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miércoles, 30 de noviembre de 2016

La Torre Eiffel Más que un símbolo de la Revolución Industrial






La arquitectura del siglo XIX estuvo dominada por el Eclecticismo Historicista. Esta corriente artística se caracterizó por el empleo y la reinterpretación de las diferentes formas arquitectónicas surgidas a lo largo de la historia. Dentro del Eclecticismo hubo una profunda división ideológica: los racionalistas se inspiraban en la arquitectura greco-romana y sus derivados del Renacimiento y el Barroco; los románticos, en cambio, abrevaban en el arte medieval, al cual consideraban menos frío y más ligado a las tradiciones nacionales.

No obstante, la Revolución Industrial generó y a la vez demandó una nueva arquitectura, la cual tuvo su base en la producción en serie y en los grandes adelantos de las industrias del hierro y el vidrio. Los edificios de este género se caracterizaban por la repetición de módulos, lo que permitía fabricar en serie las distintas piezas para luego ensamblarlas in situ como un "meccano". Este nuevo arte industrial tuvo una rápida difusión. Sin embargo su empleo se limitó a galpones, hangares, estaciones de ferrocarril, pabellones de exposiciones, fábricas y distintas obras de ingeniería. A pesar de haber producido obras de singular belleza, esta arquitectura nunca fue considerada como tal hasta bien entrado el siglo XX. Es dentro de este panorama general que debemos ubicar la creación de la Torre Eiffel, el mayor exponente de la moderna arquitectura industrial.

La Torre Eiffel se encuentra en París y está emplazada en el Campo de Marte, un jardín que se desarrolla axialmente desde el Sena hasta la Escuela Militar. La misma está hecha totalmente de hierro y para su construcción fueron necesarias 18.038 barras de ese material y 2.500.000 remaches. El colosal monumento descansa sobre unas robustas bases de hormigón de 25 metros de lado y 4 de altura cuyos cimientos llegan hasta los 7m de profundidad. Pesaba alrededor de 7.300 toneladas, si bien hoy en día se calcula su peso en más de 10.000. Esas 2.700 toneladas se deben a los restaurantes, museo y tiendas que se han añadido posteriormente. Hasta la construcción del Edificio Chrysler de Nueva York, en 1930, la torre era la edificación más alta del mundo. Originalmente presentaba una altura de 312,27 metros, la cual ha ascendido en la actualidad -por la presencia de nuevas antenas- a 324 metros. Es importante destacar que por efecto de la dilatación, la altura puede elevarse 18cm en verano y por la acción de los vientos, la torre puede tener una deflexión de 7 centímetros en la cúspide.

La Torre Eiffel tiene una planta cuadrada de 125 metros de lado, presenta simetría biaxial y está conformada por cuatro grandes pilares de barras de hierro que se van afinando con la altura para unirse en la cúspide, la cual remata en una antena. Ello determina su forma característica que es la de una esbeltísima pirámide con aristas marcadamente cóncavas. Esta pirámide hueca se encuentra segmentada a lo largo de su desarrollo vertical por una serie de plataformas. La primera de éstas se encuentra a 57 metros de altura, la segunda a 115 y la tercera a 274. En la base, sosteniendo el primer nivel y vinculando los pilares, se despliega en cada cara de la torre un arco de medio punto cuya función es meramente decorativa.

El acceso a los distintos niveles de la torre se puede efectuar por escaleras o mediante dos ascensores sucesivos. El primero de ellos hace un recorrido inclinado por dentro de una de las "patas" de la torre y llega hasta el segundo nivel. Desde allí, el segundo ascensor se eleva en línea recta hasta la última plataforma, donde se halla el mirador.


La Torre Eiffel debe ser pintada cada cinco años a fin de evitar la corrosión, para ello son necesarias 50 toneladas de pintura. El color original era el amarillo, el actual, un marrón grisáceo. Para evitar que la torre se vea cada vez más clara con la altura, los tonos de la pintura se van oscureciendo a medida que se asciende. Este truco óptico asegura que el monumento presente un color homogéneo a los ojos del espectador.

De noche, la torre resplandece gracias a sus 20.000 luces, 300 proyectores y a los 4 reflectores giratorios ubicados en la cúspide.

La torre debe su nombre a Gustave Eiffel. Este famoso ingeniero había obtenido notoriedad proyectando y construyendo puentes, viaductos y otras obras civiles en Francia y otros países europeos. Es de destacar que fue él quien había resuelto la estructura interna de la Estatua de la Libertad.

