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martes, 20 de enero de 2015

La oposición diluida

Por JUAN IGNACIO ZAVALA

Una de las formas del subdesarrollo y del atraso de los países se puede medir en el comportamiento de sus partidos políticos. Por ejemplo, a menor oposición mayor gobierno autoritario. Tener una mayoría absoluta catapulta el deseo de aniquilamiento del opositor y no solo del deseo, lo peor es que también catapulta la posibilidad de la eliminación.

En nuestro país, el crecimiento de la oposición fue definitivo no solo para la alternancia democrática, sino para el diseño y la aprobación de diversas políticas públicas de largo alcance. A finales del siglo pasado, la oposición fue necesaria como fuerza legitimadora de la caída del régimen priista, pero también como la de la posibilidad de la acción política como forma de acuerdo común.

Ya en este siglo XXI, podemos atestiguar la costosa caída de esa oposición y, por tanto, del regreso del autoritarismo. El llamado Pacto por México, que ha caído en el olvido, es el mausoleo de la oposición y también es el resucitador de un PRI rancio, viejo, de malas formas y peores fondos.

Son múltiples analistas los que mencionan el lodazal en que se han visto revolcados los partidos en la elección de algunos de sus candidatos. En el PRI con sus “candidatos de unidad” no queda más que entender por qué razones está presidido por un señor conocido como El señor de los relojes: César Camacho. Es el mejor ejemplo de que la “familia revolucionaria” está de regreso.

La oposición, salvo excepciones, se ha convertido en lo que eran el PPS y el PARM por allá de los 70 y 80: son satélites del PRI, paleros del gobierno, partidos que dependen del liderazgo del Presidente priista de la República siempre prestos a repartirse internamente, a dentelladas, las sobras de poder y los costales de dinero que les arroja el gobierno. Por eso no debe sorprender lo que pasa adentro de los que alguna vez fueron opositores.

Con esos partidos hacemos política institucional: liderazgos que, reloj en mano, deprimen, reparto de concesiones y pago de favores. De ahí que un gran porcentaje de los candidatos sea desconocido, gente sin talento ni oficio más allá que medrar en alguna oficina y ser asistente de alguien. Ni hablar. Claro que habrá excepciones, sin duda, pero ojalá hubiera sido al revés.

A partir de hoy empiezo a colaborar los lunes y miércoles en este espacio. Acá nos vemos.

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