria de la Asunción, Víctor Arribalzaga Tobón, Juan Aguilar, Arturo Piñón, Arqueología de la Sierra de Guadalupe, Centro de Estudios Mesoamericanos. A. C. 2020).

 

     La cueva de los Tecotines fue intervenida de tal manera que al parecer es una cueva artificial, construida en un lugar y con una posición determinada a las fechas de importancia que desde esa parte de la Sierra de Guadalupe se puede observar.

 

     Tenemos antecedentes en el Cerro de la Estrella, en la Alcaldía de Iztapalapa, Ciudad de México, de una oquedad que al parecer es artificial y fue alineada para que la salida del sol del solsticio de invierno (21 de diciembre), iluminara el interior de ella; es llamada la Cueva del Oso. (Fig.3) (Garcia Samper, Maria de la Asunción, Víctor Arribalzaga Tobón, Juan Aguilar, Arturo Piñón, Arqueología de la Sierra de Guadalupe, Centro de Estudios Mesoamericanos. A. C. 2020).

 

La trascendencia de la cueva de los Tecotines es el referente en el paisaje tomado desde su ubicación: La Pirámide del Sol en Teotihuacan, a 23.6 kilómetros de distancia.

 

     Hasta el momento, por parte de la arqueología mexicana, no se han identificado instrumentos de medición u observación a distancia de objetos o astros, pero su ausencia no descarta su existencia.

 

     La astronomía prehispánica la podemos manejar como observacional del paisaje, al carecer de los artefactos para tal fin, por lo que a veces es infructuoso hacer cálculos astronómicos cuando resolvemos a simple vista la intencionalidad de tales eventos dentro de una estructura social ya desaparecida pero viva en sus vestigios materiales. (Garcia Samper, Maria de la Asunción, Víctor Arribalzaga Tobón, Juan Aguilar, Arturo Piñón, Arqueología de la Sierra de Guadalupe, Centro de Estudios Mesoamericanos. A. C. 2020).

     Es interesante los rituales cosmogónicos y religiosos de nuestros pueblos indígenas asentados en las laderas del cerro del Ehecatl bajando hacia parque Ehecatl y también aquellas aldeas más antiguas que se distribuían a un lado de la barranca llamada del Ehecatl ya allí se daba culto a Tlahuizcalpantecuhtli-Ehecatl-Quetzalcoatl-Pantecatl-Painal, los cuales están representados no solo en el cerro sino en la arqueología que se localiza en museos y también en el muro del convento franciscano del pueblo de Ecatepec Ce Tochtli o sea Pantecatl ya que eran pueblos agricultores quienes contaban con terrazas escalonadas y con sus metepancles y muros de contención y allí mismo levantaron sus casas con materiales provenientes de las pencas del maguey (García Samper, María de la Asunción, Rossana Enríquez. Arguello y Enrique Salazar y Salazar, El Mensajero de la Virgen de Guadalupe Ideal Editores, 2001.).

     En el Ehecatl existía una cueva:” Restos prehispánicos, consistentes en muros y cerámica, y de una cueva, que era aún factible percibir los restos de una pintura de carácter arqueológico, y que el arqueólogo fue a inspeccionarla” (Du Solier Wilfredo, UNA REPRESENTACION PICTORICA DE QUETZLCOATL EN UNA CUEVA, Apéndice En: Tesis Humberto Domínguez Chávez. Arqueología de Superficie en San Cristóbal Ecatepec Estado de México. Un estudio del desarrollo de las fuerzas productivas en el México Prehispánico. Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, México. 1979).

Desde épocas novohispanas ya que allí llegaban un grupo de danzantes llamados de Tecotines, siendo el origen México “El tocotín es una danza, música, canto o composición literaria de México, que fue un recurso bastante habitual en la literatura barroca de Nueva España.

     Siendo por lo tanto del tocotín indígena una fiesta que integraba varios elementos de expresión, en cambio el tocotín novohispano se trataba de un baile dramatizado cuyo texto podía ser en español o náhuatl, o bien en una mezcla de ambas lenguas.