La torre fue concebida como una gran puerta de acceso a la Exposición Universal de París, a realizarse en 1889 con motivo del centenario de la Revolución Francesa. Debemos tener en cuenta que, durante el siglo XIX, las exposiciones de este tipo eran la gran oportunidad para mostrar al mundo el grado de desarrollo científico, artístico e industrial de las naciones.

La idea de una torre monumental hecha enteramente de hierro fue concebida en 1884 por los ingenieros Maurice Koechtlin y Émile Nouguier, jefes principales de distintas áreas del estudio Eiffel. El proyecto que crearon presentaba seis niveles y 300 metros de altura.

Los distintos niveles -de los cuales los cinco primeros eran plataformas y el sexto la cúspide- estaban dispuestos a razón de uno cada 50 metros. Los ingenieros habían basado su idea en los pilares de los viaductos que se construían por toda Europa. De hecho, la torre vendría a ser un pilar invertido. El diseño de Koetchlin y Nouguier había sido proyectado teniendo en cuenta sólo cuestiones técnicas, sin ninguna concesión a la estética. En razón de ello, se veía un tanto tosca y desabrida. Por ese motivo no llamó la atención de Eiffel que, sin embargo, autorizó a los ingenieros a seguir trabajando en el proyecto.

A fin de embellecer el diseño se requirió la intervención de Stephan Sauvestre, arquitecto del estudio Eiffel. Sauvestre rediseñó todo el proyecto; sus reformas más sustanciales fueron: la reducción de la cantidad de niveles de seis a tres, la introducción de los arcos de la base y el remate en forma de pequeña cúpula. El nuevo diseño entusiasmó tanto a Eiffel que decidió comprar los derechos del proyecto a Koetchlin y Nouguier, razón por la cual, la torre lleva su nombre. Eiffel promocionaba su torre diciendo que la misma sería, por su altura descomunal, de gran utilidad para hacer experimentos científicos. A la vez, señalaba que constituía un grandioso monumento al Siglo de las Luces y a la Revolución Francesa. En su afán, logró entusiasmar al Ministro de Industria y Comercio de Francia, Edouard Lockroy, quien además era el organizador general de la Exposición Universal de 1889. En 1886, Lockroy organizó un "Concurso de Anteproyectos para la Construcción de una Torre de Hierro de 125 metros de base y 300 de Altura". No cabe duda de que las bases del certamen estaban hechas a la medida del proyecto de Eiffel y, a pesar de que se presentaron 107 participantes, éste fue el ganador, tal como era de esperar.

Sin bien la torre contaba con muchos entusiastas, también eran muchos los detractores. Entre éstos se encontraban numerosos artistas que la consideraban un verdadero adefesio, y muchos vecinos que temían la posibilidad de que esa gigantesca estructura hecha sin piedras ni ladrillos se viniera abajo sobre sus hogares. Entre los opositores más famosos se encontraban Charles Garnier –arquitecto que concibió la Ópera de París-, Alejandro Dumas (h), Charles Genoud y Guy de Maupassant. Es conocida la anécdota de este notable escritor, quién, años después, se convirtió en un asiduo concurrente del restaurant de la torre, pues, según sus palabras: "es el único lugar de París desde donde no se ve la torre". La Municipalidad de París contribuyó con la mayor parte del dinero para la construcción. El resto fue aportado por Gustave Eiffel en sociedad con tres bancos. Como contraprestación, la municipalidad les cedía la explotación de la torre por un plazo de 20 años, a partir del 1º de enero de 1890. Pasado el período, la torre volvería a manos de la ciudad para ser desmontada.
Construcción de la torre Eiffel

La construcción se llevó a cabo entre el 28 de enero de 1887 y el 31 de marzo de 1889 bajo la dirección Koetchlin y Nouguier. Mientras que en la obra trabajaban 250 operarios, en las fábricas de la firma Eiffel, en Levallois-Perret, se construían las diferentes piezas. Para el correcto ensamblaje de las mismas se realizaron más de 5300 planos, los cuales fueron elaborados por 50 ingenieros.

