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martes, 17 de octubre de 2017

El filósofo de Güémez Te Saco de la ‘Inche Glorieta

Por Ramón Durón Ruíz (†)
En India nacieron cuatro de las religiones más importantes de la tierra: el hinduismo, el budismo, el jainismo y el sijismo. Si por una parte es un país con graves problemas de pobreza y analfabetismo, por otra es recipiendario de una milenaria sabiduría que se enseña de generación en generación, entre otras formas, en las “Cuatro leyes de la espiritualidad:


1. La persona que llega es la persona correcta. Nadie llega a tu vida por casualidad, todas las personas están allí por algo, para hacerte aprender y avanzar en cada situación.
2. Lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido. Nada, absolutamente nada de lo que te sucede podría haber sido de otra manera. Ni siquiera el detalle más insignificante. No existe el: “Si hubiera hecho tal cosa...hubiera sucedido tal otra...” No. Lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado, y tuvo que haber sido así para que aprendas la lección y sigas adelante. Todas y cada una de las situaciones que te suceden son perfectas, aunque tu mente y tu ego se resistan y no quieran aceptarlo.
3. En cualquier momento que comience es el momento correcto. Todo comienza en el momento indicado, ni antes, ni después. Cuando estás preparado para que algo nuevo empiece en tu vida, es ahí cuando comienza.
4. Cuando algo termina, termina. Simplemente así. Si algo termina es para tu evolución, por lo tanto es mejor dejarlo, seguir adelante y avanzar ya enriquecidos con esa experiencia.”1

Tan sabias aseveraciones confirman lo que en comentarios anteriores he escrito: En tu vida nada sucede por casualidad, todo está hecho para tu bien y tu grandeza. HOY disponte a poner en juego tus sentidos de la vida, sabiendo que cada persona tiene un camino diferente a la espiritualidad y a su ser interior, nadie es mejor o peor, ni más lento, ni más rápido, cada quien tiene su tiempo y su ritmo.

Cuando eres capaz de entender “que un mal pequeño es un gran bien”, entonces no tomas la crítica de tu adversario como algo negativo, sino como un área de oportunidad para crecer, para encontrar la fuente de muchas tribulaciones y con ello el camino del autoconocimiento, de lo que necesitas cambiar para ser mejor y diferente, para transformar tu negatividad en un inacabable haz de luz.

Una cosa debe quedarte bien clara: Tu espíritu es superior a tu mente y tu mente superior a tu cuerpo, cuando tomas conciencia espiritual de ello, construyes una relación armónica contigo mismo y con el universo, recuperas tu verdadera naturaleza como ser espiritual, al conseguir relacionarte convenientemente con la vida.

HOY quiero que te grabes “a piedra y lodo” que el éxito, la salud, la felicidad, el amor y la armonía están en tus manos, sólo requieres cambiar tus pensamientos y tener una actitud permanentemente positiva. Tu energía y tu tiempo son muy valiosos como para que los desperdicies en odio, crítica, resentimientos o para andar de malas.

Qué importante es también que aprendas a dar las gracias. HOY da gracias por los dones que se te han concedido y por el cúmulo de bienes que vendrán. Recuerda: Agradecer es un principio metafísico que te conduce a la obtención de mayor número de bienes. Cuando eres agradecido, el universo provee más. Dar las gracias acelera tu proceso de crecimiento material y espiritual.

A propósito, un contratista había crecido tanto materialmente que decide emborracharse, después de haber rendido honores a Baco, tambaleante se sube a su coche de lujo para ir a casa, en el camino que le toca el retén del alcoholímetro.

—¡Alto!, control de alcohol, deme los papeles del carro.
Agrega un billete de $200 a la documentación y se lo entrega al tránsito, al poco tiempo éste le dice:
—¡Adelante!
A los 50 metros lo vuelve a parar el alcoholímetro:
—¡Control de alcohol!, deme los papeles.
Envuelve dos billetes de $200 con la documentación, se los entrega al tránsito; éste le dice:
—¡Avance, avance!
Echa a andar el carro y a los 50 metros lo vuelve a parar un tránsito.
—¡Alto!, control de alcohol, deme la documentación.
Ya encabritado, el constructor como puede, le dice:
—¿Otra vez el pinche alcoholímetro?, ¿otra vez los papeles?
El tránsito en voz baja y mirando discretamente a ambos los lados, le responde:
—¡Sssssh!, tranquilo, tranquilo, si me das $500, te saco de la ‘inche glorieta… ¡‘ENDEJO!

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