     Los tocotines eran utilizados en muchos eventos de la sociedad novohispana, como pastorelas o representaciones teatrales. Uno de los primeros autores en identificar este recurso y estudiarlo fue Francisco Bramón, quien apunta que este baile de raíces prehispánicas se acompañaba de varios instrumentos musicales; entre ellos, tambores de madera. Se celebraba el 24 de junio, día del solsticio de verano.

Cueva de los Tecotines.

La llamada cueva de los Tecotines por los habitantes de Ecatepec y que trasmitieron al arqueólogo Do Solier  a través del entonces encargado de la Casa de Morelos o Casa del Real Desagüe o de los Virreyes (hoy Centro Comunitario Ecatepec Casa de Morelos) en el año de 1939, ya que en esa Cueva y la famosa piedra Equinoccial era costumbre danzar en épocas de la primavera o sea 21 de marzo y otras fiestas conmemorativas como son 3 de mayo.

“Los pueblos indígenas y agrícolas viven una fusión entre el hombre y la naturaleza, por esta razón, el ritual para ellos es muy importante, ya que creen que lo que tienen lo consiguen a través de la magia y los rituales de hechicería. La gente está convencida de que obtiene salud, amor, buena fortuna, alivio en sus necesidades, y adivinación del futuro, mediante la veneración a las fuerzas cósmicas” (. RELLANO, I., El teatro en la Hispanoamérica colonial, Madrid, Iberoamericana, 2008, p. 102. ISBN 978-84-8489-326-4).

     Dicha práctica tuvo su origen en la petición de la buena lluvia al dios Tláloc, y en la época de la Colonia, al asimilarse la religión católica, Tláloc fue sustituido por san Miguel Arcángel.
     Nos señala también el lugar donde se encuentra la cueva al suroeste al pie de una serie de acantilados que en ese lado existen.

     Y nos dice que la “parte exterior de la cueva semeja un pórtico, quizás debido a una gran grieta de formación natural”, y que la altura del primer acceso es de 6 metros con una profundidad de cuatro metros. (Ecatepec Estado de México. Un estudio del desarrollo de las fuerzas productivas en el México Prehispánico. Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, México. 1979. Du Solier Wilfredo, UNA REPRESENTACION PICTORICA DE QUETZLCOATL EN UNA CUEVA, Apéndice En: Tesis Humberto Domínguez Chávez. Arqueología de Superficie en San Cristóbal)

 

     Siendo de forma irregular aún conservaba restos de aplanado y es posible que estuviese además de estucado con algunas pinturas que ya no existen. Pero al final de la misma se encuentra dos cuevas una arriba de la otra siendo la de arriba estucada de blanco conservándose en buen estado de conservación. (Fig. 4).

     Y nos proporciona información muy valiosa señalándonos que se trata de dos oquedades, la que se encuentra arriba es donde encontró la pintura de la cual ahora hablaremos, y realiza un corte de la cueva la cual tiene una profundidad de 12.50 mts con una altura probablemente de 1.20 mts. (Figura 6)

     Esta toda estucada como otras cuevas cercanas a esta doble cueva y que en algún momento tuvieron también pinturas que con el tiempo desaparecieron, cuando estuvimos realizando estudios sobre esta cueva los arqueólogos Andrés Gutiérrez Pérez, Francisco Rivas Castro y María de la Asunción García Samper me refiero desde los años de 1989 al 1995 donde registramos y fotografiamos toda la arqueología del cerro y sus faldas incluyendo la barranca de las Venitas información publicada en libros del Seminario de Iconografía I y 2 coordinado por la Doctora Beatriz Ahuatzin de Piña Chan libros editados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia y más tarde por el Centro Mariano en el año de 1996 (García Samper, Maria de la Asunción y Andrés Gutiérrez Pérez, Simbolismo sincrético en San Cristóbal Ecatepec, México, Centro Mariano, 1996).(Figura 7)

     Pero con desprendimientos en algunas partes, y nos dice que “fue nivelada en su parte inferior, por medio de un piso artificial de estuco, que tenía como asiento un emparrillado de varas y entre este y el estuco una capa de tierra vegetal bien comprimida” (Du Solier Wilfredo, UNA REPRESENTACION PICTORICA DE QUETZLCOATL EN UNA CUEVA, Apéndice En: Tesis Humberto Domínguez Chávez. Arqueología de Superficie en San Cristóbal Ecatepec Estado de México. Un estudio del desarrollo de las fuerzas productivas en el México Prehispánico. Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, México. 1979). (Figura.5)

     Con su parte superior que parece una semiaboveda da. Ambas cuevas estan orientadas de norte-sur, en sus ejes de máxima longitud.

