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martes, 30 de junio de 2015

El juego de la sucesión …La puja del PRI




Como antes de la primera alternancia, el juego de la sucesión presidencial habrá de correr principalmente en la pista de Los Pinos y con los reflectores en el partido en el poder.
Porque los números cuentan. El PRI ganó en 156 de los 300 distritos electorales. Es decir, 52%. El PAN lo hizo con 56. Más lejos, con 28 distritos se encuentra el PRD y Morena con 14.
Cuantitativamente la ventaja está a favor de los priistas, cuyos operadores ahora cuentan con una radiografía de sus dominios, franjas reñidas y focos amarillos: hartazgo entre los ciudadanos hacia los partidos tradicionales y entusiasmo por quienes se presentan como “independientes”.
Para el PRI, la señal de alarma está prendida después de la derrota en Nuevo León. Pero también donde el PAN avanzó: Querétaro, Colima y San Luis Potosí.
La lección está ahí: los priistas no pueden darse el lujo de dejarle la operación electoral a los gobernadores, como ocurrió en los 12 años de administraciones panistas.
Por eso, ha llegado la hora del PRI y de su renovación de dirigencia ya como partido en el poder. Y es que César Camacho terminará en agosto la gestión que inició Humberto Moreira cuando Enrique Peña era candidato presidencial puntero.
Si bien los estatutos prevén modalidades diversas para elegir al dirigente, incluido el voto de sus militantes, nadie duda que la definición será prerrogativa del jefe nato de los priistas, quien desde Los Pinos trazará en el futuro nombramiento el primer paso de su estrategia hacia 2018.
Los nombres de los presidenciales peñistas son públicos: los secretarios de Hacienda, Luis Videgaray; de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y el jefe de la Oficina de la Presidencia, Aurelio Nuño. Sus más cercanos y confiables colaboradores.
Apenas ayer, nuestro colega Francisco Garfias deslizó la versión de que el titular de la SHCP podría seguir la ruta de Luis Donaldo Colosio, al encabezar la Sedesol, como parte de los próximos cambios en el gabinete.
Pero tratándose de decisiones presidenciales, ese escenario también es posible para Osorio Chong, a quien tampoco se descarta como prospecto para la dirigencia del PRI.
En la lista de los anotados están los secretarios del Trabajo, Alfonso Navarrete, y de Agricultura, Enrique Martínez, y el gobernador de Chihuahua, César Duarte. Mas los reflectores de la incertidumbre se focalizan en Manlio Fabio Beltrones, que ha ventilado su interés en la conducción del partido.
El hándicap del jefe de los diputados del PRI es el miedo que desata su oficio político. Cosas de Maquiavelo: el hombre de poder debe ser temido y querido. Y necesario.
Ésa, la de convertirse en un operador necesario, es la ventaja de Beltrones, quien apabulló a propios y extraños con su éxito en Sonora, donde acompañó a su paisana Claudia Pavlovich en la pelea ganadora por la gubernatura.
Y eso es lo que el PRI requiere antes de 2018: consolidar su ventaja en las elecciones de 2016 y 2017, cuando la mitad de la República renovará gobiernos estatales.
Un repaso de los antecedentes históricos muestra que no siempre los más cercanos al afecto presidencial fueron los ungidos, porque el habitante de Los Pinos optó por el pragmatismo e inclinó la balanza a favor de la viabilidad, del equilibrio o lo razonable.
Se afirma que Lázaro Cárdenas hubiera preferido dejar a su amigo Francisco J. Múgica, pero ante la polarización que desataba cedió a la candidatura de Manuel Ávila Camacho. Miguel Alemán habría hecho lo propio con Adolfo Ruiz Cortines. Y Adolfo López Mateos con Gustavo Díaz Ordaz.
Y es que las circunstancias se imponen, como sucedió cuando José López Portillo optó por un perfil para administrar la crisis en los 80, ante la abortada abundancia.
También pesa la moraleja de que justo el más cercano al Ejecutivo, el más confiado, mina su camino por esa condición. Ahí está Manuel Camacho, que había construido con Carlos Salinas el proyecto modernizador. “Porque en este país no hay coach ni manager para el Presidente”, me dijo un testigo directo de aquellos años en que el gran operador político del salinismo fue desplazado por Colosio.
Tan no es posible que en México sus mandatarios tengan mentores que a la hora de la verdad se ha impuesto la distancia. Díaz Ordaz no le cumplió aLópez Mateos el deseo de presidir el Comité Olímpico; y López Portillo envió aLuis Echeverría de embajador a las Islas Fiji. Y en el caso de mayor pragmatismo, Ernesto Zedillo rompió con Salinas. Y quitó a dos secretarios: aJaime Serra en Hacienda por el “error de diciembre” y a Emilio Chuayffet de Gobernación por la matanza de Acteal.
Si bien en los códigos priistas el dirigente del partido se asume como empleado del Presidente, los peñistas dudan que ése sea el caso de un viejo lobo de mar que, como Beltrones, podría desde la cúpula priista armar su candidatura hacia Los Pinos.
Las especulaciones comenzarán a desvanecerse el último fin de semana de julio, cuando el mandatario federal acuda a la sede del PRI para fijar las directrices del cambio partidista.
Mientras tanto, la puja entre el grupo gobernante se intensificará y el presidencialismo tricolor vivirá sus mejores horas.


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