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jueves, 20 de abril de 2017

.Y otros reos lo reciben con gritos de “ladrón, ratero”


El exgobernador de Veracruz acudió este miércoles a la primera audiencia de su proceso de extradición a México, luego de ser detenido el 15 de abril pasado, en el hotel Riviera de Atitlán, poblado de Panajachel.



GUATEMALA.- Javier Duarte de Ochoa recibió ayer, quizá, el trató más humillante de su vida. No sólo fue el hecho de estar en el banquillo de los acusados, esposado y sometido. Ayer hasta los reos comunes de este país repudiaron al exgobernador de Veracruz.

“¡Ladrón! ¡Ratero! ¡Eres un hijo de la gran puta!”, alardeaba una decena de jóvenes que, al igual que Duarte, están detenidos y tuvieron que ser trasladados ayer a los tribunales guatemaltecos para alguna audiencia.

Duarte acudió este miércoles a la primera audiencia de su proceso de extradición a México, luego de ser detenido el 15 de abril pasado, en el hotel Riviera de Atitlán, poblado de Panajachel, sindicatura de Solalá.


A las 13:00 horas fue sacado de la prisión Cuartel Matamoros donde ayer pasó su cuarta noche. Un grupo de 10 custodios, fue hasta su celda, la número 27. Lo esposaron de manos, le pusieron un chaleco antibalas negro y lo subieron a una camioneta tipo van blindada.

El destino era la llamada Torre de Tribunales, donde tenía una cita a las 13:30 horas en el Tribunal Quinto de Narcoactividad, ubicado en el piso 11. Su camioneta era seguida por dos Pick Up con seis elementos fuertemente armados y dos patrullas.

A la entrada del lugar, decenas de periodistas locales y extrajeros, ya lo esperaban desde las 06:00 de la mañana.

Según los custodios que hicieron el traslado, los 20 minutos que duró el trayecto, Duarte no habló, estaba serio.

Incluso, cuando llegó al lugar y bajó de la camioneta, envuelto en una nube de flashes y preguntas que querían arrancarle una declaración, mostró un rostro sin expresión.

A la entrada del estacionamiento Duarte fue bajado de la unidad. Ya tenía el cabello recortado y una camisa a cuadros. Los policías lo obligaron a levantar las manos, lo obligaron a quitarse los zapatos y lo sometieron a una revisión.

Después bajó una rampa vehicular y entró por el sótano del edificio.

En su camino pasó por una zona de celdas, donde mantienen a los reos en espera de su audiencia o su vuelta al penal. Al ver el alboroto comenzaron los gritos, no sabían de quién se trataba, ni por qué la presencia de tantos medios de comunicación.

El exgobernador de Veracruz subió un elevador y llegó a su audiencia, la cual se prolongó por dos horas. Ahí se le notificó que es acusado de dirigir una red criminal de lavado de dinero, en la que se implica también a su esposa Karime, con quien estaba al ser detenido por Interpol Guatemala, aunque ella quedó libre.

Durante la audiencia se relajó un poco y hasta algunas sonrisas esbozó. Pero su salida del juzgado fue caótica. Decenas de periodistas le gritaban de todo, incluso uno de ellos le dio un zape en la cabeza con la mano abierta, lo que lo destanteó.

El tumulto lo hizo sudar. A su paso vio caer a un policía y un fotógrafo. Pero lo que lo turbó aún más fueron los gritos de los otros presuntos delincuentes que lo vieron entrar, pero que ahora ya sabían de quién se trataba. “¡Ladrón! ¡Ratero! ¡Eres un hijo de la gran puta!” le dijeron antes de subir a la camioneta 010.

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