GERARDO TORRES VALDÉS
Hace seis el PRI ganó con su candidato Alfredo del Mazo, hoy
gobernador constitucional del estado, por un margen del 2% de la votación
total, frente a la candidata de MORENA, Delfina Gómez, quien nuevamente será
candidata en la próxima elección del partido guinda.
La disyuntiva es la siguiente: ¿el Grupo Atlacomulco,
encabezado por el expresidente Enrique Peña Nieto, entregará el gobierno del
estado o bien dará pelea a fin de retener uno de los bastiones del PRI a nivel
nacional?
Por un lado, está la lealtad e institucionalidad, el hoy
gobernador, quien forma parte del Grupo Atlacomulco, es nieto e hijo de
gobernador, por lo que sería histórico para la familia Del Mazo que uno de los
suyos no haya podido entregarle el poder a un correligionario priísta.
Como primer priísta del estado a Del Mazo le compete
establecer la directriz y narrativa que el PRI mexiquense tendrá en la campaña,
no obstante, es indispensable que en la directriz y narrativa incluya los
planteamientos del PAN y el PRD, sí es que hay alianza.
Para Del Mazo y Peña Nieto perder el estado de México sería
perder un poder político y económico que data de la década de 1940 cuando el
otrora gobernador Isidro Favela conformó el Grupo Atlacomulco.
Por otro lado, Peña Nieto se juega la tranquilidad y
libertad, algunos columnistas políticos como Jorge Castañeda Gutman, ex
secretario de Relaciones Exteriores, arguyen que hubo un pacto entre Peña Nieto
y López Obrador en virtud de que el primero dejase ganar al segundo en las
elecciones presidenciales de 2018, con la salvedad de que el segundo no
perseguiría judicialmente al primero cuando entrase al poder.
De ser cierta la hipótesis de Castañeda (que también es la
de otros columnistas de diversos diarios de circulación nacional) Peña Nieto y
Del Mazo entregarían el Estado de México, aunque resulta difícil de creer que
uno de los últimos reductos del PRI, que es el Estado de México, sea entregado
sin miramientos.
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