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jueves, 26 de mayo de 2016

Deslindes + Corrupción y Verdad Histórica Hunden al Gobierno

Por ARMANDO SEPULVEDA IBARRA


A Juan Manuel Padrón, por los 16 de El Mexiquense

Desde que salió a flote la sospecha y evidencia de corrupción en el grupo en el poder con la irritante Casa Blanca y otras curiosidades que lindan con la rapacidad y, en especial, sus culpas en el crimen de Ayotzinapa y su frenesí por esconder la verdad bajo la suciedad de la alfombra, comenzó a derrumbarse la magra credibilidad en el gobierno del nuevo PRI, se evaporó la artificial popularidad del señor Peña y, apenas al mes de abril pasado, se disparó el repudio a su mandato hasta 70 por ciento de la sociedad.
Ni el espantapájaros secretario de la Función Pública, Virgilio Andrade, con su hilarante dictamen que dispensó a su patrón Peña y su esposa de cualquier indicio de corrupción en el enjuague de la mansión de Las Lomas de Chapultepec, ni las mentiras de Jesús Murillo Karam, deshonesto autor en la Procuraduría General de la República de la bochornosa verdad histórica sobre la desaparición forzada de los 43 normalistas, ni otras argucias igual de burdas, pudieron ofrecer a los imberbes neoliberales en el poder un poco de tranquilidad, un ansiado sosiego a su creciente desprestigio y rechazo social de un pueblo indignado contra los gobernantes corruptos y represivos, cínicos e impunes hasta ahora.
Desprovistos de talento, oficio político, honradez o alguna otra virtud que sirviera para suavizarles la vertiginosa caída del pedestal de oropel, los neopriístas que tomaron por asalto el poder, con el robo de la elección hace cuatro años con la compra de votos y conciencias, buscan con desesperación un salvavidas para intentar reposicionarse ante la gente con poses de perdonavidas, con estrategias fuera de tono y época y con signos de autoritarismo como si quisieran revivir los aciagos años de la monarquía sexenal del viejo PRI, aquel que instaló en Los Pinos a personajes inolvidables por sus hazañas, llámense Diaz Ordaces, Salinas de Gortaris, Foxes y Calderones y demás ilustres presidentes, ninguno de alegre recuerdo. Según como ha evolucionado el más reciente crimen de lesa humanidad, el de Ayotzinapa de seguro pasará a la historia hermanado con los terribles sucesos del 2 de octubre de 1968 y el trágico 1994 del salinato, cuando también corrió la sangre por cuenta de personajes del régimen.
Antes de tomarse un respiro de aire fresco, si la vorágine de imprevistos les da tiempo, los señores empoderados en 2012 con la compra de votos con dineros robados al erario y, por supuesto, otras triquiñuelas y corrptelas patentadas por la dictadura perfecta, los señores empoderados habrán de resentirse de los embates de esferas internacionales y de nuevas descalificaciones domésticas, cuando salga la próxima encuesta, como remache de la última estocada a la absurda verdad (o mentira) histórica sobre los demenciales sucesos de Iguala los días 26 y 27 de septiembre de 2014. Encuerados en sus mentiras por los expertos internacionales, los voceros del gobierno y su jauría de seudoperiodistas lacayos del nuevo PRI, aquellos de la servidumbre periodística vitalicia, arremeten como chivos en cristalería un día contra la Organización de las Naciones Unidas, otro contra la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y unos más contra otros organismos foráneos de prestigio y contra gobiernos preocupados por la documentada violación de los derechos humanos en México, por la tortura, la violencia, los casi doscientos mil asesinatos de la absurda guerra contra el crimen organizado y sus más de treinta mil desaparecidos, etcétera, etcétera, etcétera.
Si la confianza de la población en el gobierno y sus satélites anda por los suelos y sube cada vez más de intensidad el descontento contra la corrupta clase política en general, los desatinos del señor Peña y compañía retan a la gente a encolerizarse más aún al reprocharle desde Los Pinos, con su proverbial torpeza y poco tacto, las manifestaciones de rechazo a las formas de gobernar o, para ser más exactos, de desarticular a la nación con sus fracasadas y lesivas reformas estructurales, el impune saqueo de las arcas públicas, el tráfico de influencias con socios o cómplices para enriquecerse de manera ilícita, la implacable violencia que desangra al país y la amenaza de desencadenar el rigor del antiguo autoritarismo del viejo PRI. Decir que impera un “mal humor social” injustificado cuando México se deshace entre sus manos ineptas, equivale a ignorar la realidad y pretende burlarse de todos.
Guiados por la ignorancia, el despotismo y la recurrente pose cínica, los hombres del gobierno salen al paso de las críticas y las verdades con mentiras, diatribas y el acoso de sus testaferros de la prensa incondicional, para desacreditar al contrario, pelearse con organismos internacionales y recelar de gobiernos críticos a las torturas y desapariciones forzadas, al momento de tocar la violación de los derechos humanos y de insistir con tozuda necedad en defender su verdad histórica en la barbarie de Iguala.
El descontento de la gente contra la desprestigiada, corrupta e inepta clase política mexicana, incrustada en todos los partidos, va en ascenso y pudieran acaecer muchas cosas en las próximas elecciones, como el derrumbe de los partidos tradicionales aferrados al botín, si los ciudadanos dejan atrás su pasividad y temores y deciden promover con sus votos un cambio real que democratice al país, cree una nueva generación de políticos y profesionalice la política y limpie el ambiente de delincuentes con fuero y charola. Inconforme como se halla contra el sistema vigente, la sociedad podría, si envalentonara sus ánimos, pasarle la cuenta de su hartazgo a la desprestigiada clase política mexicana, incluyendo a las mafias de todos los partidos o carteles con licencia y a la inútil y vendida alta burocracia del Instituto Nacional Electoral, encabezada por su racista presidente Lorenzo Córdova, enemigo declarado de los indios de México y farsante cuando apela a su espíritu democrático y, al parejo, recibe las consignas del poder en favor de las farsas electoreras.
Para enardecer más a la población, los señores en el poder confirmaron su vocación por el dinero fácil: mantenerse en la zona de la corrupción y gozar como siempre de la impunidad y la protección de las leyes. Nada tontos, los senadores del PRI, del impostor Partido Verde y una fracción panista identificada con otro pillo, Felipe Calderón, congelaron a fines de abril la ley anticorrupción y desecharon la exigencia de la sociedad de que todos los políticos declaren como obligación sus patrimonios, ingresos y formas como se hicieron de sus fortunas. Buscaban con su maniobra protegerse porque quién puede abrirse al escrutinio público después de haber cruzado el pantanoso sistema político mexicano.
Mas la gente puede tomar nuevos rumbos aguijoneada por su hartazgo contra los herederos de la dictadura perfecta y sus partidos comparsas de derechas e izquierdas dóciles y domesticadas por el oro.
armandosepulvedai@yahoo.com.mx

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