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martes, 28 de abril de 2015

¿Pobres y viejos?

La presencia de más adultos mayores exigirá también más servicios de salud, más cuidadores de ancianos.

Por Armando Román Zozaya


Hace unos días, en el blog de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro, se publicó un texto en el que se explica cuánto hay que ahorrar para alcanzar una buena pensión. De acuerdo con lo ahí indicado, para lograr una pensión de 13,425 pesos al mes, es necesario haber ahorrado 3,174,232 pesos una vez llegada la edad del retiro.
El día de ayer, en el periódico El Universal fue publicada una nota en la que se destaca que, en nuestro país, hay cerca de 11 millones de adultos mayores, de los cuales 72% están en situación de vulnerabilidad: no tienen servicios de salud ni seguridad social o, simplemente, no tienen para comer dignamente. En la nota se señala el caso de una persona que, después de haber trabajado como obrero por 45 años, recibe ahora una pensión de 2,200 pesos mensuales.

Dentro de unas décadas, México será un país de viejos: la proporción de mexicanos mayores de 65 años dentro de la población total alcanzará niveles nunca antes registrados. De la mano de lo anterior, habrá menos personas trabajando, es decir, generando riqueza, pagando impuestos y contribuyendo a la seguridad social. Pero eso no es todo: no se requiere ser adivino ni tener estadísticas a la mano para tener claro que sólo una muy pequeña minoría de nuestros conciudadanos está en condiciones de ahorrar más de tres millones de pesos durante su vida laboral.

¿Qué significa todo esto? Que, de no hacer algo al respecto, no sólo seremos un país de viejos sino de viejos pobres. Y es que, además del tema de las pensiones, la presencia de más adultos mayores exigirá también más servicios de salud, más cuidadores de ancianos, más casas de retiro y el adecuar nuestra infraestructura a las necesidades de quienes no pueden subir escaleras, manejar vehículos, etcétera, con la agilidad de un veinteañero.

Todo eso cuesta…y mucho. Además, en esencia, no importa si es el Estado o son agentes privados quienes brindan todos esos servicios/bienes: ya sea por la vía pública o por la privada, parte de nuestro ingreso y de nuestra riqueza tendrán que ser dedicados a proveer todo lo que una población envejecida requiere. Esto no quiere decir que el Estado tendría que desentenderse de los adultos mayores: el punto es que, al final del día, los mexicanos tendremos que pagar por todo esto, ya sea de una manera u otra.

Nos urge, luego entonces, que nuestra economía crezca más rápido y de manera duradera. Esto es imperativo para afrontar exitosamente los retos que ya he descrito. Pero también es indispensable que cada uno de nosotros ahorre pensando en el retiro. Es igualmente importante que el Estado ponga en pie mecanismos orientados a garantizar una pensión mínima y digna para todos y cada uno de los mexicanos.

Sí se puede, pero es difícil. Por ello, hay que trabajar en todo esto desde ya. Por ejemplo, para que la economía atraiga más inversiones y genere más empleos, es necesario que México deje ser la jungla que es hoy en día: ya basta de impunidad, de ilegalidad, de corrupción.

Va otro ejemplo: para que los empleos que se creen sean de productividad elevada, lo cual es crucial para brindarle empuje a la economía y para aspirar a ingresos más altos, es fundamental que mejoremos el perfil de nuestra fuerza laboral. Esto exige una educación de mayor calidad. Obvio, esto a su vez requiere poner fin a prácticas sindicales que sólo resultan en que nuestros niños aprenden poco y mal.

En concreto, si no queremos terminar viejos y pobres, hay que cambiar el país desde sus cimientos; hay que redefinirnos. Sobre aviso no hay engaño.

Twitter:@aromanzozaya

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