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miércoles, 2 de marzo de 2016

INE, la demolición de la confianza


Pablo Hiriart


El desprestigio del Instituto Nacional Electoral es el resultado de las sucesivas reformas electorales hechas a modo para contendientes que no saben perder.

De acuerdo con la encuesta nacional que hoy presenta EL FINANCIERO, 58 por ciento de la población desconfía del INE. Su antecedente, el IFE, llegó a ser la institución con mayor credibilidad del país.

Ahora tenemos un INE convertido en censor de medios y comunicadores, abusivo con el tiempo libre de la gente que escucha música o ve un programa, asaltante del tiempo aire de las televisoras, y dispendioso con el dinero público.

¿Cómo querían los partidos que el INE conservara la credibilidad y confianza que tenía, si lo ponen a hacer esas labores que desnaturalizan su función y lo convierten en un comisario político de corte dictatorial?

El IFE y el INE han tenido y tienen buenos directivos, pero los partidos le han encomendado funciones que socavaron su credibilidad, que era el auténtico fuerte de esa institución.

Como López Obrador le echó la culpa de su derrota en 2006 al IFE y “a las televisoras” (y a Elba Esther, a los gobernadores, al Consejo Coordinador Empresarial, a los funcionarios electorales, a los algoritmos y a sus propios representantes en casilla que “se vendieron”), entonces hubo que tender puentes de confianza para el perdedor.

Esos puentes incluyeron la decapitación del IFE y el acceso gratuito de los partidos y candidatos a la radio y la televisión.

Lo primero ni lo agradeció el derrotado. En la siguiente elección que perdió, les volvió a decir delincuentes electorales a las nuevas autoridades.

Y lo segundo se convirtió en un saqueo medieval de los partidos a televisoras y radios con una lluvia de spots que se roban el tiempo de programación y anuncios.

La consecuencia de lo anterior ha sido que todas esas empresas hayan tenido que realizar ajustes con el consecuente despido de camarógrafos, productores, programadores, reporteros, etcétera.

A los partidos había que darles tiempo aire gratis, como si no costara. Y para ellos aumentó el caudal de recursos públicos.

Después vino una nueva reforma, promovida por Gustavo Madero, que tenía que justificar el tercer lugar de su partido en las elecciones de 2012 y desaparecieron el IFE para crear el INE, y despidieron a todos los consejeros estatales.

¿Cuál ha sido el resultado de cambiar leyes e instituciones que sí funcionaban?

Ahí está la encuesta de EL FINANCIERO: 58 por ciento de la población desconfía del INE.

Y los que pierden jamás van a reconocer su derrota, salvo honrosas excepciones.

Mientras, el INE continúa su camino descendente con acciones que mellan su prestigio. Van a construir un edificio nuevo cuyo costo es de mil 100 millones de pesos. Dicen que les sale más barato comprar que rentar.

Y pagan 935 millones de pesos cada cuatro años en renta de vehículos que, comprados, les saldrían entre 46 y 53 por ciento más baratos, incluidos refrendos, servicios y tenencias, según la contraloría del propio instituto.

Así ha sido la ruta para demoler la credibilidad de la que fue una de las instituciones más confiables del país.

Twitter: @PabloHiriart

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