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jueves, 17 de marzo de 2016

Un Presidente Espiritista




Quien fuera presidente de México y masón, Francisco I. Madero, tuvo su primer acercamiento directo con el espiritismo durante sus estudios en París en 1892.

Ya en México había tenido la oportunidad de leer la Revista Espírita de Allan Kardec, en razón de que su padre estaba suscrito a la misma. Madero creció en una familia espírita.
Esta formación y experiencia lo llevó a constituir en 1900 el Círculo de Estudios Psicológicos de San Pedro, Coahuila, el cual presidió.

Francisco I. Madero, de acuerdo con diversos historiadores, desarrolló una facultad mediúmnica –sicografía. Existen a la fecha diversas compilaciones de sus sicografías.
Asimismo, de acuerdo con los archivos de la documentación de Madero, tuvo una intensa comunicación con espiritistas españoles, quienes habrían sido unos de sus principales proveedores de literatura espírita.

Con León Denis sostuvo un intercambio epistolar. Uno de los motivos fue el solicitar su anuencia para realizar una edición masiva de su libro “Después de la Muerte”, traducido por Ignacio Mariscal, con el fin de difundirlo en el ferrocarril, entonces transporte de grandes masas (1906).
La segunda circunstancia fue cuando Madero le indica a León Denis que buscaría la vía de la política para luchar por la causa espírita, de acuerdo con su misiva del 26 de junio de 1906.
De igual manera colaboró, en ocasiones con el seudónimo de Arjuna, en periódicos espíritas como “La Cruz Astral”, “El Siglo Espírita”, “Alma” y “Helios”, y envió trabajos a los primer y segundo Congreso Espírita de 1906 y 1908.

Francisco I. Madero, quien publicó en 1911 su “Manual Espírita” bajo el seudónimo de Bhima, no sólo fue promotor de la doctrina espírita sino que apoyó financieramente a publicaciones espíritas como “Alma”, “El Cristiano Espírita” y “La Cruz Astral” (editado en Monterrey por Manuel Vargas Ayala).

Es importante mencionar que al igual que los espíritas de la primera mitad del siglo XIX, existía un amplio conocimiento de la doctrina dictada por los espíritus.
Ello puede percibirse de algunas de las conclusiones que Madero expuso en uno de sus trabajos para el Segundo Congreso Espírita de 1908, y cuyo contenido se encuentra en las cartas del mismo.

Madero mencionaba que en su camino evolutivo, el espíritu debería de pasar por los reinos vegetal y animal, hasta alcanzar el cuerpo humano, y ahí iniciar el ciclo de las reencarnaciones.
Al final de su vida, Madero privilegió más lo que él consideró su misión política, que el trabajo en la doctrina espírita.
Por considerar que existe una gran variedad de obras sobre la vertiente espírita de Francisco I. Madero no se ahonda en el tema, y se citan algunas de ellas al final para utilidad de los interesados.

Los espíritas volvieron a organizarse para la realización de lo que sería el Primer Congreso Espírita de 1906, lo que será motivo de un material específico

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