     Al este de lo que denomino pórtico o gran grieta, existe una pintura, que fue destruida en parte, pero presenta una bella policromía (Du Solier Wilfredo, UNA REPRESENTACION PICTORICA DE QUETZLCOATL EN UNA CUEVA, Apéndice En: Tesis Humberto Domínguez Chávez. Arqueología de Superficie en San Cristóbal Ecatepec Estado de México. Un estudio del desarrollo de las fuerzas productivas en el México Prehispánico. Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, México. 1979).

     La imagen nos presenta la arquitectura de un probable teocalli circular con techo de “triángulo trunco con un pequeño remate o borde, este techo está pintado de color amarillo intenso y representando seguramente un techo de paja” Xocolli (Así se le llamaba a esta clase de techo cónico en Cholula Puebla” Tenía por techo una copa redonda pajilla. Fray Toribio de Motolinía, Relaciones de la Nueva España, tomo II, cap. VII.UNAM Pág. 86.1994).(Figura 8)

     Más bien quizás de pencas de maguey como era costumbre su uso en las casas y edificios cívico religiosos desde la época del preclásico en esta región cuya economía fundamentada estaba en la agricultura en terrazas escalonadas con muros de contención revestidos de piedra y con sus metepancles y la fila de magueyes de pueblos productores del octli o pulque y la explotación de estos agaves intensamente para extraer tanto las flores que servían para la comida, el gusano del maguey, el pulque, y el ixtle para realizar una serie de productos tejidos.

     En la región noroeste de la cuenca de México existe las evidencias Arqueológicas e Históricas de la presencia del temazcal, y en estos lugares como los municipios de Tecamac, Nextlalpan, Acolman, Teotihuacan, Ecatepec, los arqueólogos los han reportado en sus informes técnicos de exploración arqueológica.

     En la misma sierra de Guadalupe existe un temascal muy antiguo den una cueva de la cual salía un venero de agua caliente también los temazcales como el del cerro del Guerrero donde adecuaron una cueva de la cual brotaba vapor de agua surgiendo un manantial de agua caliente, a la entrada una gran piedra triangular con un Petrograbado de una vulva femenina estaba cerca de un antiguo santuario a las Cihuateteos.(Figura 9) (Garcia Samper, Maria de la Asunción, Víctor Arribalzaga Tobón, Juan Aguilar, Arturo Piñón, Arqueología de la Sierra de Guadalupe, Centro de Estudios Mesoamericanos. A. C. 2020).

     Tambien otro temazcal en la cueva de debajo de la Pintura en los Tecotines, la cual fue realizada horadando la roca, cuenta con su banqueta donde las mujeres pueden sentarse para recibir el baño ritua, tiene aún restos de lo ahumado en el techo y sus paredes. (Garcia Samper, Maria de la Asunción, Elvia Martínez Contreras, Jordán Daniel Rangel, Heriberto Augusto Salas Navarro y Érica Trejo Morgado, “Historia antigua del Ehecatl”, Centro de Estudios Mesoamericanos, A, C. 2020).( (Figura 9)

      Un temazcal (del náhuatl temazcalli, ‘casa donde se suda’, de temaz, ‘sudor’, y calli, ‘casa’) hace referencia a un ritual ancestral y a un baño de vapor empleado en la medicina tradicional y la cotidianidad de los pueblos del centro de México. (Garcia Samper, Maria de la Asunción, Elvia Martínez Contreras, Jordán Daniel Rangel, Heriberto Augusto Salas Navarro y Érica Trejo Morgado, “Historia antigua del Ehecatl”, Centro de Estudios Mesoamericanos, A,C. 2020).

·     El cuarto de baño, que en lo general no debe sobrepasar un metro y medio de alto y en promedio dos metros de largo. Pueden ser cuadrados o redondos.

