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jueves, 23 de enero de 2020

“Historia de una locomotora llamada la Cucaracha o la Mochita”

María de la Asunción García Samper.
Miguel Nicolás Moreno Alcántara.
Elvia Martinez Contreras.
Jordán Daniel Flores.



Foto del tren llamado la Cucaracha

Foto propiedad de: El Modelo agroexportador



Esta crónica se desarrolla en la región de la Villa de Guadalupe cruzando por Atzacoalco muy cerca del Cerro del Guerrero en las orillas de la sierra de Guadalupe, pasando por los pueblos de Santa Clara Coatitla, San Pedro Xalostoc y Santa María Tulpetlac situados en el hoy municipio de Ecatepec de Morelos, corría por detrás de estos pueblos dirigiéndose por el camino de los 9 pueblos antes el camino Real, llegando cerca de la Casa del Real Desagüe hoy Casa de Morelos y siguiendo por las vías de un puente viejo de fierro construido hacia los años de 1887, que en épocas revolucionarias los Zapatistas volaron con dinamita. Este relato inicia en los tiempos del General Lázaro Cárdenas.
Mario cabalga a pelo en su caballo alazán por las tierras áridas, polvorientas y de pocos pastos que cubren los terrenos que desde años atrás han sido desecados y que formaban parte de la laguna de Texcoco. Es de mañana y el clima es fresco, va por el camino que lleva a las tierras del ejido Atzacoalco, las que están en el paraje que le llaman “la laguna” –al oriente del Gran Canal de desagüe-, en esa zona todavía hay charcos de agua salada por donde quiera que se vea. Él con su vestimenta común: pantalón de peto de mezclilla –remendado en sus roturas- y camisa blanca de manta ya desgastada, su sombrero de palma y, en esta ocasión, huaraches.

Foto del tren llamado la Cucaracha.
Cruza el canal Santa Coleta y por su ladera se dirige a los terrenos de siembra para “echar un ojo” al ganado. Se detiene y sin desmontar observa la manada, cuenta rápidamente las vacas. Si, están todas, son once y pastorean al lado de las milpas que cultiva la familia Valeriano, en la parcela delimitada por el canal Santa Coleta, el Río de los Remedios y el Gran canal. Entonces escucha el silbido de “la Mochita”, en dirección de donde sale el sol, dirige su mirada y la ve. Observa que avanza con lentitud, como si cargara mucho peso y le faltaran fuerzas para jalar su carga, se ve vieja la máquina de vapor, descuidada, a la que la gente llama La mochita o la Cucaracha. Lleva tres vagones, uno de ellos de pasajeros y alcanza a ver las siluetas de algunas personas. Y ahí va, rumbo al norte, hacia el estado de Hidalgo.



Siempre se ha preguntado hasta donde llegará, donde será su destino. Algunos dicen que va a Pachuca, otros que a Apasco o a Progreso. Pero la locomotora “la mochita” sigue echando humo por su chimenea y vapor de agua por los costados generados por su caldera, y continúa su camino a paso lento. Es una visión fascinante ver el ferrocarril teniendo como fondo las llanuras -con sus tonos de grises y blancos- el lago y allá, al final, las montañas de la sierra Nevada.

Mario tiene varios caballos, le gusta mucho montarlos, no son propiamente suyos, sino de la familia “Del Castillo”, sus patrones, que viven en la casona de la esquina que forman las calles López de Santa Ana y López Rayón, a la entrada de la colonia General Martín Carrera y a escasos metros del templo El Pocito, en la Villa de Guadalupe. Trabaja de vaquero porque no tuvo más oportunidad que cuidar bueyes, vacas y caballos ya que su padre murió cuando tenía ocho años de edad y en Atzacoalco solo daban instrucción hasta el tercer grado de primaria, por lo que su madre se vio en la necesidad de conseguirle trabajo con las familias ricas de la Villa de Guadalupe, para ayudarse en las necesidades económicas de la familia.
El Ferrocarril del Desagüe de México —nombre oficial del llamado “Cucaracha”— tiene su origen en la construcción del Gran Canal de Desagüe de la Ciudad de México que inició en el año de 1862, cuando el Ing. Carlos Villada era Director de Caminos y a la vez encargado del Albarradón. En un reporte dejó este testimonio:

