Directorio

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lunes, 1 de julio de 2019

De cómo el miedo y la fantasía paraliza nuestra vida.




Colaboración especial para MEXIQUENSE del

Mtro.Fernando Flores Bailón


Segunda parte
En el anterior escrito dejé como motivo de reflexión que el monstruo también sangra. La
sangre, tan vital para el ser humano, viene a revelar también que un monstruo no es tal sino
una construcción de nuestra fantasía, que trae como consecuencia una parálisis en nuestra
vida; por esta razón reacomodamos nuestras vidas, por una ficción que ha cobrado fuerza nos
decantamos a vivir con temor. Hablé ya de aquel criminal que sacudió la comunidad de Tlapa
de Comonfort, Guerrero, haciéndose pasar por un ser de otro mundo, a esto ayudó mucho el
miedo y la ignorancia de los pobladores de ese entonces, logró así, cometer sus fechorías con
total libertad. Dije además que recurría a esta historia para mostrar cómo en el presente
adolecemos de un miedo e ignorancia similar que también nos paralizan para actuar. El
criminal actual que nos inmoviliza cuenta con un disfraz que nosotros mismos le hemos
colocado, hemos permitido con ello retraernos de ciertos espacios de la realidad para dejar
en paz a esos monstruos.
Lamentablemente hoy no tenemos un único monstruo ficticio que atemorice nuestras vidas,
hoy existe un ejército de esos monstruos que al ser temidos se adueñan de nuestras noches y
hasta de nuestros días. Se trata de los asesinos a sueldo que emplea el crimen organizado.
Estos asesinos o sicarios han llenado de excesivo terror a la sociedad mexicana, a tal grado
que se los tiene como verdaderos seres infrahumanos y malignos, con los cuales no se
quisiera uno encontrar, se les considera el séquito o la imagen de la muerte, ellos son dueños
de la vida, con la capacidad de arrebatarla sin consideraciones, ni remordimientos. Nuestras
vidas ahora son dictaminadas por el miedo y la precaución, evitamos ciertos lugares,
actividades y horas del día, lo que ha permitido que esos monstruos se vayan apropiando de
nuestros espacios con plena libertad; y es que para que el mal triunfe basta con el que el bien
no haga nada. Conscientes estamos de lo peligrosos que son estas personas, pero son seres
humanos que hemos mitificado, los hemos visto como seres terribles y eso mismo nos ha
llevado a considerarlos como intocables, como imposibles de combatir. Las autoridades,
encargadas del orden público, lamentablemente también se han contagiado de este terror y
me atrevo a decir que quizá fueron ellos los que iniciaron con el miedo y la parálisis que
luego propagaron a la sociedad. Cuando los ciudadanos comprobaron cómo las autoridades
quedaban rebasadas y a su vez temían a los criminales que combatían, comenzaron a creerse
el mito de que la peligrosidad de los sicarios estaba más allá del poder y la fuerza de los
mandos. Al no someter al brazo armado del crimen organizado con oportuna respuesta, con
la fuerza y la ley, las autoridades y la sociedad mexicana comenzaron a dejarse dominar por
el miedo y la fantasía antes que por la justicia. Ahora los criminales son imaginados
intocables, son míticamente considerados ajenos a las leyes humanas, esto precisamente hizo
que los delincuentes se creyeran su papel de ingobernables y en total libertad para doblegar
a la sociedad.
Apremia que nos quitemos de encima el miedo y la fantasía, que quitemos la máscara a los
criminales y se los tenga por personas de carne y hueso; que nos demos cuenta que no tienen
cualidades sobrehumanas y que pueden ser combatidos, que somos nosotros los que debemos
decirles cómo vivir y no ellos a nosotros. Son los criminales los que deben temer a la sociedad
y sus leyes y no a la inversa. Reitero, esto se logrará en el momento en que dejemos de verlos
como seres fantásticos o demonios, mientras no dejemos de pensar así, sólo nos queda
dejarlos actuar a sus anchas y resignarnos a evitarlos a toda costa, hasta que logren apoderarse
totalmente del día y de la noche, entonces ya ni la luz del sol será sinónimo de refugio,
viviremos en una eterna noche, donde el hambre de la criminalidad nunca será satisfecha. Y
el canto no podrá ser otro que de patetismo:


La noche está encantada, demonios y trasgos se apropian de la oscuridad.
El silencio neutral ha sido despedido para disfrute del mal.
Dolor y pena vienen con sus pies de gato acompañando a las infernales criaturas.
Ciudad a merced de lo destructivo:
Las legiones aplastan tu jardín de flores,
Mientras el aire se contamina con perfumes de expiración.
La ronda macabra se extiende; así se extiende también el grito de sufrimiento.
Noche encantada, noche endemoniada aun no has tu hambre hartado.

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