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jueves, 31 de octubre de 2013

Producirán 100 millones de panes con motivo de la fiesta mexicana del Día de Muertos

Pan de muerto y calaveras de azúcar que en vez de asustar provocan curiosidad por sus delicados y coloridos decorados abundan por esta época en panaderías de México, donde a la muerte no se le teme sino que se le festeja

México.- El Día de Muertos es una de las festividades más importantes para los mexicanos, quienes se esmeran por fabricar para el 1 y 2 de noviembre llamativos altares de muertos a sus seres queridos fallecidos.

Dentro de los objetos que adornan los altares se encuentran la comida y bebidas favoritas de los difuntos, que cobran vida en esta tradición no sólo porque “se les permite regresar del más allá” sino por la representación que se les hace en alimentos como el pan.

El vicepresidente de la Cámara Nacional de la Industria Panificadora (Canainpa), Julián Castañón, cuenta que la tradición del pan de muerto surge de la mezcla entre ritos de las culturas prehispánicas y española en la época de la Conquista.

“En toda la cultura Mesoamericana había una muy importante rememoración de los muertos, la muerte se festejaba. Los misioneros ponen cosas de la cultura española en la cultura prehispánica y la juntan. El trigo que traen los españoles se inserta en la festividad de muertos como uno de sus pilares, no el único”, señaló Castañón a dpa.

Se dice que con la creación del pan de muerto los evangelizadores buscaron abatir tradiciones de las culturas prehispánicas como los sacrificios humanos. El investigador de la gastronomía mexicana José Luis Curiel explica que el dulce platillo mexicano está hecho a base de harina, huevos, mantequilla y agua de azahar, aroma que se asocia con el culto a los muertos.

“El pan de muerto es una tradición que nace con el trigo que llega de los españoles, es un pan redondo que lleva la forma de un muerto, tiene una bolita arriba y huesitos”, indicó.

La fabricación de los panes de muerto varía dependiendo de la región en la que se elabore, aunque en su mayoría es dulce. “Hace unos años en el Zócalo de Ciudad de México hacíamos un museo del pan de muerto. Para esta época le pedíamos a las 33 delegaciones de la Canainpa que hay en todo el país que nos mandaran alguna pieza de pan de muerto diferente y nos han mandado 800 piezas de pan de muerto diferente que se realiza en todo el país”, afirmó Castañón.

En el pasado este platillo también tuvo formas diversas, dependiendo de la persona o situación en la que hubiera muerto.

“El pan de muerto aparecía entonces en forma de un caballo y quería decir que la persona que había fallecido y para la cual le estaban haciendo ese altar de muertos había muerto en un accidente de caballo o aparecía por ejemplo un pan como si fueran jugueticos, que correspondían a que el altar de muerto estaba dedicado a un niño que había fallecido”, contó el vicepresidente de Canainpa. Al lado del pan de muertos se encuentran las calaveras literarias, pequeñas cabezas de calaveras hechas de azúcar y decoradas con vistosos colores. Estos dulces típicos mexicanos son utilizados sobre todo entre amigos para hacer oda a la muerte.

“Esta tradición es más reciente, llega con el azúcar que traen los conquistadores, los indígenas empiezan a generar sus propias tradiciones mexicanas y van a hacer su propia interpretación del azúcar que llegó”, explicó Curiel.

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