“... que la calzada de Cristo Rey está siendo utilizada para el paso de grandes carros de transporte, que vienen de Veracruz. Los perjuicios han sido mayores en la calzada construida sobre el dique de San Cristóbal, por donde hoy indispensablemente tiene que usarse para dirigirse a Pachuca, y es también el camino preferido por el interior, ha resistido muy bien el tránsito de diligencias y de multitud de carros ligeros que caminan constantemente cargados de pulque, pero está provocando que la presa del rey, al ver aumentado considerablemente su caudal como consecuencia del último temporal que ha sido bastante para inundar el pueblo de Tizayuca.
Con anterioridad, se hizo mención de dos placas en la capilla de Cristo Rey, la segunda dice así: “Calzada de Morelos, la Construcción de sus muros y construcción de su terraplén se hicieron con fondos del Ministerio de Fomento en el año de 1864, siendo concluido e inaugurado por el presidente Don Porfirio Díaz el 17 de marzo de 1900.para los trabajos del Túnel se instaló un tren, en 1886, nombrado “Ferrocarril del Desagüe del México.

Le decían “La cucaracha” muy probablemente por el corrido popular del mismo nombre, debido a su lentitud y a su torpeza para caminar (Tardaba 8 horas en llegar a la ciudad de México y constantemente se volteaba). Fue el ingeniero Luis Espinosa y la mano de obra mexicana, quienes concluyeron el Túnel en 1894. Sobre la misma vía se instaló un autovía, para un pequeño carro de pasajeros, También se colocó la primera línea telefónica en 1897. Existen aún personas que trabajaban como maquinistas en el ferrocarril, o que se transportaron en él.


El ferrocarril se construyó casi a la par que el canal, pues en él se trasladaba a los trabajadores y la maquinaria de excavación. El tren era de vía angosta e iba al costado poniente del canal, salía de la terminal ferrocarrilera San Lázaro, pasando por el antiguo camino real (hoy llamado de los 9 pueblos). Como lo mencionamos, pasaba por el camino del gran canal llegando hasta antes de la casa de los Virreyes siguiendo su curso por un puente que en la época de los zapatistas estos lo volaron con dinamita y que hoy conserva la fecha de la construcción del mismo hacia el año de 1880 aprox. después seguía y hasta Progreso en el estado de Hidalgo, que es donde se ubica el tajo y túnel de Tequixquiac, donde culminaron las obras del Gran Canal, desembocando en el rio Tula.

