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lunes, 11 de abril de 2016

El destierro que evitó una guerra civil Calles a la calle

80 años del exilio de Plutarco Elías Calles

A diferencia de otros mandatarios inanes, que también fueron desterrados, en la frágil memoria colectiva, la figura del ‘Jefe Máximo’ se ha ido decolorando
ANDREA MERAZ





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El 10 de abril fue conducido al Puerto Central Aéreo, donde en compañía de otros activos callistas, Luis L. León, Luis N. Morones y Melchor Ortega; abordó un aeroplano que lo llevó al exilio en Estados Unidos, donde estuvo cinco años. Fotos: Archivo


El histórico desencuentro entre Lázaro Cárdenas y Plutarco Elías Calles, que culminó con el exilio involuntario del fundador del PNR, cumple hoy 80 años.

A pesar de todos los vilipendios que han caído sobre su tumba del pedagogo sonorense, nadie podría negar el talento y la pasión por la política del autoproclamado “Jefe Máximo de la Revolución”.
Pero a diferencia de otros mandatarios inanes, que también fueron desterrados —como Eulalio Gutiérrez o Adolfo de la Huerta—, Calles es un exiliado fuertemente coaccionado por el cardenismo, debido al enorme poder de su influencia política.
Aunque los gobiernos —y sus historias oficiales— han preferido consignar aquellos días en que Plutarco hostilizó y persiguió a la Iglesia y, aupado en su corcel de paladín revolucionario, habló de erradicar a los caudillos, siendo precisamente él uno de sus arquetipos, lo cierto es que, detrás del sombrío rostro del intolerante, asoma otro rostro de Calles: el del arquitecto político que fundó el Banco de México, ordenó la construcción de carreteras y, sobre todo, se opuso animosamente al peor de los cánceres que, en la actualidad, más democracias han liquidado: el populismo.
Infelizmente, en la frágil memoria colectiva, la figura de este hombre robusto que, antes de adherirse, primero, a las fuerzas magonistas y, luego, a las maderistas, trabajó como cantinero en un bodegón atestado de moscas zumbadoras, en Guaymas, se ha ido decolorando.
Cabe recordar que, al principio, Calles no había sido opositor de Cárdenas. Al contrario, el michoacano había sido uno de sus más fieles subordinados. De hecho, cualquier crónica histórica nos informa que, en 1934, a través del llamado Plan Sexenal, el sonorense decide impulsar a Cárdenas como candidato a la presidencia.
Calles tenía la idea de disponer del gobierno de Cárdenas tal y como lo había hecho en el pasado, pero lo que sucedió fue, que Calles comenzó a perder poder y autoridad. Justamente, por esos días enfermó de la vesícula y recibió de sus médicos la recomendación de trasladarse a Los Ángeles, California para ser operado.
Después de la delicada intervención quirúrgica volvió a la Ciudad de México.
A su regreso, sostuvo una larga plática con Cárdenas, pero no consiguieron ponerse de acuerdo. Desde el primer momento surgieron tensiones dentro del nuevo gobierno. La desaparición de Calles y su grupo del escenario político logró que las aguas de la política volvieran a su cauce normal.
Terminaba su tarea de eliminar a los callistas irredentos del PNR, el Congreso y las gubernaturas de los estados, Emilio Portes Gil mismo, dejó la presidencia del PNR. Cárdenas lo sustituyó con un hombre de su total confianza, Silvano Barba González.
Cuando Cárdenas decidió deshacerse de Calles no le quedó otro camino que fortalecer a la presidencia allegándose la fuerza de los sectores populares.
Sin ir más lejos, Cárdenas gana la Presidencia. En ese momento, Calles impone a gente de su confianza en el gabinete de Cárdenas.
En ese momento, Cárdenas percibió que su mandato podría verse disminuido si no tomaba distancia del viejo caudillo de la Revolución. Lo cierto es que Cárdenas era un político que, detrás de su administración paternalista, imaginaba que estaba cumpliendo con un importante proceso evolutivo para la nación. Para legitimar su figura, necesitaba un opositor reprobado por el pueblo. Un chivo expiatorio. Plutarco —que sintió la traición de su favorito— mordió el anzuelo y, ondeando la bandera de la oposición, subió a escena.
Durante todo el mes de febrero de 1936, hubo impresionantes mítines de obreros, campesinos y empleados públicos que, a gritos, le exigían a Cárdenas que castigara las intromisiones de Calles. En el paroxismo de la muchedumbre, en muchos lugares de México, comenzaron a pasear ataúdes con los nombres de Calles y Morones. Militantes comunistas y algunos líderes exultantes, mediante manifestaciones agresivas, pedían lo mismo: que silenciaran a Calles.
Finalmente, el 9 de abril de 1936, veinte militares y ocho policías armados entraron en la hacienda de Santa Bárbara, residencia de Calles. Le comunicaron que Cárdenas le ordenaba prepararse para salir del país. El 10 de abril fue conducido al Puerto Central Aéreo, donde en compañía de otros activos callistas, Luis L. León, Luis N. Morones y Melchor Ortega; abordó un aeroplano que lo llevó al exilio en Estados Unidos, donde estuvo cinco años.
Antes de que el callismo pudiera reaccionar, el Maximato había tocado a su fin y se iniciaba la era cardenista.
Plutarco, un político unificador
El gran político unificador, después de la Revolución Mexicana, Plutarco Elías Calles no logró entender a la nueva generación representada por Lázaro Cárdenas, por lo que su expulsión de México, el 9 de abril de 1936, impidió un altercado.
De acuerdo con la historiadora Edith Bonilla de León de la FES Acatlán, Lázaro Cárdenas tomó la decisión de desterrarlo para evitar una nueva guerra civil tras diversos sucesos que se suscitaron anteriormente.
“Cárdenas explica que fue una medida de emergencia que se tuvo que hacer, el exilio de Calles. Y concluye Cárdenas textualmente: ‘los que pasan por la primera magistratura del país, no deben aspirar a representar mayor autoridad política que el que tiene constitucionalmente la responsabilidad presidencial”, recordó.
La novedad de Cárdenas, el de incorporar al proyecto económico al sector obrero y campesino, es uno de los puntos que los diferenciaba, y fue la crítica que lanzó el expresidente Elías Calles.
“La expulsión significa la llegada de una nueva generación. Muchos coinciden en señalar que la Revolución Mexicana termina con Cárdenas, ahí comienza una nueva etapa de la historia de México”, manifestó.
Además, la fuerza que aún mantenía el que fue presidente de 1924 a 1928 se debía al apoyo recibido por el sector conservador e industrial que veía una buena transformación con él.
A decir de Bonilla de León, la figura de Plutarco Elías Calles fue de un hombre fuerte que no entendió que la transformación del país tanto política como económica necesitaba del respaldo de las bases, de las ma

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