·     El tlexictli u hornilla, que es donde se coloca la leña que calentará el temazcal a través de una pared hecha de piedras y que, al mismo tiempo, impide el paso del humo al cuarto de baño.

·     La entrada al cuarto de baño. (González Torres, Yolotl; Juan Carlos Ruiz Guadalajara (1995). Diccionario de mitología y religión de Mesoamérica. Ediciones Larousse. pp. 165,178. ISBN 970-607-802-9.)

Finalmente, una tlachinolli u hoguera donde se calentará agua, que puede o no contener infusiones medicinales

Nuestros antepasados construyeron el temazcal como la representación de un vientre materno donde se encuentra un nuevo ser que se alimenta del ombligo, de la madre y ahí dentro vive en ese oscuro centro. Ahí es donde se van metiendo las piedras incandescentes volcánicas en pequeños grupos comenzando por trece piedras que forman la primera puerta así se hacen cuatro sesiones, cuatro puertas, cuatro entradas hasta llegar a 52 piedras que representan al sol simbólicamente.

El temazcal está hecho en el sexo femenino porque ahí se hacían las curaciones de mujeres cuando estaban embarazadas.

 

     El temazcal estaba dedicado por la diosa Toci ("Nuestra abuela"), también llamada Teteo Innan ("la madre de los dioses") y Temazcalteci ("abuela de los baños de vapor"), patrona de los médicos, de las parteras, de las yerberas, de los adivinos y de los temazcaleros.

 

     Al lado de este edificio continúan una serie de construcciones ya casi borradas. Abajo del techo viene un listel pintado también de amarillo, pero posteriormente fue decorado con motivos de color café claro. En el límite con el listel amarillo otro más delgado de color negro, y en su interior círculo del color del aplanado, debajo de este la puerta qué le daba acceso (Du Solier Wilfredo, UNA REPRESENTACION PICTORICA DE QUETZLCOATL EN UNA CUEVA, Apéndice En: Tesis Humberto Domínguez Chávez. Arqueología de Superficie en San Cristóbal Ecatepec Estado de México. Un estudio del desarrollo de las fuerzas productivas en el México Prehispánico. Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, México. 1979).

    En el interior de la entrada se observa aún un personaje ricamente ataviado, con los brazos, los pies calzados, el final de su tocado y el de su maxtlatl. Del cuerpo de este existen aún algunos detalles (Du Solier Wilfredo, UNA REPRESENTACION PICTORICA DE QUETZLCOATL EN UNA CUEVA, Apéndice En: Tesis Humberto Domínguez Chávez. Arqueología de Superficie en San Cristóbal Ecatepec Estado de México. Un estudio del desarrollo de las fuerzas productivas en el México Prehispánico. Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, México. 1979).

     Sus pies y manos de color negro y sus piernas y brazos cubiertos con huesos. En su mano izquierda, empuña dos puntas que parecen de maguey y son de color rojo. Calza cacles con policromía de atadura. Inmediatamente arriba de las piernas y cayéndole sobre el vientre, se percibe el final de un “ehecacozcatl” caracol cortado longitudinalmente o Joyel del viento.

     En la    parte posterior de la figura existen una ataduras y flecos de plumas que posiblemente partían del cinturón.

     El cuerpo del templo propiamente dicho consta de tablero y Talud. Esta parte del edificio descansa sobre una estructura compuesta por tres cuerpos con sus escalinatas y alfardas con 23 escalones y remata por un dado muy probable como las de Tenayuca y Santa Cecilia en Tlalnepantla.