La exposición se inauguró el 6 de mayo de 1889, para cuando finalizó, el 31 de octubre, casi 2 millones de personas habían subido a la torre. Sin embargo, en los años siguientes la curiosidad por el monumento de Eiffel fue disminuyendo y con ella la cantidad de visitantes, la cual se redujo drásticamente. El desinterés creciente y el hecho de que la torre tuviera los días contados de acuerdo a lo establecido en el contrato, llevaron a Eiffel a luchar denodadamente por salvar su obra; promovió la realización de experimentos meteorológicos, físicos, telegráficos, de radiodifusión, etc. Incluso, él hizo los suyos sobre la resistencia al viento de las estructuras. En 1903 autorizó a la Armada a instalar una antena. La experiencia resultó un providencial éxito. A medida que se perfeccionaba la tecnología, el alcance de la antena fue cada vez mayor y en pocos años las emisiones llegarían a todo el mundo. Ello salvó a la torre de la destrucción y la concesión fue extendida a setenta años más, a partir del 1º de enero de 1910.

Al estallido de la Primera Guerra Mundial la torre cobró una importancia vital debido a que la antena ubicada en su cumbre permitía captar las emisiones de los alemanes.

En el período de entreguerras, desde la torre se emitían programas radiales. Cuando París cayó en manos de los alemanes, durante la Segunda Guerra Mundial, la Torre Eiffel fue cerrada al público y usada por los nazis para sus comunicaciones de radio. Al final del conflicto, el avance de los aliados era imparable y la liberación de ciudad inminente.

Ante este desolador panorama, el 7 de agosto de 1944, Hitler ordenó al comandante alemán de París, Dietrich Von Choltitz, que arrasara con la ciudad y su emblemática torre. La sensibilidad de Von Choltitz le impidió cumplir la orden. Se dice que el 25 de agosto, ya impaciente, Hitler lo llamó por teléfono para preguntarle simplemente: "¿arde París?" a lo cual el comandante contestó: "No, París no arde, la historia no me lo perdonaría". Se non é vero é ben trovato...

Cuando las tropas aliadas recuperaron la ciudad, la torre sirvió para sus transmisiones de radio. Terminada la guerra, la dama de hierro reabrió sus puertas al público recién en 1946. En 1981, la torre fue restaurada a nuevo por la municipalidad de París y en la actualidad es el monumento más visitado del mundo. La torre Eiffel es única en su especie; su singular belleza, su elegancia y su armonía, la han convertido en un epíteto de Francia y de la esplendida ciudad cuyo horizonte domina. Es también un emblema del triunfo de la máquina y de la modernidad, pero por sobre todo, es un monumento al genio creador del hombre.
Medidas de la torre Eiffel

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El proceso constructivo de la Torre Eiffel

La estructura de la Torre Eiffel comenzó a construirse en 1887 para que sirviera como arco de entrada a la Exposición Universal, una feria mundial organizada para conmemorar el centenario de la Revolución Francesa. La torre se inauguró el 31 de marzo de 1889, y fue abierta al público el 6 de mayo de ese año. Cerca de doscientos obreros ensamblaron las 18.038 piezas de hierro, usando dos millones y medio de roblones, siguiendo el diseño estructural de Maurice Koechlin.

Debido a la proximidad del río y a la naturaleza del subsuelo sus cimientos tienen, en cada uno de sus cuatro apoyos, una profundidad de unos treinta metros. Cada una de sus cuatro patas descansa sobre ocho gatos hidraúlicos por lo que se puede considerar que en realidad la torre tiene 32 patas. A diferencia de los rascacielos modernos, la torre, tiene una estructura visible, con sólo dos plataformas intermedias y un mirador superior. A pesar de las inmensas precauciones de Eiffel para con sus operarios (que incluían el uso obligatorio de arneses), uno de ellos falleció durante la instalación de los elevadores.

El ingeniero francés Gustave Eiffel presentó primero su proyecto de torre a los responsables del Ayuntamiento de Barcelona, para que se construyera en esta ciudad con motivo de la Exposición Universal de Barcelona (1888); pero a los responsables del ayuntamiento barcelonés les pareció una construcción extraña, y cara, que no encajaría en la ciudad.

Tras la negativa del consistorio barcelonés, Eiffel, presentó su proyecto a los responsables de la Exposición Universal de París, donde se erigiría un año más tarde, en 1889. Éstos aceptaron construir la torre, pese a que en principio pensaron que la tendrían que desmontar una vez acabada la exposición. Sólo la voluntad popular evitó que se derribase. En la primera década del s. XX, los parisinos mostraron su descontento con la Torre, que llegó a tal punto que el gobierno dio la orden de su demolición. Pero su grande y potente antena la salvó de su destrucción, ya que recibía ondas de radio alemanas, en la Primera Guerra Mundial, la cual sirvió de gran ayuda a los aliados.




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