No se sabe si le llaman “la cucaracha” por su lentitud, ya que le ocupa casi todo el día para realizar el trayecto de la ciudad de México al pueblo de Progreso. O si por el corrido revolucionario, que en esa época todavía estaba de moda y que su letra dice “la cucaracha, la cucaracha, ya no puede caminar, porque le falta, porque le falta, mariguana que fumar“. El mote de “la Mochita” es porque no tenía las dimensiones de una locomotora de vapor estándar. Al terminarse las obras del Gran Canal, se le dio uso mercantil llevando diversos cargamentos de productos regionales, destacando el de pulque de las haciendas de Hidalgo y del estado de México hacia la Ciudad y también le agregaron un pequeño vagón de pasajeros. Al paso del tiempo dejó de usarse y se desmanteló en 1942.
Es así que cuando “la mochita” pasaba por el territorio de Atzacoalco (lo que hoy son las colonias Nueva Atzacoalco, 25 de Julio y San Felipe de Jesús) se escuchaba su silbido y se veía desde el pueblo el humo generado por la combustión de sus calderas, la gente decía: allá va la mochita ( o la cucaracha).
Mario observaba también el bordo del Gran Canal, que le parece como una cicatriz dejada por la excavación en la planicie de lo que fuera el lecho del lago y que rompe con el paisaje natural. Esa excavación tiene una longitud de 47.5 kilómetros e indudablemente las gentes del pueblo trabajaron en su construcción como peones, con mano de obra en el movimiento de tierras por medio del zapapico, pala y chunde —canasto de mimbre que se coloca en la espalda y sostenido por un mecapal (cinto del mismo material que se pone en la frente y para sostener el canasto) —. En jornadas de trabajo agotadoras que, sin embargo, debieron generar ingreso económico por varios años para los habitantes del pueblo.
El Gran Canal que lleva aguas residuales y de lluvia de la ciudad, de sur a norte, es el drenaje de la ciudad de México y las aguas abordan el canal en San Lázaro y desembocan en el rio Tula y este a su vez en el rio Pánuco, llegando finalmente al Golfo de México. Tiene una anchura de 50 metros de bordo a bordo y quizá una profundidad de diez metros al pasar por el territorio de Atzacoalco (inicia con profundidad de 5.75 metros en San Lázaro y termina con 21.28 metros en Zumpango, a la entrada del túnel de Tequixquiac). Le da mantenimiento una draga flotante, la que deja los residuos a la orilla de ambos lados. Estas tierras al secarse son muy buenas para sembradíos por estar abonadas de forma natural e incluso nacen diversas frutas y legumbres por si solas. Las aguas tienen un color obscuro y cierto olor desagradable. Para llegar a las tierras del ejido, hay un puente de madera para pasar el canal a pie o a caballo, porque para cruzar con carretas o camiones hay que ir hasta el puente del camino San Juan de Aragón-Villa de Guadalupe.
Cuando Mario vio a “la Mochita”, ésta seguramente llevaba diversas mercancías a los poblados del estado de Hidalgo. Picó su caballo y se dirigió a las vías del ferrocarril en la orilla del Gran Canal viendo cómo se alejaba lentamente e iba dejando su estela de humo. Se detuvo sobre la vía y observó el paisaje: al norte el bordo del rio de los Remedios, el que trae sus aguas cristalinas desde la sierra Monte Alto al pie de donde se ubica el poblado los Remedios, con su famosa Virgen del mismo nombre. Más distante, el cerro Gordo en cuyas faldas se ubica el pueblo Santa Clara Coatitla. Al oriente la laguna de Texcoco con las parvadas de diferentes aves migratorias y las especies de la región, tales como patos, pájaros y garzas. Más allá de la laguna se alcanza a ver el pueblo de Texcoco y la sierra Nevada con el monte Tláloc y sus volcanes Iztaccíhuatl y el Popocatépetl, los que tienen nieve en sus picos y parte de sus faldas. En la laguna se ven esparcidos, algunos que otros cazadores de patos, aquí y allá. Y también pescadores de charales, recolectores de ahuautle y gente que trabaja la producción del tequesquite, que es la sal natural.

En el sur, ve en la lejanía de la llanura, al pueblo San Juan de Aragón y su camino arbolado hacia la Villa de Guadalupe y alcanza a distinguir el templo de su iglesia. Gira hacia el poniente y ve su pueblo, Santiago Atzacoalco. Al pie del cerro El Guerrero, sobresale el templo con sus tres torres –siendo la primigenia la más alta- y puede escuchar el repique de sus campanas. Más para acá se ven los altos alcanfores a las orillas del canal Santa Coleta, en el cual corre agua limpia y tiene la característica de haber muchas pequeñas ranas de color verde claro. Y en dirección norponiente, en las faldas del cerro de Zacatenco alcanza a ver el caserío del pueblo San Juan Ixhuatepec, mejor conocido por San Juanico; y detrás del rio de los Remedios, el cerro llamado el Risco -es una formación geológica cuya cima es totalmente de piedra color rosado y carente de tierra- o de “la Calavera”, la gente le llama así, porque al tener varias cuevas y quedársele viendo por unos momentos, realmente se ve la forma de una calavera, y más atrás, el cerro El Chiquigüite junto con toda la sierra de Guadalupe.

