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miércoles, 18 de enero de 2017

Historia política del Edomex De Isidro Fabela a Carlos Hank González ¿hegemonía priísta?


*. -Alfredo Del Mazo Vélez sobrino de Fabela
*. - las figuras centrales de la política local fueron los hermanos Gómez, Abundio y Filiberto, así como Carlos Riva Palacio
*.-"el desafuero de los diputados Sidronio Choperena Ocariz, presidente de la Legislatura, Andrés Francés, Aurelio Vera, Isidro Sánchez, José Trinidad Rojas, José Jiménez (identificados con Wenceslao Labra y con el gomismo )" (Serrano, 2004: 6A). Hecho que permitió, en parte, la consolidación de su poder en el estado.
( Primer de dos partes )

Los grupos posrevolucionarios que gobernaron a la entidad después del movimiento carecían de cohesión. Aun cuando ya se había instaurado un régimen de instituciones en el país, el Estado de México seguía viviendo los conflictos entre los grupos de caciques.
En la década de los veinte, las figuras centrales de la política local fueron los hermanos Gómez, Abundio y Filiberto, así como Carlos Riva Palacio, quienes ocuparon la gubernatura y diferentes cargos de elección popular sucesivamente, sin interrupción.
En 1925, cuando Abundio Gómez era gobernador, su hermano Filiberto fundó el Partido Socialista del Trabajo (PST) del Estado de México, partido que dominó la política del estado. La creación del partido logró afirmar el "poderío de la camarilla obregonista-callista, que sólo terminó hasta el accidental advenimiento de don Isidro Fabela" (Sánchez, 1984: 13).
Al PST se le reconoce como el antecedente inmediato del Partido Nacional Revolucionario (PNR) en la entidad. Sin embargo, los grupos locales mantuvieron el poder por casi veinte años. Filiberto Gómez definió al PST como:
La agrupación política que desde hace tiempo controla todo el movimiento político-social del Estado y al que, por tanto, pertenecen las autoridades del mismo, como electas por él, inclusive el que habla; quien además disfruta el alto honor de haber fundado aquella agrupación y haber tomado parte en todas las luchas que hubo de librar para conseguir su definitivo arraigo en la opinión pública que desconocía por completo el juego de estas instituciones democráticas (Sánchez, 1984: 42).
A pesar de los intentos de los caudillos por unificar a los caciques locales, las pugnas en la sucesión gubernamental tuvieron como resultado el fraccionamiento entre los grupos que habían prevalecido: los gomistas y rivapalacistas. Ello dejó un espacio para que en 1937 el presidente Lázaro Cárdenas influyera en la designación a la gubernatura de Wenceslao Labra, yerno de Filiberto Gómez. El gobierno de Labra significó el último del grupo gomista, dando paso a nuevas élites con mayor relación con el presidente y las élites nacionales.
La descripción de esta etapa la hace Salvador Sánchez Colín, ex gobernador del estado, en entrevista con Álvaro Arreola:
La década que se iniciaba en 1940 se distinguía en la provincia mexiquense porque, sobre todo, el "campo" político estaba controlado todavía por los personajes de "texana" y de "pistolas". Los hombres de "mucha fiesta", como se les identificaba al comienzo del decenio, entre los que destacaban los hermanos Gómez, incluido el mismo Wenceslao Labra (Arreola, 1995: 162).
Con el arribo de la década de los cuarenta, la entidad estaba viviendo una nueva crisis; hasta ese momento no se había logrado cohesionar a las élites. Así que en 1942 se puso de manifiesto una vez más la falta de instituciones consolidadas, pues el gobernador Alfredo Zárate Albarrán, simpatizante del grupo gomista fue asesinado.
Este hecho llevó a los diputados locales del Estado de México a dejar en manos del presidente Ávila Camacho la designación del nuevo gobernador del estado. Eran dos los candidatos viables para ocupar la gubernatura "sólo que Baz aspiraba a la Presidencia de la República y no al gobierno de su estado. El otro Francisco Javier Gaxiola, ocupaba una Secretaría conflictiva en un momento sumamente difícil" (Hernández, 1998: 63).
El presidente Ávila Camacho designó en 1942 a Isidro Fabela Alfaro como gobernador de la entidad; lo cual significó el parteaguas de la política en la entidad. Isidro Fabela se convirtió en el principal promotor e iniciador del grupo del Estado de México, "una corriente política que a lo largo de los años, se convertiría en la elite política privilegiada a la hora de decidir y asumir posiciones de poder en el Estado" (Arreola, 1995: 199), la cual ha sido denominada "Grupo Atlacomulco".

