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martes, 16 de julio de 2013

La pareja gay que celebró una boda hace 40 años

A principios de los 70, salir del armario podía costar la casa, el trabajo y la familia

“Al final vamos a ganar esto, no esta vez, pero quizás la próxima”

En 1973, el activista por los derechos homosexuales Jack Baker dijo en un programa de televisión de Estados Unidos que sólo era cuestión de tiempo que se legalizasen las uniones entre personas del mismo sexo.

Lo dijo en el influyente programa de David Susskind que se retransmitía a nivel nacional después de conseguir, con su pareja Michael McConnell, una licencia de matrimonio para casarse valiéndose de una treta legal.

Para Baker, el matrimonio era una cuestión de derechos civiles. “Está en el núcleo de la discriminación. No puedes dejar que los heterosexuales te traten diferente… tienes que decir: ‘Pago impuestos para mantener este gobierno y me tiene que reconocer como un ciudadano igual que el resto. Si no, juro que voy a molestar a este gobierno”.

A principios de los 70, salir del armario podía costar la casa, el trabajo y la familia.

En aquel momento, la imagen típica del homosexual era una especie de caricatura: hombres extravagantes en bares gay, con un estilo de vida promiscuo y salvaje.

Cambio de nombre

Baker y McConnell no encajaban en ese estereotipo. Ambos tenían cerca de 30 años y lucían un corte de pelo corto y acicalado. Baker estudiaba Derecho y McConnell era bibliotecario. La primera vez que solicitaron una licencia de matrimonio, en 1970, llevaban juntos cuatro años.

Se la negaron con el argumento de que ambos eran hombres. Pero la pareja no se dio por vencida y decidió luchar.

Apelaron el veredicto varias veces hasta que su caso llegó a la Corte Suprema. Era la primera vez que al máximo tribunal de EE.UU. se le pedía emitir una sentencia sobre el matrimonio homosexual, pero rechazó el caso por considerar que no se trataba de una cuestión federal.

Lejos de darse por vencidos, la pareja lo volvió a intentar. Esta vez probaron con una táctica diferente. Baker cambió su nombre a uno genéricamente neutro: Pat Lyn. Una maniobra aparentemente muy simple pero funcionó. Les emitieron la licencia de matrimonio y comenzaron a planificar la boda.

Primero le pidieron a un ministro metodista que celebrara la ceremonia y asistieron a un curso prematrimonial de varias semanas como cualquier pareja heterosexual que quiere casarse en esa iglesia. Pero a 24 horas de la boda, el ministro cambió de opinión.

Necesitaban otro que realizase la ceremonia, explica el pastor Roger Lynn, que en aquel momento trabajaba con la pareja en un centro que ofrecía ayuda a gays en Minneapolis (Minnesota).

“No se trataba sólo de un matrimonio… Era un evento social para la comunidad gay”, explica Lynn. La pareja estaba planeando filmar la boda para difundirlo en los medios nacionales, recuerda.

“Les declaro marido y marido”

Lynn aceptó entusiasmado la oferta de oficiar la ceremonia. En aquel momento, su iglesia no tenía ningún tipo de regla que impidiera casar a personas del mismo sexo, afirma.

“La Iglesia Metodista siempre ha tenido una postura firme en temas sociales… Esperaba que el sector más progresista me apoyara”. La ceremonia tuvo lugar en una vieja casa victoriana cercana a un lago en Minneapolis. “Había un pastel y en lugar del novio y la novia en la parte superior, había dos novios”, apunta.

Y recuerda especialmente cuando declaró a la pareja “marido y marido”. Asegura que fue un momento muy emotivo, “especialmente cuando se besaron”.

Pese a que trabajaba en el centro de ayuda a homosexuales, nunca había visto a dos hombres besándose y asegura que tuvo una “reacción visceral”. “Fue aterrador”, dice. “Me obligó a enfrentarme con mi propia homofobia”.

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