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domingo, 21 de febrero de 2016

Lo bueno, lo malo y lo feo del dúo Videgaray-Carstens


Sergio Negrete Cárdenas


El ajuste anunciado en forma conjunta por Luis Videgaray y Agustín Carstens fue digno de dos técnicos, y además rudos, en economía.

Entre lo muy positivo destaca, precisamente, el dúo: la aparición conjunta. En muchas ocasiones la rivalidad Hacienda-Banxico ha entorpecido la política económica. En esta ocasión, por el contrario, la unidad de propósitos la fortalece, tanto por el pilar fiscal como el monetario.

Otro aspecto positivo fue la reacción en la paridad peso-dólar. La ganancia de la moneda nacional hasta ayer era de más de 40 centavos, y con respecto al mínimo histórico (y máximo histérico) registrado la semana anterior de 1.15 pesos.

Imposible saber si ya se dejó atrás el “pico” en la paridad, pero las posibilidades de que así sea han aumentado gracias al apretón administrado por el dúo dinámico. Así, el objetivo de romper la tendencia de depreciación al parecer imparable se logró. No es poco, dado el nerviosismo que estaba provocando en el Banco de México, con la pérdida de valor del peso alimentando alzas de precios y, sobre todo, en las expectativas inflacionarias.

Notable igualmente fue que la Secretaría de Hacienda abandonó su rechazo a ajustar el gasto público. Cierto, las coberturas petroleras (muy bien negociadas por la propia SHCP) literalmente cubrían el Presupuesto federal para 2016. El argumento de que ya se recortaría en 2017 de ser necesario parecía, en cambio, de una miopía impresionante, dado que es muy difícil concebir hoy que el precio del crudo mexicano será tal a fines de este año que podrá preverse un promedio de 50 dólares para el entrante. Era como una persona que sabe que casi seguro le bajan el sueldo en un año, pero se rehúsa a empezar a recortar su tren de vida desde hoy. De los 132.3 mil millones de pesos de recorte, 32.2 mil serán del gobierno federal.

A lo que se agrega el realismo que por fin desplegará Pemex. Atrás quedaron los sueños de asociaciones que traerían recursos extraordinarios a la empresa. De la misma manera, la idea de que miles de millones de dólares en inversiones iban a lograr, por fin, aumentar de manera notable reservas y producción. Se necesitaba de otra mentalidad, y por tanto de otro director general. El recorte será tan necesario como brutal, a cargo de un experto en dichas cuestiones.

¿Todo bien? No, que la Secretaría de Hacienda diga que no espera que el apretón afecte al crecimiento es ilusorio. La reducción del gasto y además la subida sustancial en las tasas de interés (medio punto porcentual) desacelerarán el dinamismo del PIB. No hay vuelta de hoja.

Vale la pena enfriar la economía para estabilizar, pero hay un costo de corto plazo. Es lo marcadamente negativo del paquete, y no puede pretenderse que no existe.

¿Lo feo? Que las medidas se evidencien como insuficientes, sobre todo si el petróleo retoma su desplome. Los grandes productores de crudo, ya lo dijeron, no van a recortar. Y está el regreso de Irán y una posible mayor contracción de demanda por parte de emergentes. O Estados Unidos puede desacelerarse significativamente. Y entonces habrá que buscarle un nuevo agujero al cinturón. El dúo Videgaray-Carstens debe prepararse, por si acaso, para mayor rudeza en su técnica.

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