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miércoles, 28 de enero de 2015

Retratos psicológicos de un terrorista

Por Raúl Arturo Lemus Saury
Colaborador del mexiquense y estudiante de ciencias políticas y administración pública en la universidad autónoma del estado de México


Este fenómeno no está prioritariamente focalizada en el deterioro físico de cosas o personas, sino en el psicológico. Por un lado, transmite impresión de fragilidad gubernamental, por la vulnerabilidad manifestada de sus dispositivos de protección. Además infunde terror entre los ciudadanos, que se sienten tan indefensos y desamparados, e incluso puede generar un proceso de transferencia de culpabilidad, que reorienta la atención pública desde la acción hacia la supuesta iniquidad del adversario, visto como responsable indirecto de mismo por su falta de cesión ante las exigencias de los perpetradores del atentado.

Los especialistas han estudiado este síndrome como una de las alteraciones psicológicas que se dan en las víctimas del terrorismo, entre las cuáles se cuenta desde el síndrome de Adaptación General (este síndrome se compone según el cual el sujeto pasa de la ansiedad al agotamiento, la apatía y la desmotivación) hasta el conocido síndrome de Estocolmo, en el que la víctima se solidariza con el secuestrador y simpatiza con él y su causa.

Siendo la manipulación psicológica la táctica de persuasión de la que se valen los agentes terroristas al ejercer la violencia, vale la pena investigar algunos posibles perfiles psicológicos de esos partidarios de la cirugía social radical, descreídos de toda confianza en la persecución democrática de sus objetivos políticos.

Esta lógica motivacional no debe confundirse con la lógica estratégica o instrumental del terrorista, que remite a sus procedimientos efectivos para la consecución de sus fines.

Se trata de estudiar ahora su “porqué” no su “cómo”.

Realmente, la misma pretensión de ofrecer un enfoque unitario sobre la psicología terrorista es controvertida. Cabe advertir que la excesiva patologización de la conducta terrorista constituye un atenuante en la responsabilidad ante sus actos.

Según Montserrat Bordes Solanas en la lectura analítica sobre el terrorismo, nos menciona que para calificar de inmoral al ejecutor de un acto terrorista hemos de poder acusarlo de “mens rea” es decir, hemos de poder atribuirle una intención de actuar así. En caso contrario, solo podemos hablar de “actus reus” sin quepa responsabilizarlo a él seriamente por llevarlo a cabo.

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