Se percibe una mayor resistencia de la economía mexicana al deterioro debido al resultado positivo del sector agropecuario.
En los últimos meses se habían deteriorado las
expectativas de crecimiento económico en México.
De acuerdo con la encuesta que mensualmente levanta el Banco
de México entre varias decenas de expertos del sector privado, la previsión de
crecimiento para este año pasó de 2.40 por ciento en su reporte de enero
a 1.46 por ciento en el del mes de septiembre.
La estimación del crecimiento para 2025 era de
1.94 por ciento al arrancar el año y la más reciente fue de 1.20 por
ciento.
Fue muy claro el deterioro que se presentó en las
expectativas conforme transcurrieron los meses.
Por eso fue alentador que finalmente apareciera un
dato que seguramente conducirá a que se revisen al alza —así sea
levemente— las previsiones económicas para 2024.
El INEGI dio a conocer ayer que el Producto Interno Bruto
(PIB) del tercer trimestre del año creció a una tasa de 1.5 por ciento, lo
que resultó superior a lo que se anticipaba.
Esto quiere decir que el promedio de crecimiento del PIB a
tasa anual puede calcularse ahora en 1.8 por ciento para los primeros tres
trimestres del 2024.
Así, aun si en el periodo octubre-diciembre tuviéramos un
ritmo de solo 1 por ciento, la tasa anual para todo este año sería de 1.6 por
ciento.
No es que este dato sea como para hacer fiesta, pero dadas
las circunstancias que existían, se percibe una mayor resistencia de la
economía mexicana al deterioro.
¿A qué atribuir este cambio?
Por una parte, hay que ponderar el positivo resultado
del sector agropecuario. Su tasa anual de crecimiento fue de 3.8 por
ciento en el tercer trimestre y compensó el mal resultado de los dos
anteriores en los que se registraron caídas de -2.2 y -2.5 por ciento,
respectivamente.
De hecho, con el resultado más reciente, se cortaron cuatro
trimestres consecutivos de cifras negativas.
El segundo factor positivo correspondió a la
industria. Aunque su tasa anual de crecimiento fue baja, de 0.5 por
ciento, existía la previsión de que pudiera ser negativa dadas las cifras
recientes en la construcción, así como en la producción manufacturera.
Y finalmente, el sector terciario, que está
vinculado de manera más cercana con el mercado interno, tuvo también un mejor
desempeño que lo previsto, al crecer 1.9 por ciento, frente a un 1.5
por ciento del segundo trimestre.
No hay que perder de vista que, pese a que el resultado fue
mejor de lo esperado, estamos por abajo del nivel de nuestro principal
socio comercial, Estados Unidos, que registró un crecimiento de 2.8 por
ciento.
Los mejores resultados recientes no se van a traducir
necesariamente en un mejor desempeño en 2025.
Por ejemplo, Citibanamex revisó ayer sus previsiones para
este año y subió a 1.5 por ciento su expectativa, pero para el próximo la
mantuvo en un muy escaso 0.8 por ciento derivado de los ajustes por
el cambio de gobierno en México y EU, de las elevadas tasas de interés y de la
mayor incertidumbre derivada del panorama político.
Veremos si en los siguientes meses tenemos de nueva cuenta
sorpresas positivas. Ojalá.
El dólar
Como se anticipaba, en la medida que se acercan las
elecciones en Estados Unidos, la volatilidad de la moneda norteamericana
aumenta.
Ayer tuvimos el cierre de la jornada con el nivel más
elevado desde el año 2022, al ubicarse en 20.16 pesos por dólar.
La incertidumbre respecto al resultado detona la
volatilidad.
Hasta que pasen las elecciones de la próxima semana y se
tengan resultados confiables podrá darse una situación que, eventualmente,
sería más estable si triunfa Kamala Harris, o se podría prolongar la
incertidumbre en el caso de que el triunfo fuera de Trump o de que éste no
reconociera el resultado.
No se sorprenda si en los próximos días el dólar sube aún
más.
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