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martes, 13 de junio de 2017

Los chinos ya ganan el doble que los mexicanos


El trabajador de una fábrica en China ya gana unos cuatro dólares por hora. Ese promedio en México está en poco más de dos dólares. Allá, eso equivale a 21 mil 600 pesos mensuales. Acá, a la mitad. Poco menos de 11 mil pesos.

Allá, su foco ya está en la cuarta revolución industrial. Acá seguimos en que si ganó Alfredo o Delfina.

Una mujer en China quiere bañar a su perro y contacta a un hombre que hace esa limpieza a domicilio. Todo a través de WeChat, una aplicación contenida en su teléfono móvil.

Cuando el cuadrúpedo queda limpio, ella sube entusiasmada la foto del can peinado a WeChat. Otra amiga ve esa imagen. Contacta al 'artista' para hacer lo mismo con su mascota. El hombre que bañó al perro va a ese segundo servicio que le piden vía WeChat.

La mujer inicial usa WeChat para 'chatear' con otra a la que citó para cenar y ya la espera en el restaurante. Ambas observan el mismo menú aunque estén separadas y las dos piden su cena a través del teléfono, en WeChat.

Cuando finalmente están juntas, una pantalla en el restaurante da la bienvenida a la recién llegada y la cocina le envía su cena a través de bandas sin fin que recorren las mesas. No hay meseros. Al final, ambas pagan la cuenta por medio de su cuenta bancaria enlazada con WeChat. Éste video de The New York Times muestra las escenas descritas:

Los obreros chinos ya ganan el doble que sus similares mexicanos, de acuerdo con cifras del NBS (National Bureau of Statistics of China) y el Inegi, recopiladas por JPMorgan.

Allá ya están en la cuarta revolución industrial que pone al consumidor por delante. Si éste desde su teléfono puede decir que quiere el coche con vestiduras color naranja y el exterior en color vainilla, la armadora recibe el pedido y manda la orden del auto nuevo para que lo reciba en casa.

Todo lo que pasa en medio de eso: la app desde la que pide el coche, la planta que recibe el pedido, el proveedor de pintura y el artesano que trabajará los asientos, el chofer del camión que se prepara para transportarlo junto con otros cinco carros, el vigilante que abrirá la reja y recibirá las llaves, están conectados a través de una app. Todo eso es la cuarta revolución industrial. Los chinos están listos. Es más, los chinos lo hicieron posible.

¿A qué se debe eso? Lo que me dicen empresarios y funcionarios es que allá atrajeron fábricas buscando tecnología. Acá, votos.

Para las inversiones en fábricas, los chinos cambiaron las concesiones de tierra, beneficios fiscales y mano de obra barata por poner a un chino, a dos, a 10, a un lado del gerente foráneo de la fábrica, para conocer procesos. Acá, a los mexicanos les pusieron un overol y los visitaron cada tres, seis años, para repartirles un banderín, recordándoles quién les trajo la planta al pueblo.

China salta hacia el lado de los grandes países consumidores. México es una economía relevante, pero sigue ofreciendo salarios bajos, ubicación geográfica y tratados comerciales con medio mundo entre sus ventajas comparativas. Como hace 20 años.

¿Nos echamos a llorar? No, si Rogelio Garza consigue lo que quiere. Este regiomontano habitante de la Ciudad de México desde hace más de 20 años se graduó como economista por el Tec de Monterrey.

Hoy promueve la industria 4.0 y recorrerá el país con ese propósito. Monterrey, Querétaro y Mérida están en su agenda. La educación sobre el tema es el reto principal.

Garza es subsecretario de Industria y Comercio en la Secretaría de Economía que comanda Ildefonso Guajardo. Tiene como aliada importante en su encomienda a Siemens, la empresa que acá encabeza Louise Goeser y cuya compañía procede de esa fuente de tecnología que es Alemania.

Es la misma empresa que firmó hace un año un acuerdo de transferencia de conocimientos con el Ministerio de Educación de Alberta, Canadá y signó uno muy parecido en abril con el gobierno de Nuevo León. Parece que vienen otros.

También vienen elecciones. Exijamos una política industrial de avanzada que reparta riqueza.

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