El surgimiento de las élites mexiquenses y sus redes
El gobierno de Isidro Fabela tuvo como gran herencia el logro de relacionar en torno al PRI a los caciques locales, así como de reclutar liderazgos en la entidad. Dichos caciques se encargarían de mantener a las élites gobernantes, fortaleciendo su influencia en primer término en el estado, y en segundo en las decisiones de los miembros de las élites nacionales. Este es el punto de partida para el análisis de las redes, ya que son éstas las que han formado a las élites priístas, las redes existentes a la fecha (2005) y que conservan la gubernatura de la entidad.
A diferencia de la red política nacional, las élites del Estado de México comienzan a consolidarse con la llegada de Isidro Fabela al gobierno. Los líderes revolucionarios de la entidad no habían conseguido unirse en un mismo proyecto político ni pacificar a los actores frente a la sucesión de gobernador. Fabela fue representante de las nuevas élites de políticos influyentes en torno a la consolidación institucional de la presidencia de la república que sometió los intereses locales. Como gobernador logró conciliar a los grupos caciquiles con la institucionalización del poder político local frente a las sucesiones gubernamentales.
Lo anterior fue posible con medidas que Fabela instauró para controlar a los grupos de los ex gobernadores.
Entre ellas tenemos como ejemplo: "el desafuero de los diputados Sidronio Choperena Ocariz, presidente de la Legislatura, Andrés Francés, Aurelio Vera, Isidro Sánchez, José Trinidad Rojas, José Jiménez (identificados con Wenceslao Labra y con el gomismo )" (Serrano, 2004: 6A). Hecho que permitió, en parte, la consolidación de su poder en el estado.
Isidro Fabela, oriundo de Atlacomulco, había destacado en la política nacional por su experiencia en asuntos internacionales. Inició su carrera con Venustiano Carranza, quien lo nombró secretario de Relaciones Exteriores de 1913 a 1915. También se había distinguido por sus colaboraciones en los gobiernos estatales de Chihuahua y Sonora.22 Esto muestra los vínculos de Fabela con las élites nacionales. Sin embargo, Isidro Fabela mantuvo contacto con algunas familias de Atlacomulco como los Huitrón, Del Mazo, Colín, Vélez, Monroy23, mismos que ya en la época en que Fabela fue gobernador "tenían importantes negocios que le dieron un invaluable soporte a su régimen" (Hernández, 1997: 72). Cabe señalar que la gestión fabelista se caracterizó por introducir la industrialización en la entidad, visión que tenía el gobernador para fomentar y consolidar al estado como prec urs or de la modernidad capitalista.
La sucesión a la gubernatura en 1944 le daba a Isidro Fabela la amplitud para que él decidiera quién sería el próximo gobernador. Logró que el candidato del Partido Revolucionario Mexicano (PRM) fuera su sobrino Alfredo del Mazo Velez , en quien veía la continuidad de su proyecto político, económico y social para el Estado de México. Paradójicamente, el gobierno de Del Mazo significó, por una parte, la muestra de su poder al elegir él a su sucesor, sin que el presidente ejerciera mayor influencia; pero, a su vez, fue el comienzo de su declinación como líder político de la entidad [Véase Esquema 2].
Del Mazo, al conformar su gabinete, trató de disminuir la influencia de Isidro Fabela. No obstante, ratificó en las principales carteras a cuatro funcionarios designados por Fabela, pero tuvo siete de éstas a su disposición. Nombró en ellas a amigos cercanos y familiares; pero logró disminuir a miembros del grupo fabelista en la integración de la cámara baja, en las presidencias municipales, en las diputaciones federales y senadurías.
De los 33 diputados federales, sólo ocho habían colaborado con Fabela, y de los 44 diputados locales, ocho estaban en esa situación [...] en las presidencias municipales ninguno de los elegidos había tenido contacto con Fabela [...] [asimismo] de los cuatro senadores, tres no tenían relaciones directas con el diplomático, sino que respondían a intereses del gobierno federal (Hernández, 1998: 88).

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