Expertos aseguran que el aumento considerable de la migración irregular de este sector en México los expone a riesgos que atentan contra sus derechos humanos fundamentales.
A un costado de la vía del tren en la zona de Lechería, en
Tultitlán, caminan José Orlando de 20 años y Pedro de 18, ambos avanzan detrás
de un grupo de migrantes hondureños.
Los dos salieron del poblado de Santa María Mazatla, ubicado
en el municipio mexiquense de Jilotzingo, buscan llegar a Estados Unidos y
reunirse con unos tíos que residen en California.
Salieron muy temprano de sus hogares, eran jornaleros agrícolas. Dejaron
atrás la siembra de maíz en ese municipio de vocación rural, ahora
emprenden la kilométrica y peligrosa travesía rumbo a Estados Unidos.
José Orlando dejó atrás sus actividades en el campo, su esposa y un hijo,
quiere cambiar su raquítico salario por unos dólares, “apenas junté un
dinero lo repartí y emprendí el viaje”, narra.
Pedro también dejó Jilotzingo, lo que ganaba no le alcanza para ayudar a
sus padres ni formar una familia, al igual que Orlado, avisó en su casa que
iría en busca de dólares y le respondieron: “que Dios te cuide”. Empacó dos
pares de calcetines, pantalones, playeras, una chamarra y mil pesos para su
comida.
Orlando y Pedro son primos, subieron al lomo metálico de “La
Bestia” y decidieron partir juntos para cuidarse el uno al otro.
Entre Violencia, discriminación y abusos
La vulnerabilidad de los jóvenes migrantes se acentúa y se
recrudece por la violencia, discriminación y abusos de que son presa debido a
su condición migratoria, afirma Jorge Martínez Rosas, de la organización
Movimiento de Acción Migrante.
Asegura que el aumento considerable de la migración irregular de jóvenes
en México los expone a riesgos que atentan contra sus derechos humanos
fundamentales.
Ana Luz Minera Castillo, doctora en Antropología por la Universidad Nacional
Autónoma de México, señala que las condiciones que los migrantes enfrentan en
el contexto de la pandemia han sido, sobre todo, el cierre de fronteras,
deportaciones, falta de acceso a servicios básicos, aislamiento, exclusión del
sistema educativo, xenofobia, racismo, discriminación y efectos en la
salud mental.
Destaca que entre enero y agosto de 2020, a pesar
de la pandemia por Covid-19, fueron detenidos en estaciones
migratorias un total de 7 mil 442 niñas, niños y adolescentes en
tránsito por México, 37% niñas y 63% varones.
Acción Migrante desarrolló una investigación, aplicó un cuestionario a 69
alumnos de entre 13 y 17 años de una comunidad con altos índices de expulsión,
la cual está ubicada en el sur del Estado de México.
El estudio mostró que un alto porcentaje de estudiantes tiene deseos de
emigrar para lograr una movilidad social y una mejor forma de vida. El
cuestionario incluyó preguntas sobre situación de migración entre sus
familiares, sus deseos de migrar, las razones, formas en que migrarían y temas
sobre trabajo y migración.
¿Por qué emigran los jóvenes?
La búsqueda de trabajo, mejores condiciones de vida,
educación y reunificación familiar, así como por razones humanitarias, son los
principales motivos de migración de los jóvenes.
Cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía
indican que en 2018 llegaron al Estado de México cerca de 139 mil jóvenes
provenientes de otras entidades; de ellos, 54.9% radicaban en la Ciudad de
México, 8.3 en Veracruz, 6.8 en Puebla, 5.5 en Oaxaca y 4.3% en Hidalgo.
Al comparar el lugar de residencia de los jóvenes migrantes,
se observaron importantes variaciones: los que provienen de la Ciudad de
México aumentan 3.7 puntos porcentuales, mientras que las cuatro entidades
restantes tuvieron una disminución.
En estudios censales publicados por INEGI, es posible
observar un incremento de los jóvenes migrantes de retorno. La cifra del 2018
fue de 73 544, mientras que para 2020 fue de 176 345.
Por su parte Minerva Castillo, quien es doctora en
Antropología por la UNAM, señala que los mayores casos de migración del sector
juvenil de centroamericanos proviene de Guatemala, El Salvador y Honduras,
siendo este último el de mayor número; sin embargo, también destaca que un
importante segmento son niños, jóvenes y adolescentes de México.
"Se trata de migrantes internos en el caso de los
jornaleros agrícolas o muchos niños que han sido desplazados de sus comunidades
por distintos motivos de violencia y también niños que, como los
centroamericanos, cruzan las frontera norte con la intención de llegar a
Estados Unidos en la búsqueda de una mejor calidad de vida".
Albergues en el abandono
En el Estado de México operan dos albergues para migrantes.
Uno está ubicado en la colonia Pilares, de Metepec, y otro más en la Casa de
San Juan Diego del municipio de Huehuetoca, ambos refugios operan en el
abandono, sin comida, medicinas ni apoyo médico o legal.
Al año cruzan por el albergue de Metepec un promedio de 2 mil migrantes,
quienes antaño obtenían visa humanitaria, no obstante de un momento a otro las
autoridades federales las suspendieron.
“El Instituto Nacional de Migración está desbaratado; hay gente nueva que no
tiene preparación para ocupar los puestos. No saben ni cómo se trata una alerta
o procesos de atención a migrantes”, aseveró Francisco Vilchis, del
Colegio de Abogados del Valle de México.
Indicó que el trámite de las visas humanitarias lo realizaban en Toluca. Hay
migrantes jóvenes de varios municipios rurales que tienen tres meses en los
albergues y se encuentran desesperados porque tienen que mandar dinero a sus
casas.
“Antes obtenían la visa en ocho días, hoy pueden estar hasta cinco meses”,
asegura el abogado.
Considera urgente que autoridades federales y estatales
volteen a ver lo que pasa con los migrantes jóvenes.
La pandemia por Covid-19 ocasionó que los dos albergues del
Estado de México tuvieran una drástica disminución de donaciones de
alimentos, comida preparada, medicinas y ropa. Además los coloca en una
situación delicada por el incremento de migrantes, lo que provoca que vivan en
condiciones de hacinamiento.
Movimiento de Acción Migrante asegura que afortunadamente no
ha habido un solo caso de Covid-19 en los albergues.
Valentina Cappelletti, investigadora del Colegio de la
Frontera Norte se ha enfocado en estudiar sobre el confinamiento y
despresurización en los albergues para migrantes de la frontera norte en México
bajo la contingencia de Covid-19. Sostiene que los albergues han sido los
únicos sitios de apoyo para este sector vulnerable.
Los albergues, añade, han hecho un gran esfuerzo por
mantener la misma población por largo plazo, pues su atención ha recaído en las
espaldas de la sociedad civil organizada y sin apoyo del gobierno.
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