Empresas que ya venden desde México casi 10 mil millones de dólares mensuales de productos electrónicos a EU estarán en una gran posición para abastecer un mercado que demandará este tipo de productos para las actividades que entrarán en boga cuando la dupla Musk-Trump pueda consolidarse.
Ojalá que no ocurra, si lo que queremos es que la democracia
persevere. Pero puede ocurrir la próxima semana, Donald Trump tiene una
creciente posibilidad de ser electo nuevamente presidente de los Estados
Unidos, el país más importante para México, guste o no.
Permitan esbozar un lado bueno de un escenario
indeseado.
Reportes que he leído alertan sobre un gran riesgo para los
mexicanos por esta causa. Nuestro país será el “más afectado” ante una posible
victoria del republicano:
Aranceles a los coches, el cierre de la frontera, barreras a
la inmigración… hay para llevar, escoja usted. El pánico va por autopista de
cuota.
Conviene también hacer una pregunta en otro sentido: ¿Qué
puede pasar con la economía en una súper potencia desregulada? ¿Libre de
reglas? Va el contexto: Elon Musk es el nuevo patrocinador y asesor de Trump.
Si ambos llegan a la Casa Blanca, ustedes pueden esperar la eliminación federal
de reglas para un montón de industrias.
El término “políticamente correcto” será desvanecido en la
relación de la gente con el gobierno.
Si unas tuercas para coches pueden ser usadas en cohetes
espaciales, las usarán. Si los coches “autónomos” ya cuentan con tecnología
suficiente, a la luz de las expectativas de Musk, ustedes van a ver coches
sin conductor en todas las ciudades estadounidenses.
Solo en el párrafo anterior, observen dos industrias que hoy
no están desarrolladas, pero están en el centro de la perspectiva de Musk,
sobre lo que ya debería estar haciendo la humanidad. No en el futuro, hoy.
¿Quién va a fabricar y vender la tecnología y las piezas
útiles para estas máquinas?
¿Quién lo hará ahora que, además, la Federal Aviation
Administration autorizó la semana pasada las
reglas para que un nuevo tipo de aeronaves sobrevuele las ciudades del
país vecino? Drones de transporte de personas, de cosas; ambulancias
aéreas… ya tienen reglas que establecen distancias, alturas y otras normas para
su operación.
Hoy, distintas empresas ya venden desde México casi 10 mil
millones de dólares mensuales de productos electrónicos que cruzan la frontera
norte. Sin contar los coches.
Si la lógica aplica, estas compañías estarán en una gran
posición para abastecer un mercado que demandará este tipo de productos para
las actividades que entrarán en boga cuando la dupla Musk-Trump, pueda
consolidarse.
¿Si Donald Trump es presidente, evitará que esas fábricas se
instalen en México? ¿Provocará que todo se haga en Estados Unidos? Si no lo
detiene la lógica, puede hacerlo la biología: a Estados Unidos le faltan hijos
para completar los puestos de trabajo que hoy tiene abiertos en las fábricas.
Los datos los aporta la Cámara de Comercio de los Estados Unidos (US Chamber):
Casi un 20 por ciento de las plazas laborales abiertas
en la producción de bienes manufacturados, permanecían
vacantes en septiembre. En servicios asociados a hoteles y
restaurantes la cifra ronda el 25 por ciento.
¿Robots pueden hacer ese trabajo? El primero en fracasar con
ese intento fue Musk, cuando instaló su primera planta de producción de Tesla.
Sus sofisticadas máquinas tardaban una canción tratando de colocar cada
“tapita” en sus coches. Terminaron desechadas bajo el sol y la lluvia, de
acuerdo con la biografía del magnate escrita por Walter Isaacson.
Para surtir su nueva nación, Estados Unidos tendrá que
recurrir a la “importación” de trabajadores o a la compra de insumos hechos en
México, si no quiere traerlos de China.
Es la vía recomendada por la US Chamber, la más poderosa
fuente de cabildeo en el mundo, que apoyó a los demócratas cuando ganó Joe
Biden la presidencia y ahora se desvinculó de él precisamente en el interés de
sus miembros de desregular la economía.
Trump y Musk parecen ir en el sentido en el que lo quieren
las y los líderes empresariales de ese país. La posibilidad de su victoria es
grande y la eventualidad de un acceso a una era de acelerado crecimiento
económico regional es por esa razón, más factible.
A lo anterior se suma la expansión de la productividad
provocada por la llegada de la inteligencia artificial ¿Estamos ingresando
al camino de abundancia que anunció Peter Diamandis y su Singularity
University?
En cualquier caso, si bien puede haber ventajas en los
negocios, una eventual victoria de Trump traerá costos en lo social y en el
futuro de la política mundial.
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