martes, 29 de octubre de 2024

Los supremacistas de Morena

 


Dictatoriales, autodenominados supremacistas, comandados por una Presidenta de inspiración marxista, los morenistas van a apropiarse de la Constitución.

Pablo Hiriart

 

El grupo gobernante en México se apresta a consagrar en la Constitución, tan pronto como esta semana, que todo lo que ellos resuelvan hacer con el texto constitucional será inatacable e inimpugnable.

Le llaman ‘supremacismo constitucional’.

Al ministro González Alcántara y a la Corte los van a avasallar.

Dictatoriales, autodenominados supremacistas, comandados por una Presidenta de inspiración marxista, van a apropiarse de la Constitución.

Vivimos la continuidad brutal del proyecto de López Obrador.

Con lo que aprueben hoy, los ciudadanos y agrupaciones civiles o políticas que consideren vulnerados sus derechos por algún cambio a la Carta Magna no podrán ampararse ni realizar alegatos jurídicos en contra.

Tampoco los empresarios, cuyo dirigente nacional, Francisco Alberto Cervantes Díaz, para vergüenza de muchos de sus antecesores, no se cansa de aplaudir al gobierno marxista que aplasta al Poder Judicial y asumirá los tres poderes de la Federación.

No habrá derecho a impugnar ni al amparo.

Los supremacistas mexicanos aprobarán hoy autoasignarse el poder absoluto.

Ni siquiera podrán ser objeto de controversias las modificaciones constitucionales que tengan errores de procedimiento, como las que hubo en fechas recientes y detuvieron iniciativas del presidente López Obrador.

De tal manera que podrán votar una reforma constitucional sin que haya quorum, por ejemplo.

O en una sesión en la que no se haya distribuido a los senadores o diputados el contenido de un proyecto de reformas.

Si lo requieren, podrán sesionar sin el concurso de los parlamentarios de los partidos opositores y modificar el texto de la Carta Magna.

Lo que aprueben Morena y aliados, el Verde y el PT, será inimpugnable y no procederán los amparos que se interpongan, porque hoy cambiarán los artículos 105 y 107 de la Constitución.

Así, el gobierno de inspiración marxista de la presidenta Sheinbaum podrá decidir –si quiere– que las minorías partidistas no tendrán acceso a la representación en las cámaras.

O que son ilegales las agrupaciones políticas o empresariales que no se comprometan con la cuarta transformación.

En síntesis: podrán hacer lo que quieran con la Constitución y nada ni nadie tendrá derecho a apelar ante una corte o un juzgado.

La mayoría que votará mañana en favor de esa atrocidad, por cierto, es espuria.

Consejeros del INE, cuyos nombres quedarán grabados para cuando se escriba la historia real de esta ignominia, le dieron a Morena y aliados una mayoría constitucional que no alcanzaron, ni de lejos, en las urnas.

Los magistrados del Tribunal Electoral ratificaron la decisión de las consejeras y consejeros del INE que le dieron al oficialismo 73 por ciento de la representación en la Cámara de Diputados, cuando el electorado le dio 54 por ciento de los votos.

Hoy se cerrarán las tenazas con las cuales Morena, con la complicidad de funcionarios del INE y el TEPJF, se apoderaron de la Carta Magna para entregarla a Claudia Sheinbaum a fin de que escriba y tache lo que quiera.

Como suele suceder con los gobiernos marxistas y con los supremacistas, altos mandos de Morena y del gobierno federal nos pintan un escenario de guerra en que la agredida es la Presidenta y hay que “salvarla” del ataque enemigo.

Todo para ellos –marxistas y supremacistas–, es una guerra, un complot, una conjura en su contra.

Como nazis o estalinistas, disfrazan sus golpes como defensa de la legalidad, del pueblo y de protección a los débiles.

Sus contragolpes son ‘defensivos’.

Ellos saben que mienten.

Una mirada rápida a dos periódicos de ayer:

“La utilización abusiva e ilegal de instancias nacionales e internacionales de gobiernos legítimamente constituidos es una táctica conocida en inglés como Lawfare, que traducido al español significa algo como ‘guerra jurídica’ o acoso judicial… Es un ‘golpe blando’, el acoso judicial se hace con abierta colaboración de ese poder (Judicial) y permite detener indebidamente y debilitar y hasta deponer a un gobierno legítimamente constituido”.

Esto que acaba usted de leer lo publicó ayer Ernestina Godoy, consejera jurídica de Presidencia de la República.

Lo que sigue es de Ricardo Monreal, líder de la mayoría (espuria) en la Cámara de Diputados:

“Hay una inadmisible embestida mediática y digital (contra la presidenta Sheinbaum)… Viene del conservadurismo que no acepta su derrota en las urnas. Hasta ahora, la mayoría del pueblo se ha mantenido prudente, pero actuará institucionalmente para defender su decisión democrática”.

También ayer, del presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña:

“Si ellos se atreviesen a decir que es inconstitucional la Constitución, pues iríamos a un conflicto de dimensiones mayúsculas”.

En esas manos está el país: en las de un grupo de ‘supremacistas’, que en realidad es un batidillo de oportunistas, vivales y comunistas trasnochados, liderados por la Presidenta constitucional que es marxista.

Tendrán todo el poder. Todo.

Lo habrán logrado por encima de la ley, y con el aplauso del Consejo Coordinador Empresarial.

 

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