Templo:

     De acuerdo con los símbolos paralelos, los cuales, según Bodo Spranz forman un punto de unión de diferentes documentos (Spranz, Bodo. Los dioses en los códices mexicanos del grupo Borgia, México, FCE. 1993), nosotros hicimos una comparación con los códices mixtecos, y encontramos similitudes en cuento a la pintura d las manos, los pies y la pintura corporal. Do Solier nos señala que en el rostro ya no existe la máscara que quizás tenia, en forma de calavera, y que podemos ver en el Códice Vaticano. En el Borgia se le representa como conejo, a lo que Do Solier denomina Pantécatl (Do Solier, Wilfrido, “Una representación pictórica de Quetzalcóatl en una cueva”, México, en Revista Mexicana de Estudios Antropológicos, 1939), y se reconoce porque tiene pintura corporal de huesos en brazos y piernas; empuña en su mano izquierda dos punas pintadas de rojo, sangre de auto sacrificio, una de maguey y otra de hueso; y como es Ehecatl, en su mano derecha porta la bolsa de copal con el caracteristico joyel del viento en corte longitudinal, y el copilli o gorro cónico forrado de plumas de quetzal y adorna sus espaldas. Aún conserva su maxtlatl, o paño de cadera, con su extremo redondeado propio de Quetzalcóatl.

     Trae sus pies calzados con cactlis con el listón en moño dorado. La figura se muestra en actitud dinámica, como un personaje en plena marcha, y está sobrepuesto al dibujo del templo blanco, cuyo techo es cónico y muy pronunciado, y está pintado de amarillo como si fuera de paja, por lo que se puede suponer que el templo era redondo y descansaba sobre una estructura piramidal de tres cuerpos, con una empinada escalinata de 243 escalones(García Samper, Maria de la Asunción y Andrés Gutiérrez Pérez, Simbolismo sincrético en San Cristóbal Ecatepec, México, Centro Mariano, 1996).

     El templo luce su puerta de perfil, y el dintel es de color café oscuro, un poco más arriba se aprecia una franja también oscura, paralela al dintel, con 12 chalchihuites (Do Solier, Wilfrido, “Una representación pictórica de Quetzalcóatl en una cueva”, México, en Revista Mexicana de Estudios Antropológicos, 1939).

     Para los grupos asentados en esta región de Ecatepec, muy afectos al simbolismo, Tlahuizcalpantecuhtli era una deidad de mucha importancia. Ellos comenzaron a contar sus años religiosos por los movimientos de la estrella de la tarde, el gemelo de Xolotl, y la estrella de la mañana, Tlahuizcalpantecuhtli. Esta dualidad representaba un medio sol que, con el otro medio sol cargando a sus espaldas, resultaba un sol completo, deslumbrante, según el códice vaticano (García Samper, Maria de la Asunción y Andrés Gutiérrez Pérez, Simbolismo sincrético en San Cristóbal Ecatepec, México, Centro Mariano, 1996).

     Este sol representaba a estos pueblos la fuente máxima de calor y energía, que conserva y sustenta a todas las criaturas, y así reprodujeron el momento en que el planeta Venus aparentemente es alcanzado por el fuego del sol, desapareciendo de la vista como la estrella de la mañana (García Samper, Maria de la Asunción y Andrés Gutiérrez Pérez, Simbolismo sincrético en San Cristóbal Ecatepec, México, Centro Mariano, 1996).

      Suponían que Quetzalcóatl se sacrificaba arrojándose en la hoguera, pero que su corazón emergía de entre las cenizas siete días después apareciendo en el occidente como la estrella de la tarde, probando su capacidad de reencarnación (García Samper, Maria de la Asunción y Andrés Gutiérrez Pérez, Simbolismo sincrético en San Cristóbal Ecatepec, México, Centro Mariano, 1996).

     Esta teogonía, o manifestación visible de la deidad, es probable que los sacerdotes la hayan podido apreciar desde la cueva de los Tecotines, usada como observatorio astronómico y lugar para la meditación, lo mismo que como sitio para permanecer en el ayuno, en ayuda de este drama cosmogónico, a la manera de como lo hacían estos grupos de la cuenca de México, quienes se autosafricaban y ayunaban ayudando de esta manera que el sol descendiera al inframundo todos los días(García Samper, Maria de la Asunción y Andrés Gutiérrez Pérez, Simbolismo sincrético en San Cristóbal Ecatepec, México, Centro Mariano, 1996).

     Hernando Ruíz de Alarcón dice que:” …en la cumbre de montes y lomas altas, donde estaban los cercos y montones de piedras, donde tenían los ídolos es de diferentes hechuras y nombres, en los mismos lugares estaba aquel supremo dios que todos llaman el señor del mundo, Tlalticpaque…” (Ruiz de Alarcón, Hernando, Tratado de las supersticiones y costumbres gentilicias, 1629).

