Directorio

Directorio

lunes, 13 de noviembre de 2017

Disculpen que no me entusiasme (y III)

"Hay sumas que restan”, dijo Andrés Manuel López Obrador el 11 de junio al cancelar la posibilidad de que el Movimiento Regeneración Nacional fuera a las elecciones de 2018 en alianza con el Partido de la Revolución Democrática.

En esa fecha y frente a delegados del III Congreso Nacional Extraordinario de Morena, AMLO culpó a los perredistas de haber fungido como paleros del PRI-gobierno en las elecciones mexiquenses, ocurridas una semana antes.

Horas después de esas declaraciones, René Bejarano le dio una entrevista a Carlos Marín para Milenio TV (https://goo.gl/1dQg6E).

Bejarano dijo ahí. “como un acto de lealtad, porque los amigos, las personas que estiman a otras personas deben ser capaces de hacerle ver sus errores”, que López Obrador quiso ganar solo el Estado de México, que desdeñó la unidad de la izquierda y que su política de apoyos se caracterizó por marginar a unos y sumar a otros, polémicos varios de ellos, “sin un acuerdo de ninguna especie”.

Como ejemplos de lo anterior Bejarano criticó que AMLO haya sumado “a Miguel Barbosa, con quien yo tengo amistad, pero que defendió al Pacto por México, criticó acremente al propio Obrador y votó a favor del gasolinazo”; a Fernando Espino, que era del Panal y pertenece a la burocracia sindical que ha dirigido el sindicato del Metro durante décadas y que sus prácticas no son, digamos, muy transparentes”. Y en alianzas fuera del Edomex, el profesor destacó que AMLO sumó a “un sector muy importante del PRI” de Tamaulipas, “pero ese sector del PRI viene de los exgobernadores que están siendo perseguidos”, y lo mismo ocurrió con “gente muy cercana al círculo de Moreno Valle en Puebla”. El tiempo sólo ha dotado de mayor pertinencia esos cuestionamientos.

Hasta hoy sólo hay algo cierto rumbo a 2018: a diferencia de lo que ocurre con las otras fuerzas políticas, en Morena ya hay candidato presidencial. Por tanto, el electorado tiene a mano material para hacerse un juicio con respecto a lo que esa opción política implica y propone.

Por ejemplo, a menos de ocho meses de las elecciones AMLO es un político que pelea a Miguel Ángel Osorio Chong el tutelaje del Partido del Trabajo. El PT será un corrupto pero es mi corrupto, sería la frase que resume la disputa entre Morena y el PRI por el fichaje del partido cuya élite fue acusada de millonarios desvíos.

López Obrador es también el líder de un partido en el que sin experiencia que les acredite públicamente mérito propio, sus hijos reciben encomiendas cruciales, como la campaña del Edomex. Pregunta obligada: en la eventualidad de ganar la presidencia, qué republicano compromiso está dispuesto hoy AMLO a hacer frente a la ciudadanía para que no revivan, ni remotamente, esos tiempos en que en México un mandatario se mostraba orgulloso de su nepotismo.

En unos días López Obrador presentará un programa de gobierno y al equipo que le acompañaría en el mismo. Cuánta ilusión puede generar hoy esa presentación si a final de cuentas no deja de sumar al PT, a los Félix Salgado Macedonio, de rogarle a Ricardo Monreal, de premiar a Martí Batres... Tanto recorrer México en estos doce años para volver a poner a buena parte de los mismos de siempre.

Y si a lo anterior se agrega que a punto de iniciar (formalmente) otra campaña no renuncia ni al trillado recurso del victimismo, ni a la manía de reservarse el derecho de las indulgencias plenarias, no queda más que asumir que ese es AMLO, el político que lleva años restando entusiasmos. Años.

No hay comentarios :

Publicar un comentario