Al sur-poniente, a la orilla del pueblo, Mario ve el paraje “la Estanzuela” igualmente al pie del cerro El Guerrero y donde su topografía tiene una saliente. Si ahí, en ese lugar llamado la Estanzuela, es donde iniciaba el gran dique de defensa o albarradón (muro de piedra y tierra) que el Rey Netzahualcóyotl construyó en el año 1450 por mandato del Rey Moctezuma Ilhuicamina, para evitar inundaciones en la ciudad ocasionadas por las aguas caudalosas que llegaban del norte, de los lagos Zumpango y Xaltocan, a la laguna de Texcoco. Y además para evitar que las aguas dulces de la laguna de México-Tenochtitlan se revolvieran con las saladas del lago de Texcoco. El dique cruzaba la laguna desde Atzacoalco hasta Iztapalapa.

En misma dirección sur-poniente ve un caserío, quizás el segundo fraccionamiento urbano de la comarca -después de la colonia Martin Carrera- que posteriormente llegó ser la colonia Constitución de la Republica. A lo Lejos, con cierta dificultad, se ven los templos del centro de la ciudad de México, destacando sus cúpulas y torres, y al fondo del horizonte, el volcán Ajusco y los montes que forman esa serranía.

Mario observa todo este panorama. Lo disfruta y queda registrado en su memoria; el territorio del pueblo de Atzacoalco, el olor de sus campos y de la laguna, el cielo azul claro y limpio, la atmósfera transparente. Para él es un paraíso porque ama la naturaleza, se queda contemplando un buen rato. Saliendo de su embeleso recuerda que tiene que hacer un “mandado” en los terrenos del ejido, los que están por la hacienda el Risco, entonces espolea su caballo dirigiéndolo a todo galope y perdiéndose a lo lejos entre la polvareda que deja su carrera por el camino.

Un relato muy interesante es el que nos deja Jesús Galindo y Villa con respecto al viaje en tren que a principio del Siglo XX, efectuara a Ecatepec en compañía del Arquitecto Francisco M. Rodríguez, Director del Museo de las Culturas y del Doctor Nicolás León. Se transportaron a Ecatepec a bordo del vagón del Ferrocarril Mexicano, haciendo un tiempo de treinta y dos minutos, de la Ciudad de México, hasta este municipio a una distancia de 23 kilómetros. Siguieron a pie por la vía del Tren del Desagüe, conocido como La Cucaracha y en media hora arribaron al edificio que Galindo y Villa describió como Palacio de los Virreyes o Casas Reales, aclarando que además de haber sido la Casa del Real Desagüe, también fue cuartel de rurales y que era un monumento nacional bajo el resguardo de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes. Es un documento en el que Galindo y Villa describen magistralmente algunos de los elementos del Albarradón de Ecatepec, de la Casa de Morelos, del busto erigido en honor del Siervo de la Nación en San Cristóbal Centro, así como de la tumba del héroe de la Independencia.

Bibliografía
• -Actas de Cabildo de la Ciudad de México. México, Aguilar e Hijos.1988-1913. 63. vols. Archivo General de la Nación. Vol. Sistema Hidráulico. México, 1982.
• .- Donde Escurre el Agua, Revista, “El Ferrocarril la Cucaracha”, Noviembre 12, 2017.
• -Galindo y Villa, Jesús, Apuntes de órdenes clásicos y composición de arquitectura, Oficina Tip. de la Secretaría de Fomento, 1898 the University of California, 366 pages.
• -García Samper, María de la Asunción y Héctor Miguel Robinson Fuentes. Procesos Hidráulicos en la Región Norte de la Cuenca de México. Ed. Centro de Estudios Mesoamericanos A. C. México, 2013. Pp. 94-95.
• -García Samper, María de la Asunción García Samper y Miguel Nicolás Moreno Alcántara. Crónicas e Historia del Pueblo de Santiago Atzacoalco.2019. Editorial Centro de Estudios Mesoamericanos. A. C.
-Mapa del ferrocarril del Valle de México, Foto de INAH

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