     Es importante recordar también que era a este caminante celeste a quien se encomendaban caminantes y comerciantes. En la misma obra, Ruiz de Alarcón nos dejó el siguiente testimonio:

 No me ofenda algún genero de dolores (por lo que causan) dolor verde y pardo obscuro. Empleados y revestido con las manos y los pies de los que habitan con los dioses y, tu señor verde golpeado, verde aporreado, acude a mi favor, que soy señalado encantador y el dios Quetzalcóatl, que no soy quienquiera. El sol o día, ayúdame, para que yo me anticipe a ti y ande el camino que tu iras después, y andarás después tu camino, porque antes que lo acabe (antes que se ponga el sol), allá yo ando y pasado los llanos y las barrancas y quebradas, que ya hallaré, y no me ha de dañar la desigualdad del cielo o la tierra, porque yo he de ir por encima del mismo cielo, por encima del mismo cielo he de caminar(Ruiz de Alarcón, Hernando, Tratado de las supersticiones y costumbres gentilicias, 1629).

     Esta conjura parece aludir a otra imagen de Tlahuizcalpantecuhtli, el caminante celeste, labrada en piedra verde, que también representa a un sacerdote con un disfraz de descarnado, esta imagen esta ricamente cubierta de simbolismos, y actualmente se encuentra en el Landesmuseum de Stuttgart, Alemania.

 

Bibliografía (en todos estos libros se registra la cueva de los Tecotines desde 1938).

                                         

-García Samper, María de la Asunción y Eduardo Corona Sánchez, Ecatepec y sus pueblos, 1990, Centro de Estudios Mesoamericanos. A. C.

-García Samper, Maria de la Asunción y Andrés Gutiérrez Pérez, Simbolismo sincrético en San Cristóbal Ecatepec, México, Centro Mariano, 1996.

-García Samper, Asunción y Andrés Gutiérrez Pérez, Iconografía y sincretismo de los dioses nahuas en Ecatepec y sus pueblos, INAH, Beatriz Barba de Piña Chán; Coordinadora,1998.

-García Samper, María de la Asunción, Rossana Enríquez. Arguello y Enrique Salazar y Salazar, El Mensajero de la Virgen de Guadalupe Ideal Editores, 2001.

-García Samper, María de la Asunción, ‎Rossana Enríquez Arguello, ‎Enrique Salazar y Salazar –El Santo Juan Diego el mensajero de la Virgen indígena de la Virgen de Guadalupe, Centro de Estudios Mesoamericanos. A. C. 2002.

-Garcia Samper, Maria de la Asunción, Elvia Martínez Contreras, Jordán Daniel Rangel, Heriberto Augusto Salas Navarro y Érica Trejo Morgado, “Historia antigua del Ehecatl”, Centro de Estudios Mesoamericanos, A, C. 2020.

-Garcia Samper, Maria de la Asunción, Víctor Arribalzaga Tobón, Juan Aguilar, Arturo Piñón, Arqueología de la Sierra de Guadalupe, Centro de Estudios Mesoamericanos. A. C. 2020.

-Du Solier Wilfredo, UNA REPRESENTACION PICTORICA DE QUETZLCOATL EN UNA CUEVA, Apéndice En: Tesis Humberto Domínguez Chávez. Arqueología de Superficie en San Cristóbal Ecatepec Estado de México. Un estudio del desarrollo de las fuerzas productivas en el México Prehispánico. Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, México. 1979.

-González Torres, Yolotl; Juan Carlos Ruiz Guadalajara (1995). Diccionario de mitología y religión de Mesoamérica. Ediciones Larousse. pp. 165,178. ISBN 970-607-802-9.

-Así se le llamaba a esta clase de techo cónico en Cholula Puebla” Tenía por techo una copa redonda pajilla. Fray Toribio de Motolinía, Relaciones de la Nueva España, tomo II, cap. VII.UNAM Pág. 86.1994.

-Spranz, Bodo. Los dioses en los códices mexicanos del grupo Borgia, México, FCE. 1993.

No hay comentarios :

Publicar un comentario