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lunes, 11 de mayo de 2015

Replantear prioridades

Por Armando Román Zozaya

¿Sabía usted, amigo lector, que nuestro país es líder mundial en competencias estudiantiles de robótica? ¿Estaba usted al tanto de que estudiantes de la UNAM, el IPN y el Tecnológico de Monterrey nos han representado en diversas competiciones internacionales en las que los robots por ellos mismos diseñados, y construidos, han sido muy exitosos? Yo no lo sabía; me enteré de ello ayer por medio de una nota publicada en El Universal.
Sí, así es: contamos con talentosos jóvenes que, a la hora de crear un robot, son tan capaces como los de países considerados avanzados. Sin embargo, el esfuerzo de estos estudiantes no reditúa en mucho para México pues, una vez que concluyen sus estudios, estos muchachos no encuentran oportunidades para desplegar sus capacidades, por lo que buscan irse al extranjero, donde, después de cursar un posgrado, suelen quedarse a trabajar y a construir un futuro.
¿No sería buena idea que estos mexicanos llenos de talento, de ideas y de ganas de trascender fueran apoyados por el gobierno y/o por el empresariado y/o por la sociedad civil para que se quedasen en el país y, de la mano de sus propias universidades, ayudaran a poner en pie una industria de la robótica en México? ¿Por qué conformarnos con que a estos jóvenes les vaya muy bien en una competencia internacional y nada más? Claro que esto tomaría tiempo, esfuerzo. De hecho, podría no dar los frutos esperados. Pero, ¿por qué no intentarlo? ¿Por qué no apostarle a un proyecto de este tipo?
Pues porque nuestras prioridades, es decir, las de la clase política y las de quienes nos gobiernan, están acomodadas inadecuadamente. Por ejemplo, entre otras cosas, gastamos un dineral en partidos políticos como el “Partido” “Verde” “Ecologista”. También le damos millones de pesos a “maestros” que jamás dan clases. Igualmente, permitimos que nuestros diputados, senadores y funcionarios de alto nivel gocen de salarios, prestaciones, gratificaciones, bonos y seguros médicos que ya quisieran sus equivalentes en países catalogados como de primer mundo.
Y, mientras eso ocurre, hay escuelas que ni siquiera tienen baños y/o agua corriente, por citar un caso. Asimismo, por lo menos algunas de nuestras policías locales no cuentan con el equipo mínimo necesario para realizar sus labores digna y profesionalmente. De la misma forma, nuestras infraestructuras carretera, aeroportuaria, ferroviaria, portuaria y energética requieren de inversiones importantes.
Si ni siquiera hemos sido capaces de brindarle a nuestros niños espacios adecuados en los cuales estudiar y, en vez de ello, le damos una vida de lujos a los políticos, ¿de verdad vamos a aprovechar el entusiasmo de nuestros jóvenes y, particularmente, su talento y ganas de crecer? ¿En serio podríamos, poco a poco, construir una industria de la robótica?
Mientras no apreciemos claramente qué es de verdad lo importante, en dónde radican las oportunidades de generar valor, de crear empleos mejor remunerados, de desarrollar nichos económicos clave no sólo para el presente sino, particularmente, para el futuro, jamás saldremos del hoyo. Luego entonces, los mexicanos que hoy en día nos representan más que dignamente en una competencia de robótica, mañana ni siquiera estarán en el país sino en el extranjero o, en su defecto, seguirán en México pero sin desarrollarse plenamente, sin contribuir de la forma en que podrían. Esto coadyuvará, a su vez, a que continuemos sin avanzar como lo requerimos (y así sucesivamente).
Señores políticos, señores que gobiernan: ¡abran los ojos! ¡Urge!

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