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domingo, 9 de octubre de 2016

Charrismo sindical


Francisco Velasco Zapata


El charrismo sindical es un concepto que surgió en México durante el año 1948 y que en realidad es una de las formas del corporativismo político que ha servido como sistema de control para sostener y reproducir regímenes políticos autoritarios y corruptos. El corporativismo en México ha servido, además, para apuntalar la relación “Metalegal” entre patrones, gobierno y sindicatos, donde la acumulación de la riqueza y la distribución del poder se llevan a cabo a costa del lamentable empobrecimiento y empobrecimiento de los trabajadores.

¿Cuál es el momento histórico que da origen al charrismo sindical en nuestro país? Varios historiadores apuntan que el 21 de julio de 1948 el Secretario de Hacienda, Ramón Beteta canceló la paridad del peso con respecto al dólar, por lo cual, pocos días después sobrevino una fuerte devaluación de nuestra moneda que motivó a los dirigentes sindicales de ferrocarrileros, petroleros, mineros, metalúrgicos, telefonistas y la Coalición de Sindicatos Industriales a convocar a un “paro nacional” en el Distrito Federal para contrarrestar la política económica del presidente Miguel Alemán. Los sindicatos proponían iniciar las movilizaciones con una manifestación de protesta. La manifestación nunca se llevó a cabo.

El 28 de septiembre del mismo año 1948 Jesús Díaz de León mejor conocido como “El charro” –con el apoyo del gobierno en turno- presentó ante la Procuraduría General de la República cargos contra los dirigentes sindicales Valentín Campa y Demetrio Vallejo, acusándolos de desfalco, motivo por el cual fueron inmediatamente detenidos y se les aplicó un proceso penal plagado de irregularidades. Como respuesta el Comité Ejecutivo Nacional del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana (STFRM) hicieron del dominio público la maniobra gubernamental por lo cual acordaron destituir al “Charro” Díaz de León. El 14 de octubre, “El Charro” acompañado por cientos de policías asaltaron de forma sorpresiva el sindicato. El coronel Serrano del Estado mayor presidencial dirigió la maniobra que condujo a la toma de todas las secciones del sindicato de los ferrocarrileros. El Comité Ejecutivo Nacional es desconocido por el gobierno y se giran órdenes de aprensión contra todos los dirigentes nacionales.

El asalto al sindicato de los ferrocarrileros fue el primer paso hacia la “subordinación” total de los trabajadores mexicanos, principalmente de la clase obrera. El apodo de Díaz de León “El charro” -que se prestó a la maniobra gubernamental- dio origen al término charrismo, que en términos específicos define la intervención gubernamental en las acciones más importantes de las dirigencias sindicales.

Desde aquella fecha “charro”, “charrismo” y “charrazos” forman parte de la jerga -del lenguaje- de la vida cotidiana de los sindicatos. El rasgo político esencial del charrismo es la conjunción del corporativismo y el autoritarismo gubernamental. Por ello, desde aquella época ha sido muy raro aquel movimiento sindical que busca “auténticamente” reivindicar banderas de lucha laboral que valgan la pena. Cuando algún dirigente se ha tratado de salir del guacal le aplican todo el rigor de la ley por cualquier forma de equivocación pública que haya cometido. Si por alguna razón hicieron crecer un movimiento opositor al régimen, en su justo momento les hicieron llegar órdenes de aprehensión y algunos llegan a ser encarcelados directamente -sin mediar proceso legal alguno-. Muchos han sido cruelmente torturados. En casi toda la historia del México independiente las más justas luchas sindicales fueron sofocadas a lodo y sangre. Las bayonetas y el charrismo se impusieron a la razón y a la justicia.

Para asegurar la lealtad del sindicalismo charro al régimen en turno se les han otorgado posiciones políticas, tanto en el Congreso de la Unión, los congresos locales, los ayuntamientos y los gobiernos de los estados, pero sobre todo el régimen ha permitido que algunos de sus dirigentes -los mejor preparados académicamente- desarrollaran una carrera política mezclada con la administración pública que les ha permitido hacerse cargo desde hace varios lustros de subsecretarías, direcciones generales, direcciones de área, jefaturas de departamento. No obstante lo anterior su mayor fuente de financiamiento ha sido el cobro de cuotas sindicales, el manejo de cajas de ahorro, programas de vivienda, capacitación y becas que generalmente sólo llegan a los más allegados del círculo personal del líder charro. La mayoría de los dirigentes “charros” son de un origen muy humilde y precaria formación académica, pero al cabo de unos meses de dirigir a sus agremiados se vuelven “burros de oro” cuya característica principal es que los hace ciegos y sordos de las demandas de sus compañeros de gremio, pero lo peor es que se vuelven serviles y, generalmente, déspotas. ¿Y usted, cómo la ve?


Francisco Velasco Zapata
Politólogo. Presidente de Parlamento Ciudadano A. C., agradece sus comentarios a:comunicacionsocial_pacem@yahoo.com.mx

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