Nadie sabe cómo se contagia, no hay
pruebas, hay muchos portadores asintomáticos, así que esto es como bola blanca,
bola negra, te toca y no sabes si vas a sobrevivir o sólo tendrás algunos
síntomas leves. ¿Pero para qué descubrirlo? Es mejor estar sano. Sirvan estas
fechas para las reflexiones. Mi pésame a las familias incompletas, a más de 120
mil que perdieron uno o varios familiares. He tenido la fortuna de no perder a
ningún pariente, sí a varios amigos, nunca se sabe qué pasará. No creo en las
estampitas de AMLO que ya le dieron la vuelta al mundo, en una nota
tragicómica, que causa risa e incredulidad en muchos países. No por el santito,
sino por el Presidente.
En fin, vamos a vivir días difíciles, de
pérdidas económicas, no sólo familiares. No todos sobrevivirán al cierre,
necesario pero terrible, y muchos no volverán a abrir sus negocios y otros
quedarán sin empleo. Aunque la informalidad seguirá creciendo como opción de
subsistencia porque delinquir ya es otra cosa. Aunque en la desesperanza muchos
jóvenes no lo saben y se embarcan en aventuras riesgosas. La delincuencia
organizada es lo único que realmente avanza en el país. Con felicitaciones a la
mamá del Chapo, aunque no supo corregirlo a tiempo, como predica AMLO,
igual le merece todo el respeto.
Las mujeres cargamos con la responsabilidad
de la crianza de los hijos, cuidado de enfermos y en muchos casos, somos las
proveedoras del hogar. En Nochebuena y Navidad preparamos los platillos a
degustar en casa en esta nueva normalidad como le llaman a la catástrofe.
Aunque estas dobles y triples jornadas son duras, se ven recompensadas cuando
hay calor familiar y no maltratos y agresiones por el estrés o por la pareja.
Nada hay más importante para una madre que sus hijos y empeñan todo para
protegerlos. Muchas veces se ignora cómo guiarlos y el amor es la única
respuesta.
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Eso es lo valioso de estas fechas. No
importa que el mundo caiga ante el Covid-19, la delincuencia y la falta de
empleo, lo importante es la unión familiar. Cuando se tiene hay que cuidarla
como un tesoro porque lo vale.
La alegría de los niños por la ilusión de
sus juguetes. ¿Qué no alcanzó a comprarlos? Haga un vale. A mí me funcionó cuando
tuve largas jornadas laborales. Y los niños lo creen a pie juntillas, porque
obvio, el Covid-19 complica la entrega de regalos. Santa y los Reyes Magos no
son inmunes y tienen mucho trabajo.
Hay mil maneras de suplir lo material,
claro que sin dinero ni empleo, la cosa es más difícil. Sin albergues y ayudas
se complica más para los desposeídos. Los que somos afortunados, no dejemos de
soñar, podemos lograr mucho más. Somos trabajadores, creativos, comprometidos
con nuestra familia. Esta Navidad, aunque parezca difícil, busquemos la paz, la
alegría de los nuestros y las reflexiones a futuro. México es más que un
gobierno. Y nosotros somos México.
Nadie puede enseñarnos cómo vivir con
falsos consejos que ni ellos cumplen, somos libres de elegir el tipo de vida
que nos haga felices, no importa lo que piensen los demás. Sólo necesitamos que
las leyes se cumplan. ¿Sería mucho pedir a Santa y los Reyes? Pues pedir no
empobrece, dar es lo que aniquila. AMLO dice haber ahorrado miles de millones,
pero no dice en qué los gastó. Creció la deuda, el sistema de salud registra
graves carencias, la delincuencia sigue, las escuelas sin saber a ciencia
cierta cómo emprender el aprendizaje a distancia. Y el Ejército sustituye
instituciones y funciones públicas y privadas.
Pese a todo, no podemos renunciar a un poco
de paz, de armonía y felicidad con los nuestros. Pensemos nuevas formas de
demostrar nuestro amor en un encierro forzado que nos puede ayudar a ser más
solidarios y felices. Compartir, comunicarse, esperanzas, dudas y miedos, todo
es parte de la vida. Simular no ayuda. La fortaleza está en reconocer y
enfrentar retos, no en un falso estoicismo que carcome el alma. Dejemos atrás
estereotipos que nos esclavizan, nos limitan y confrontan. Somos iguales, todas
las personas tienen todos los derechos. ¡¡¡Felices fiestas!!!
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