De frente a sus declaratorias sobre el fin del
neoliberalismo en México, el presidente Andrés Manuel López Obrador tiene en
sus manos el futuro del imperio de telecomunicaciones de Carlos Slim, pues
deberá decidir si renueva hasta el año 2056 la concesión de Telmex.
De frente a sus declaratorias sobre el fin del
neoliberalismo en México, el presidente Andrés Manuel López Obrador tiene en
sus manos el futuro del imperio de telecomunicaciones de Carlos Slim. En marzo
de 2023 deberá decidir si cancela o renueva hasta el año 2056 la concesión de
Telmex, la joya de la corona de la fiebre privatizadora del expresidente Carlos
Salinas, en el inicio de lo que para la 4T fue el “trágico periodo” de ese
modelo económico.
Georgina Navarro Nava lleva dos años tratando de abrir un
pequeño negocio de materias primas, con un capital de 50 mil pesos, pero se ha
enfrentado a un alud de trámites burocráticos que le han impedido echarlo
andar.
Como ella, miles de pequeños inversionistas forman parte de
las estadísticas del informe Doing Business, del Banco Mundial, donde advierte
que México es uno de los países más difíciles para emprender un negocio, pues
se requiere realizar al menos 35 trámites que a una persona le pueden tomar
hasta 500 días, además de tener que pagar las “mordidas” que los empleados
públicos exigen para realizar el papeleo.
Sin embargo, ese no fue el caso para el empresario Carlos
Slim Helú –uno de los hombres más ricos del mundo–, quien en 2016, durante la
presidencia de Enrique Peña Nieto, realizó un trámite que le implicó menos de
una semana para recibir la autorización de la renovación del Título de
Concesión de Teléfonos de México, a cambio de un pago simbólico de 5 mil 482
pesos para explotar 30 años más los servicios telefónicos de Telmex, empresa
con más de 21 millones de suscriptores con servicios de telefonía e internet.
Pero la entrega de la concesión no está concretada
completamente; el empresario tiene hasta el 11 de marzo de 2023 para cumplir
con todas las condiciones impuestas. Así, el presidente Andrés Manuel López
Obrador tendría en sus manos la decisión de renovar o dar por concluida la
concesión telefónica, si la compañía de Slim deja de seguir cumpliendo su papel
preponderante.
En ese contexto, la renovación del Título de Concesión de
Telmex le salió en un pago “simbólico”.
En medio de los escándalos de corrupción por el Caso
Odebrecht y la Casa Blanca, que involucraron al gobierno de Peña Nieto, el
empresario de las telecomunicaciones –que opera servicios telefónicos en 30
países– recibió la autorización de renovación de Telmex hasta el año 2056. En
total, Slim tendría bajo su dominio la explotación comercial de Telmex 66 años.
Sólo en el primer año de la privatización de Telmex sus
utilidades fueron cercanas a los ocho billones de pesos. Con ese recurso, Slim
pudo comprar los cinco principales bancos que operaban en México, pero él y sus
socios decidieron capitalizar la compañía y de ahí sentar las bases de lo que
en menos de un decenio se convertiría en un imperio telefónico que, vía América
Móvil, se desplegaría como un portaaviones por América Latina, Europa y parte
de Estados Unidos.
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